Capítulo 18: Cae el atardecer

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Disclaimer: Alice in Wonderland 2010 pertenece a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro

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|Capítulo 18|

|Cae el atardecer|

―Stayne, ¿Ya le has dado la poción del olvido al Sombrerero?― fue lo primero que dijo la Reina Roja cuando su lacayo volvió a la habitación.

―Sí, mi reina. Todavía no me he comprobado si ha surgido el efecto pero estoy seguro de que lo bebió todo.

La mujer cabezona sonrió con sorna.

―Esperemos un poco más entonces, mi querido Stayne. En unas horas, vayamos a convencerlo. Si no recuerda a su querida Alicia, no tendrá problema en ser nuestro campeón.

El atardecer caía sobre la habitación dejando un brillo anaranjado en los rostros de la Reina Roja y la Sota de Corazones, mientras intercambiaban una mirada cómplice fría y llena de perversidad.

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El atardecer también caía sobre el gran castillo de Marmorreal, dándole un aspecto casi mágico. La luz reflejaba en las paredes blancas y lo hacía brillar con esplendor. Alicia estaba sentada en el borde de su cama, secando su cabello mojado con una toalla de algodón blanco. Se había dado un baño caliente luego del entrenamiento de ese día con el soldado Limowi. Había sido una intensa sesión, faltaba menos de una semana para la fecha pactada para el duelo. Poco a poco, iba anocheciendo y su preocupación aumentaba.

Una vez que acomodó su cabello en una desordenada trenza, la joven decidió andar por el castillo y pensar. Dio vueltas sin rumbo, subió dos escaleras. Llegó a un balcón que le resultaba familiar. Las grandes estatuas de caballos de ajedrez blanco le hicieron darse cuenta de que ya había estado previamente en este balcón. Una vez con Mirana, cuando el Sombrerero había quedado preso en Salazem Grum y otra vez, con él, hablando sobre cómo Alicia aún creía que todo en Infratierra era solo un sueño más.

Mirando hacia el horizonte, pensó en Tarrant. Se dijo a sí misma muchas veces que a él no le había ocurrido nada, que estaba bien, que se volverían a ver, pero ella sabía que eso en realidad no lo sabía. Y no saber qué había ocurrido realmente era horrible. Tenía miedo, mucho miedo. Esta vez era diferente, esta vez la lucha dependía sólo de ella. Si ella ganaba, volvería a ver al Sombrerero, pero si ella perdía... Ese era el problema. Si ella perdía, la inmensa cabezota alzaría su reino de tiranía otra vez y eso ya era suficientemente malo si no se ponía a pensar qué sería de Alicia y sus amigos en el caso de que ocurriera. Era demasiada presión.

Una lágrima cayó por sobre la mejilla izquierda de la joven. Recordó la mirada del Sombrerero cuando Stayne se lo llevó. "No me sigas" había dicho el. Ella sabía que Tarrant arriesgaría su vida por ella, de hecho, ya lo había hecho en varias ocasiones. Pero... ¿Sería capaz ella de lo mismo? Ya era tarde, la noche había caído y hacía frío. Decidió volver a su habitación. Cuando dobló por el pasillo que conducía allí, vio que alguien la esperaba en la puerta.

―Campeón, he venido a traerle su armadura.

Era Limowi, ella se preguntó cuánto tiempo la había esperado allí. El hombre le tendió una caja de color blanquecino. Era pesada. Desde que él le había contado la historia de cómo Tarrant había perdido la cordura, su familia y a su mejor amigo, ella ya no era tan seca para hablarle.

―Gracias, Limowi. ¿Esperaste mucho por mí?

―No realmente, señorita Alicia, sólo unos minutos― el hombre hizo una reverencia. Ella abrió la puerta de su cuarto y dejó la caja en la cama.

― ¿Qué haces parado ahí?

La chica notó que el soldado seguía de pie en el umbral de la puerta.

―No se debe entrar a la habitación de una señorita sin permiso ¿Me lo permite?― recitó, casi como si fuera una oración ensayada. El hombre realmente era muy correcto.

―Pasa, por favor. Así podrás ayudarme con esta cosa.

Prosiguió a abrir la caja. Dentro, brillante como la plata misma, estaban las partes de una armadura.

―Fueron hechas a su medida― comentó Limowi, mientras Alicia procedía a ponerse la armadura sobre la ropa. Tenía razón, la armadura le iba perfecta. Se la quitó y volvió a ponerla en la caja.

― ¿Mi medida? ¿Cómo supieron mi medida?

―Tarrant se las dio a la reina y ella ordenó que lo hicieran.

―Oh...― ahora ella no sabía cómo había hecho el Sombrerero para averiguar sus medidas. Aunque eso explicaría toda la ropa que le había hecho cuando volvió. Sin darse cuenta, Alicia se quedó pausada y en silencio.

―Veo que está pensando, campeón. En situaciones como estas es lo mejor que puede hacer― la interrumpió él.

―Creo que es demasiada presión. No sé qué es lo que va a pasar. No sabemos sobre el campeón.

―No se preocupe, en caso de que necesite mi ayuda la tendrá. Si bien sola debe pelear en el duelo, habrá mucha gente detrás de usted para soportarla. No dude ni desconfíe de nuestra ayuda porque la recibirá.

Alicia se sintió un poco mejor. Con una sonrisa sin palabras, dibujó un "Gracias" en su rostro y Limowi, con una reverencia, se marchó de nuevo.

―Hasta nuestra sesión de entrenamiento de mañana, campeón.

Ella suspiró y trató de calmarse. Si quería llegar al duelo, tendría que ser fuerte. Tendría que ser fuerte por Tarrant.

Continuará...

Si te interesó esta historia y quieres leer más sobre Alice in Wonderland, puedes ver mis historias "La igualdad entre el cuervo y el escritorio" o "Sueños" o "El vacío que tú llenaste".

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Cereza Queenie

La igualdad entre el cuervo y el escritorio [AliciaxSombrerero]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora