Disclaimer: Alice in Wonderland 2010 pertenece a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro
|Capítulo 8|
|La Reina Blanca|
Atravesaron el bosque, las ruinas de Witsend y terrenos que se iban volviendo cada vez más habitados a medida que se acercaban al palacio de la Reina Blanca. Alicia se aferraba con fuerza a la espalda de Tarrant mientras cabalgaban en el Bandersnacht.
Cuando bajaron en la entrada, Thackery y Mally salieron corriendo emocionados. Chess los siguió levitando con lentitud. Ese gato al parecer estaba perezoso todo el día. Tarrant se bajó y le ofreció su mano.
―Si gusta bajar, Campeón de Infratierra.
―Gracias― dijo ella, tomando su mano para bajar.
―Esa ropa te sienta genial― comentó él con una sonrisa.
―Es porque tú la hiciste.
Una comitiva de soldados blancos con aspecto de alfiles, condujeron a los invitados al interior de Marmorreal. Alicia recordaba que el palacio era todo blanco, tanto por fuera como por dentro. Hacía que a uno se le cansara la vista luego de un rato. Ingresaron en una sala redonda con ventanales inmensos decorados con arabescos plateados. En la entrada de la sala, había una alfombra de tela blanca que llegaba hasta el otro extremo de la habitación y terminaba a los pies de un sillón grande de terciopelo blanco.
―Buenos días― dijo una voz a sus espaldas. Todos se voltearon y vieron que la Reina Blanca llegaba desde afuera de la sala. Seguía tan pálida cómo siempre, sus labios negros como el carbón y su sonrisa rebozaba bondad.
― ¡Mirana!― gritaron Thackery y Mally al unísono y se acercaron a su encuentro. La blanca soberana los acarició con gentileza.
―Chess, aparece ya, sé que estás aquí― dijo ella, mirando al aire. El gato sonriente se materializó y ella lo acarició la cabeza ―. Aquí estás, mi sonriente amigo.
― ¿Cómo has estado, Mirana?― le preguntó Tarrant y la abrazó.
―Bien, amigo mío. Te he extrañado.
La Reina Blanca y Tarrant se separaron. La mujer observó a Alicia.
―Pero aquí tenemos a nuestro motivo de celebración. Querida Alicia, ven aquí― la Reina Blanca abrazó a Alicia. La chica reaccionó con naturalidad, había olvidado la paz que se sentía al estar cerca de Mirana.
―He vuelto, Reina.
―El campeón de Infratierra ha regresado, un gran baile se está organizando en tu honor― le dijo Mirana, acariciándole la mejilla.
―Pues si habrá un baile para el campeón, ella necesitará una pareja que la escolte― murmuró Chess, en medio de un ronroneo.
―No necesito una― dijo Alicia, nerviosa. Quizás la Reina tendría algún caballero preparado para ser su escolta y no quería nada de eso.
―Tu escolta será Tarrant― decretó la Reina Blanca ―. Él es el más adecuado para esta tarea.
―Si Alicia no lo desea, no debemos obligarla― dijo el Sombrerero, un poco sonrojado.
―Ah, bueno... en el caso de que seas tú Tarrant, no me molestaría tener una escolta― murmuró ella, mordiéndose el labio.
― ¡Está decidido entonces!― Mirana juntó sus palmas, como si hubiera logrado algo importante ―. Ahora todos deben ir a sus recámaras a prepararse. ¡Soldados!
Cada invitado fue llevado por un soldado hacia su habitación. Todos menos Alicia. Ella fue acompañada por la mismísima reina.
―No se hubiera molestado en llevarme. Podría haber mandado a un soldado y no gastar su preciado tiempo― le dijo la chica, mientras subían por una escalera. Marmoreal era verdaderamente inmenso y blanco.
―No te preocupes, Alicia. Además me apetecía hablar contigo― la mujer hizo una pausa―. Hablar sobre el Sombrerero.
― ¿Por qué querría hablar de él?― preguntó la chica.
―Pues, mi querido amigo Tarrant ha estado muy inestable estos últimos meses. Lo conozco desde niños, le debo la vida y francamente, me preocupo mucho por él.
―Chess me contó sobre su inestabilidad. Tiene arranques de furia. Tuvo uno ayer cuando llegué.
―Además, hay otro problema del que no he hablado con nadie― dijo la Reina con un extraño temblor en su voz.
― ¿A qué se refiere?
―Hay extrañas señales, Alicia. Te seré honesta, tengo miedo. Las señales son similares a cuando mi hermana tomó el trono. La locura del Sombrerero es una de las señales. Ríos cercanos se han secado, los árboles están tristes, el cielo también.
― ¿Hay una posibilidad de que la Reina Roja intente tomar el trono nuevamente?― preguntó Alicia, sorprendida ―. Creía que ella fue desterrada.
―Pero sigue con vida, de esto estoy segura― aclaró Mirana ―. No sé en dónde está. Las Tierras Lejanas son sitios inexplorados. En fin, Alicia, de eso quería hablarte. No es nada completamente seguro, pero debemos ser prudentes.
―Entiendo, Reina. Tendré todo el cuidado posible.
Llegaron a la habitación de la joven.
―La mejor habitación para el campeón de nuestra tierra― le dijo la Reina Blanca ―. Hay un regalo para ti en la cama, espero que sea de tu agrado.
Y con eso, la Reina Blanca se fue. Ella apoyó la espalda contra la puerta. ¿Acaso era posible que hubiera llegado a Infratierra el día anterior y ya podía haber este tipo de problemas? La chica se frotó los ojos. No debía preocuparse, la Reina sólo había dicho que había que prestar atención pero no había peligro inminente.
Sus pensamientos se movieron al baile que la esperaba. Era raro que tuviera un baile dedicado a ella. Cuando vivía en Inglaterra, había asistido a varios bailes, pero no le gustaban. Si ella era la honrada en la celebración, seguramente debía bailar. Bailar con su pareja. Sintió el estómago mareado cuando pensó en que tendría que bailar con Tarrant. Apenas había podido hablar con él a solas en las últimas horas. Miró el cuarto a su alrededor, todo blanco y enceguecedor. La cama, las cortinas, el suelo, los muebles, la caja sobre la cama. Ese era su regalo. Fue a abrirlo. Adentro había un vestido blanco muy bonito. Volvió a sentirse sonrojada. Esa noche quizás tendría oportunidad de que algo ocurriera con Tarrant. Sonrió esperanzada.
Continuará...
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Cereza Queenie
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La igualdad entre el cuervo y el escritorio [AliciaxSombrerero]
Fanfiction[COMPLETA] Han pasado cuatro años desde que Alicia dejó Infratierra luego de vencer al Jabberwocky. Los amigos del Sombrerero están preocupados por él, parece estarse dando por vencido y su locura lo arrastra cada vez más hacia la oscuridad. ¿Podrá...