11 de marzo, 2006

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11 de marzo, 2006

Querido diario:

Ha vuelto a pasar, y no ha sido igual. Esta vez no se trataba de fuego. En cuanto la señora Rowle me dejó salir del sótano, tuve un mal presentimiento.
Me dijo que no toleraría mas mi mal comportamiento, que ella estaba manteniéndome y merecía un respeto.

Pensé, ¿Cuántas veces le había faltado al respeto? Ninguna.

Pretendía dejarme en un orfanato en Londres. La idea no me agradó demasiado, como comprenderás. Estaba enfadada, muy enfadada.
Después de una gran riña —en la que parecía estar buscando escusas para echarme— todo a mi alrededor empezó a vibrar. Uno de los vasos se elevó en el aire, y en cuanto apreté los puños estalló frente a ella, seguido del resto de vasos.

Sin embargo no parecía furiosa, sino asustada. Y su miedo provocó en mi una mayor satisfacción. Me sentía diferente... Libre.

Su reacción fue encerrarme de nuevo en el sótano dando por zanjada la conversación. No dejo de preguntarme desde entonces cómo pasaron esos sucesos, pero tampoco dejo de pensar en la señora Rowle. A ella no parecen sorprenderle tanto estos hechos, al menos no tanto como a mí.

Ella debe de saber algo que yo ignoro, algo que la preocupa mucho más.

He de decir que le he cogido cierto cariño al augurey, después de todo. Aunque no niego que me dan unas inmensas ganas de estrangularle cada vez que empieza a cantar con esmero.
¿Por qué no puedo controlar estos ''poderes'' a mi antojo? Si fuera así, el augurey tendría que echar a volar o salir por patas.

Si fuera así, todo cambiaría.

Riddle's Memories. (#MAGICAWARDS2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora