WILLY POV
Cada tres meses, el primer día de la primera semana, ocurría lo mismo. Unos hombres estacionaban delante de la universidad y pasaban al edificio de los omegas "A". Siempre sacaban a uno, y este no volvía jamás. Se llevaba dando desde que había entrado a la Universidad, y de eso habían pasado dos años.
Siempre veía el proceso desde la ventana de mi clase, en el edificio de al lado. La universidad era especial, sólo para omegas, los "A" y los "Z". Los primeros eran los que provenían de familias ricas, los "Z" proveníamos de familias de clase media. Esto se podía notar en todo. Sus uniformes eran de un blanco resplandeciente, el nuestro negro. Su edificio tenía instalaciones que nosotros sólo podríamos soñar.
A las 12:00, esos hombres llegaban y el director los recibía. Siempre se llevaban a uno, sin excepción. Claramente esos hombres no eran omegas ni betas. Su porte los delataba, eran como golems. Alfas...Nadie hablaba de lo que pasaba, parecía que estaba prohibido.
Ese día pasó algo fuera de lo común. En vez de dos coches, como era normal, una limusina también había estacionado entre medias de los dos BMW's. Un hombre diferente a los demás salió de ella. No tenía el porte de un golem, me recordaba a una pantera. Los "golems" le rodearon y con esa formación se metieron en el edificio. Debía ser su jefe.
A los diez minutos volvieron a salir, esta vez sin nadie. Alcé las cejas y me pegué más a la ventana.
- ¡Guillermo Díaz! Atiende a la clase si tienes intención de aprobar.
Di un pequeño salto y miré al frente.
W- Perdón.
Me había olvidado que dando clase con la profesora amargada tenía que tener cuidado, era como un sargento.
Intenté atender a clase, pero la curiosidad volvió a mí y volví a mirar por la ventana. Cual fue mi sorpresa al ver a ese hombre señalar el edificio y ver cómo se dirigían hacia aquí.
Un mal presentimiento me recorrió y justo cuando me levantaba para irme, una voz potente salió de los megáfonos.
- Todos los alumnos deben ir inmediatamente al auditorio.
Esa voz inconfundiblemente era la del director, su tono era nervioso. Salimos de la clase y nos mezclamos con los alumnos de cursos superiores. Mi instinto sabía que nada bueno iba a salir de ahí. Miré nervioso a ambos lados y aprovechando la confusión me deslicé lenta y ágilmente hasta ponerme detrás de una columna. Tragué saliva y me quedé en silencio durante dos minutos. Cuando ya no se oían pisadas salí con cuidado y volví a la clase. Guardé mis cosas en un santiamén y marqué el número de casa. Mierda...mis padres a esa hora estaban trabajando. Mordí mi labio y con cuidado fui hasta la salida, pero me detuve enseguida al ver dos hombres a ambos lados de la puerta.
Fruncí el ceño y fui hasta la puerta trasera. Ahí no había ningún gorila. Abrí la puerta y lancé mi mochila por encima del muro. Retrocedí unos pasos y me impulsé hasta llegar a lo alto del muro. Sonreí y di gracias a mi constitución física. Siempre había destacado entre los demás omegas por ser más fuerte y alto que la mayoría. Había veces que me confundían con un beta, y unos pocos alguna vez llegaron a confundirme con un alfa. Los rasgos de un omega no estaban en mí, no era delicado, ni tenía la cara estereotipada de un omega. No tenía el pelo claro, ni ojos azules o verdes, si no todo lo contrario. Mis ojos eran castaños y pequeños, casi asiáticos. Mi cabello era negro azabache. Por estos rasgos muchos omegas se me insinuaban continuamente, aunque siempre los rechazaba. Lo único bueno es que pasaba desapercibido para la mayoría de los alfas, y no tenía que sufrir el acoso de estos. La única cosa en común que tenía con los omegas era el celo. Lo odiaba con toda mi alma. Este lo había pasado hace unos pocos días, y mi olor aún era más fuerte de lo que debía. Los supresores eran un lujo que no me podía permitir. Una simple pastillita te costaba 35 euros.
Bajé del muro de un salto y cogiendo la mochila troté hasta estar fuera del alcance de los golems. ¿Por qué habrían ido a mi edificio? Era una incógnita que no estaba dispuesto a resolver. Si mi instinto me decía que me fuese de allí, le hago caso encantado.
Cogí el autobús y en un cuarto de hora había llegado a casa. Entré al portal y saludé al portero. Llamé al ascensor y pulsé el número 3. Saqué las llaves y entré en casa, no se oía nada, por lo que debía de estar vacía. Me metí en la habitación y me tiré en la cama. Ahora que lo pienso...la cara de ese hombre me sonaba. Intenté recordar, pero no me salía nada. Bostecé y encendiendo el portátil me puse hacer el trabajo que habían mandado. Más tarde preguntaría a alguno de mis compañeros si habían puesto tarea. No tenía ningún lazo especial con miscompañeros. No había considerado a nadie nunca un amigo, simplemente parecía que me tenían bastante respeto y no se acercaban a mí, preferían mantenerse alejados. Quizá porque era diferente a ellos, quién sabe.
Ya eran las 14:30 y por fin había acabado todo el trabajo. Me estiré y fui a la cocina. Había una nota de mi madre.
"Compra algo en el súper cielo, ni tu padre ni yo podremos volver antes de las 19:00, te dejo el dinero"
"P. D.: No intentes cocinar, no quiero ver la cocina destruida"
Vaya...que confianza tienes en mí mamá... Cogí el dinero y poniéndome una sudadera salí y caminé unos diez minutos hasta el supermercado. Cogí una caja con comida preparada que sólo hacía falta calentar y fui a pagar. Cuando me iba, algo me paró. Retrocedí y miré las televisiones que había en el escaparate. No me importaban las televisiones...si no su contenido.
Samuel de Luque...gran empresario, después de lograr expandir su empresa por toda Europa ha llegado por fin a América...Samuel de Luque... Abrí la boca y por poco se me cae al suelo. Ahí estaba ese hombre. El hombre que había ido a la universidad. Por poco y se me cae la bolsa de las manos. La mujer que le estaba haciendo la entrevista parecía encantada a su lado. Él le sacaba una cabeza y media e iba vestido con un traje azul oscuro.
De pronto se me vino a la cabeza una idea que me dio de lleno en el estómago...y si...ese hombre...¿sólo venía a la universidad por entrevistas de trabajo? ¿Y si mi instinto se había equivocado y había perdido la oportunidad de mi vida?
Eché mi cabeza atrás y suspiré mas fuerte de lo que debía. A paso más lento de lo normal volví a casa. Me enfadé conmigo mismo. Igual esa gente que se llevaba no volvían porque iban a trabajar a América...Entré al portal con la cabeza gacha y cuando estuve en el ascensor choqué mi cabeza contra la pared produciendo un gran sonido. ¡Tonto! Revolví mi cabello y volví a suspirar. Bueno, tampoco es el fin del mundo, siempre vuelven cada tres meses. En tres meses volveré a verlo, y conseguiré que me den ese trabajo.
Cuando se abrió la puerta del ascensor una sombra me cubrió por completo. Dos...¿golems?
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Un omega diferente
FanfictionLa sociedad ha avanzado en la última década y los omegas ya no están tan reprimidos. Pueden estudiar, y a pocos se les obliga a casarse. Guillermo, o como sus padres lo llaman, Willy, está estudiando una carrera. Casi no tiene problemas por no ten...