14 de abril, 2014

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14 de abril, 2014

Querido diario:

Después de tantos años aún sigo sin comprender porque mi felicidad dura tan poco

La persona que me reveló mi verdadera identidad, que me había ayudado durante años, había desaparecido de la misma forma de que apareció aquella madrugada en el orfanato. Rodolphus era mi única familia, la única persona que había mostrado cariño hacia mí tras su rudeza aparente,  mi única esperanza después de todo.

Me dejó sola en la mansión, y ni siquiera se dignó a despedirse. 

Nunca creí en su promesa pero tampoco esperes que fuera a irse de verdad después de haber compartido tantos momentos con su hijastra. 
No es precisamente rabia lo que me consume, sino dolor; un dolor que no me ha experimentado antes no confiar en nadie más que en mi misma, y que provocaba también furia e impotencia. Pero aun así no estaba sola, al menos no del todo. Aun tenía a 

Sparkle y a Elise, y debía de cuidar de ella ante su frágil salud.
Sobre mí recaía una profecía por cumplir y lo haría con o sin Rodolphus. Mi investigación había avanzado de la primera base, y había ha comenzado a leer la vida del niño que vivió escrita en tres volúmenes por Rita Skeeter —los cuales alteraban la realidad, pero igual resultaban interesantes—, que a pesar de su reputación había conseguido agradarme. 
Le habían bastado esos libros para humillar al indeseable Harry Potter, escribiendo cómo ayudó a un asesino escapar de Azkaban, o como venció en el Torneo de los Tres Magos hechizando a Delacour, Krum y matando al otro. 

«Cuando los otros se salven...»

"El otro". A Cedric Diggory le llamaban el otro...

Riddle's Memories. (#MAGICAWARDS2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora