Parte 33 Sonrisa

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L- ¿Crees que no he traficado con más jóvenes? Algunos ni si quiera han nacido y ya son míos.

W-...Eres un monstruo.

L- ¿Y?

Me quedé callado y llegamos a una puerta blanca. Él la abrió y me indicó que entrase primero.

Di unos pasos y me quedé en el medio de esta. Era una habitación enorme, decorada con blanco y gris.

L- Ahora, quítate el albornoz. Y el collar.

Por un momento me entró el pánico, hasta que recordé las palabras de Samuel.

S- Cuando te lo pongas guardaré la llave del candado.

W- ¿Candado?

S- Ese agarre metálico que hay a ambos lados en un candado. Una vez que se abroche ya no se podrá quitar.

W- No me lo puedo quitar.

L- ¿Qué?

W- No...no se puede abrir sin la llave.

L- ...Vaya mierda.

W- ¿Por qué querías que me lo quitase?

L- Quería ver por mis propios ojos la mercancía. Es raro que nadie te haya marcado aún.

Mordí el interior de mi mejilla y tragué con dificultad.

W- Tenía...novio en la Universidad, pero no llegamos a...

L- Según mi información tu Universidad era exclusivamente de omegas.

W- Él...iba a otra.

Le miré a los ojos y al segundo los bajé. Esta vez estaba serio, y tenía los ojos clavados en mí.

L- Su nombre.

W- ¿Por qué?

L- Sólo lo quiero saber, por charlar.

Ya...claro. Estaba seguro, de que sabía que estaba mintiendo.

W- Sa...ns.

L- ¿Sans?

Asentí con la cabeza y miré mis pies mientras el silencio se hacía más intenso.

L- Un nombre raro, ¿no crees?

Cerré los ojos cuando una de sus manos se posó en mi mejilla y agarré con fuerza la cuerda del albornoz.

L- Bueno, dejemos eso de momento. Quítate el albornoz.

Tiré de la cuerda y dándome la vuelta dejé caer la prenda al suelo.

Mi piel estaba de gallina, no podía creer que esto estuviese pasando.

L- Ve al sofá y vete preparándote.

W- ¿Prepar...?

L- Que te metas los dedos si no quieres que lo haga yo.

W-...no

L- Hazlo

Negué con la cabeza y di marcha atrás mientras él se acercaba.

L- ¿Tan pronto te olvidas de un trato? ¿Qué pasará con el pobre niño si me desobedeces?

W-...

Di unos cuantos pasos hacia el sofá y me subí a este quedando de espaldas a él y apoyándome en el respaldo.

Cuando tenía el celo era diferente, entraban mejor. Lamí el dedo corazón y tanteé mi entrada. Mi cuerpo no respondía, sentía que no me relajaba.

Un omega diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora