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Extrañamente, la estába pasando bien. Estas chicas eran una bomba; no tenían filtro y sus ocurrencias me hacían reír a tal grado de que el estómago me doliera. Incluso olvidé que debería estar tomando notas en clase de música.

—Decidido, ____, hoy vendrás a dormir a mi casa –dijo Shannon, limpiandose las lágrimas causadas por la risa.

—No creo que sea buena idea…

—¡Claro que lo es! –contraatacó Alex–. Es viernes, y mañana no hay que levantarse temprano. Además, podrás contarnos sin pena como es que traes a Johnnie… bueno, como lo traes.

Shannon alzaba las cejas rápidamente, y mis mejillas ardían en un tono rosa. Bajé la cabeza, esperando que no notaran mi sonrojo.

Estába a punto de decir algo, cuando la campana sonó. ¿En sério ya había pasado una hora? ¿tan rápido? Vaya que con estas chicas el tiempo volaba.

La entrada a la cafetería se atascó en alumnos y al poco rato, las mesas a nuestro alrededor se comenzaron a llenar. El sonido constante de risas y grititos por parte de todo el mundo era algo agobiante y el calor que llegaba de la enorme cantidad de cuerpos, asfixiante. Ojalá las ventanas estuvieran abiertas…

—¡Aloox, Shannon! –Alguien gritó–. Volvieron.

Ambas, se levantaron de donde estaban sentadas y prácticamente corrieron al encuentro con Kyle, me parece que ese era su nombre. Detrás de él, venían el tipo alto y rubio con el que había visto a Guilbert várias veces, junto con el otro tipo un poco más bajo y de cabello largo castaño, Jeydon y el mismísimo Johnnie.

No sabía que hacer; hubieron varios abrazos repartidos, algunos golpes amistosos y un par de regaños por parte de Shannon. Según entendí, porque no contestaban sus mensajes de texto. ¿Quién usa mensajes de texto teniendo al gran Señor Whatsapp? Como sea, no creo que sus réplicas tuvieran gran cantidad de enojo. En su mirada se veía cuanto los había extrañado y, de alguna forma, me hizo sentir incómoda. Jamás nadie me ha visto de aquella forma. Cuando llego a casa, Jessica, o no está  o está sentada en la mesa, llena de papeles que leer o hablando por teléfono con Linna (su secretária, al parecer).

Me levanté del asiento. No tenía nada que hacer allí. Eso era algo así como una reunión familiar, y yo era una intrusa en aquella escena. Lo sé, un poco dramático, pero es cierto. Tomé mi bolso y comencé a caminar hacía la entrada, cuando un par de manos me interceptaron, impidiendo mi huída triunfal.

—Eh, eh, eh –dijo Johnnie–. ¿A dónde crees que vas?

—No lo sé. Pero estorbo en este reencuentro, así que…

—Pero ya eres nuestra amiga –dijo Shannon y mi corazón se disparó. Hace tanto tiempo que no tenía amigas. Parecía que el significado de tal palabra había perdido todo el sentido. No estaba segura de si quería tener amigas. No otra vez. Las últimas que tuve no fueron el mejor ejemplo y no creía poder pasar por eso de nuevo.

Aún así, esas chicas eran tan diferentes a Mayra, Evelin y sobre todo a Aline. Sus ropas me decían que no eran pretenciosas ni elitistas. Parecían buenas personas.

Permití que Guilbert me arrastrara de vuelta a la mesa y me sentó junto a Kyle para luego tomar asiento junto a mí y rodear mis hombros con su brazo. Como me sentía incómoda, lo aparté, tomando su mano y lanzandola hacia atras.

La campana estruendosa hizo su aparición y todos se levantaron para ir a sus respectivas clases. Alex y Shannon fueron juntas a la oficina del director a ver no sé qué sobre su regreso, Bryan y Kyle se perdieron por ahí y Jeydon, Johnnie y yo nos dirigimos al salón de Física. Acepté ir con con ellos, ya que aún me perdía momentáneamente en los pasillos; ambos chicos iban platicando sobre unas penny boards o algo así y yo iba detrás, siguiendo sus pasos a una distancia algo reservada, pero no tanto como para no escuchar su conversación.

Después de esa clase, me tocaba Literatura y, como siempre, fué de lo más aburrido. La profesora no paraba de hablar sobre las maravillas que conllevaba ser un Shakespeariano. Al parecer era el único tema que sabía. Desde mi primer día, no hacía más que hablar sobre William Shakespeare y sus obras más famosas. Al final, antes de permitirnos la salida, dejó como una simple recomendación que leyeramos Hamlet. No creía hacerlo. Aún tenía un libro de Harry Potter que terminar.

Salimos del aula y una figura casi me tira al suelo. Gracias a Dios que me sostuve a tiempo de la pared.

—¡Hey, ____! –dijo ésta persona–. Que bueno que te encuentro. No te ví esta mañana y me preocupé.

—Diego, hola. Sí, estába… ocupada.

—Solo venía a despedirme –Me sorprendió su respuesta a mí inexistente pregunta–. Me voy a Colorado con mis padres, pero no podía hacerlo sin verte antes.

—Que bonito –dijeron a mi espalda–. ¿Terminaste ya con Melissa y ahora vienes por ____?

Giré solo lo necesario para encontrarme a Shannon con sus manos en la cadera como jarras y a Alex, detrás de ella con cara de repulsión.

—Ven, ____. No merece la pena éste…

—Calma, Aloox. Vamos, Donovan –me llamó por mi apellido y me pregunté cómo le hizo para saberlo–. Tenemos planes ésta noche.

Sonreí a Diego y caminé hacía las chicas, esperando el momento de pedirles una explicación por lo mal que trataron al castaño.

Pasaron varios minutos en los que caminábamos en silencio. Salimos por la puerta principal y cruzamos la calle al otro lado en -supuse- dirección a casa de Shannon.

Ambas estaban en completo silencio hasta que mi rubia acompañante soltó un grito silencioso y comenzó a mascullar cosas que no entendí en primer instancia. Dí un pequeño salto por el susto y me detuve unos centímetros alejada de ellas. Se habían parado antes que yo.

—¡No te enojes! –dijo Alex–. No tiene sentido que te molestes por algo así.

—Es que no lo entiendes –Alex la tenía agarrada de los hombros. Shannon la apartó con un leve movimiento de manos–. No quiero que le haga lo mismo que a mí.

—No se lo hará. Parece una chica inteligente y no se dejará enredar por él.

—Disculpen, sigo aquí –Moví mis manos en forma de saludo.

Shannon se acercó a mí y me dió un sorpresivo abrazo. Sin tener idea de que tenía que hacer, le devolví el gesto, pasándole los brazos por la cintura.

—Lo siento, pero debía alejarte de Diego lo más rápido posible.

—¿Por qué? ¿Qué hizo? –pregunte, zafadome de ella.

—Más bien: «¿Qué no hizo?» –intervino Alex.

Y así, ambas me contaron que antes de que se fueran de “vacaciones”, Shannon había estado saliendo con Diego Navarrete, que lo mantuvieron a escondidas por razones que no quiso compartir conmigo. Alex dijo que ella tampoco lo sabía y me sentí culpablemente agradecida de que no me lo contara porque era privado y no por el hecho de que apenas me conocía. También me dijeron que habían terminado cuando Shannon lo encontró en su casa con Melissa Rogers, una estudiante de segundo.

—Entonces, como te imaginarás, no es una buena compañía –remató Shannon.

—De eso me doy cuenta pero, ¿por qué alejarlo de mí? No me deben nada.

—Porque… no sé –Alex pensó en su respuesta.

—Porque ya te consideramos una amiga.

וווו×

Heeeeey, everybody!
Volví de mi hibernación. ¿Me extrañaron?

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Ya lo hice en las demás historias, so… Vengo a hacer spam de un nuevo proyecto que estaré subiendo aquí en colaboración con una amiga. Si les gusta Marvel, les agradecería que se pasaran por el prólogo de “Hero”, una historia de Peter Parker. Me gustaría que me dieran su opinión.

Recuerden: Stay happy, not crappy. Life's a bitch. Don't quit. ♥

–B.

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⏰ Última actualización: Jun 01, 2017 ⏰

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why do bridges love suicides? (j.g.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora