La cena.

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Inmediatamente mis ojos quisieron derramar lagrimas como cascadas, mi amado mi Ezio que me rescato de aquel ladrón, que me ayudó a cargar el cuadro de Leonardo, que me trajo hasta casa y que me besó cada uno de mis nudillos estaba comprometido con ella.
Nunca le tuve envidia a las personas, siempre seré una mujer que acepta perder y al paso del tiempo recupérese poco a poco, pero con el era distinto.
Lo quería para mi para mi y solo para mi ella no podía quitarme al hombre por el cual yo lo había amado durante 7 años, ella lo conoció hace 1 año y cree que ya es amor, no puedo imaginarme al hombre que más amo pegando sus labios al cuello de otra mujer que no sea el mío.
Papá comenzó a debatir con Giovanni acerca del regimiento del Vaticano y mamá hablaba sobre María de mi cuadro, yo observaba cómo Cristina estaba susurrándole cosas a Ezio en el oído, ese tipo de cosas que hacen que un hombre pueda tener un orgasmo mental.

Después de la cena llego el tan esperado brindis el cual para mi no fue más que levantar mi copa y decir que estaba tan agradecida con Ezio por haberme salvado pero lo que en realidad quería decir era algo como "¿Porque trajiste a tu prometida aquí a mi casa?". Debo admitir que no está bien todo lo que estoy diciendo pero por el amor de Dios estoy tan celosa de Cristina, yo que amo a Ezio desde que nos conocimos de niños no he podido demostrarle todo mi amor y una chica que ha conocido apenas hace 1 año ya es su prometida, debo concentrarme totalmente en la cena para no derramarme en lágrimas y estallar de enojo, después de todo Cristina no es la culpable y Ezio jamás supo que yo lo amaba.

La cena fue una tortura para mi, lo único que quería era ya descansar pero como todo lo malo dura demasiado estuve minutos que para mí fueron horas observando desde la estancia de la sala como en el balcón estaba Ezio besándole el cuello a Cristina y tomándola de la cintura, al diablo mi padre al diablo su platica azote mi copa de vino sobre el centro de mesa y subí las escaleras a toda velocidad, cerré mi puerta con seguro y me quite las joyas de una buena vez.
Mis padres han estado años educándome para ser una dama y una de las cosas que he aprendido es que si yo fuera la prometida de alguien como Ezio no permitiría que me diera ese tipo de afectos en público, menos en una casa donde no es nuestra, claramente creo que Cristina le hacen falta algunas lecciones, no es mi asunto no me interesa, me metí a la cama y me tape con las sabanas con la esperanza de que mi madre no tocará mi puerta diciéndome que estuvo mal lo que hice, simplemente salí corriendo de una pesadilla cuando escuche que Ezio pregunto por mi.

-¿Y donde está la pequeña? Vine para verla a ella, sin ofender signore.
-Se fue a recostar Ezio, me comentó que se sentía muy mal está noche.

Como siempre mi mamá diciendo mentiras para encubrir mi "falta de respeto" en la plática de papá, abrí la puerta delicadamente para no hacer ruido y me baje unos escalones para escuchar la plática de Ezio con mamá.

-Es una verdadera lástima, quería hablar con ella, no tuve la oportunidad de dirigirle la palabra durante la cena.

Tuviste la oportunidad de hacerlo mientras mi padre hablaba con nuestras familias haya abajo, pero decidiste irte al balcón y besar el cuello de Cristina, estoy pensando que eres un idiota Ezio.

-¿Cree que mañana podré venir a ver a su hija Maddame? Su bienestar me preocupa.
-Sería un honor que vinieras para ver el bienestar de mi hija pero ¿Tu prometida no tendrá inconveniente?
-A Cristina le cae bien su hija, ella quería hablar con ella esta misma noche, ella sabe que mis amigos también son una de mis prioridades.

¿Amigos? ¿Acaba de decirme que soy su amiga? De que se trata Ezio hace unos días me tratas como si fuera la chica más hermosa de toda Florencia y ahora en esta noche traes a tu prometida no bastó con besarla enfrente de mi si no que le dices a mi madre que soy tu amiga, me desquitaré inteligentemente Ezio Auditore.

-Entonces que sea así Ezio, ella te esperará aquí a las 12 del día yo le pasaré tu recado
-Va bene Maddame estoy más tranquilo sabiendo que podré venir a verla.

Si, si puedes venir a verme pero ven solo, no traigas a Cristina por favor.
Subí nuevamente las escaleras y cerré la puerta de mi habitación con cuidado, me recosté en la cama y observe el techo de color rosa pálido, mañana vería a Ezio pero en vez de sentirme feliz y excitada de alguna manera me sentía con horror, miedo y enojo al pensar que si mañana traería a Cristina, no aguantaría y terminaría diciendo cosas de las cuales me puedo arrepentir después.

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