Parte 31 La primera noche

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Levanté mi brazo y dirigí mi puño a su cara, pero él lo interceptó y cerró su mano alrededor de mi muñeca herida. Grité de dolor y mi vista empezó a volverse borrosa.

L- ¿Ves lo que ganas por hacer el tonto?

Apretó aún más su mano alrededor de mi muñeca y sentí cómo sus uñas se clavaban en las heridas que aún estaban abiertas.

W- ¡Para! para...

Mi ojos se cerraron poco a poco y lo último que vi fueron sus ojos y su sonrisa.


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L- Vilg.

Alguien...

L- Vilg.

Alguien estaba...

Abrí mis ojos de repente cuando algo frío tocó mi mejilla.

L- Por fin.

W-...¿Qué...? ¿Donde estoy?

L- Estás en casa.

Fruncí el ceño y me levanté dispuesto a alejarme de él, pero mis piernas no respondieron y acabe tirado en el suelo.

L- La droga aún está en tu cuerpo, no te esfuerces.

W- La droga...¿¡Qué me diste!?

L- Sólo fue un sedante. ¿Quieres vomitar?

W- Ya vale...no quiero nada de ti.

L- Qué mal, pensé que Samuel te había entrenado mejor. Ni siquiera evitas mirarme a los ojos.

W-...

L- Ya que no puedes caminar, vamos a aprovechar la oportunidad.

Me cogió de la cintura y me impulsó tirándome a un sofá.

L- Desnúdate.

W- Qu..

L- Dije que no te pegaría, eso fue cuando pensé que sabrías comportarte mejor. Creo que un poco de disciplina no te irá mal.

W-...

L- A qué esperas.

W- Espero a que te pudras.

Él sonrió y lentamente su mano se posó en mi mejilla.

L- Respuesta equivocada.

Por un momento pensé que me había abierto la mejilla. El dolor de la bofetada se extendió rápidamente y mi labio empezó a sangrar, manchando la camisa.

L- Si no te desvistes, cuando acabemos no quedará ni sombra de lo que era tu cara, así que te aconsejo que no me desobedezcas.

W- ¿Piensas que soy...tan débil como para no aguantar una paliza?

L-...Tienes cojones crío...pero haciéndote el valiente no vas a conseguir nada.

Así comenzaron los golpes, uno tras otro durante minutos u horas, hacía bastante que ya había perdido el sentido del tiempo. Sus golpes cada vez dolían menos, creo...que me estaba quedando sin sensibilidad. Mis ojos se cerraban poco a poco. Su figura se difuminaba hasta que ya sólo se podía distinguir una sombra enorme sobre mí.

L- ¿Ves lo que me haces hacer?

Se apartó de mí y giré la cabeza para escupir un poco de sangre, es un milagro que ningún diente me haya saltado...

L- Vendrán a lavarte, estás asqueroso. Dormirás aquí hasta que dejes esa actitud, pero no creas que he acabado contigo. Volveré mañana. 

Oí el sonido de la puerta y por fin pude cerrar mis ojos.

Un omega diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora