13 de octubre, 2008

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13 de octubre, 2008

Hola, diario:

Se que he pasado mucho tiempo sin escribirte, pero nunca encontré el momento. Dos años, dos largos años he pasado en el orfanato sin recibir ni una sola visita, ni siquiera de la señora Rowle. No esperaba su visita, en realidad. Solo creía que al menos tendría una pizca de compasión, aunque fuera el día de mi cumpleaños.

 Tardé 10 años en comprender que la compasión no existe, ni siquiera en el orfanato.

Un año atrás, presa de mi aburrimiento, empecé a retratar con detalle el día a día desde la ventana, estación tras estación. Las pinturas de amontonaban en el alfeizar de la ventana, una tras otra. Sin embargo, esta mañana encontré la puerta de mi habitación abierta de par en par. Cuando entré, los dibujos no estaban en su lugar habitual.

Mis únicos logros habían desaparecido de un día para otro.

No me hizo falta pensar mucho para averiguar de quién se trató. Sin pensármelo dos veces fui directamente a la habitación de Deamon Bishop, el mas idiota de todos y el único capaz de meterse conmigo. Busque por todas partes, sin resultado, y entonces me di cuenta de mi error. Él estaba allí, junto a la puerta, y no venía solo. La directora del orfanato le acompañaba.

Había caído de lleno en la trampa.

Había infringido por lo menos una docena de regles, y pensaba que quizás me expulsarían —una sentencia no tan mal, al fin y al cabo—, pero fue, definitivamente, mucho peor. La directora me llevó directamente al piso inferior, el cual podría considerarse una mazmorra. Mi nueva habitación era en gran parte siniestra, pero también antigua y mugrosa.

Definitivamente un buen lugar para pudrirse.

Riddle's Memories. (#MAGICAWARDS2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora