Parte 30 Jaguar

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Negué con la cabeza y fui al baño. Parecía un collar de perro, pero al menos serviría para tapar la marca de Samuel y evitaría que ese hombre me mordiera.

W- Bueno...

Me quedé sin palabras. ¿Cuánto tiempo había estado en el baño?

Samuel se había puesto un traje completamente negro sin corbata.

W-...Te vistes rápido.

Sonrió y avanzó hasta mí, pero antes de poder tocarme, Rick apareció por la puerta.

R- Están aquí.

S-...Date la vuelta. Rick, espera en el pasillo.

Me di la vuelta mientras Rick salía de la habitación y segundos después noté mis manos siendo esposadas a la espalda.

W- ¿Qué haces?

S- Lo siento, tiene que ser así. 

Se puso frente a mi y me besó mientras acariciaba mi mejilla para después apartarse y ponerme un antifaz.

W- Samuel...

S- Escúchame. No hables hasta que él te lo diga, y no le mires. ¿Vale?

Asentí y bajé la cabeza nervioso.

S- Bien...te quiero. Vamos.

Me guió para salir de la habitación y bajar las escaleras. Después andamos unos metros hasta que oí el sonido de una puerta y me guiaba hasta un sofá.

Le iba a preguntar donde estábamos, pero me mantuve callado. Tenía cerrada la garganta, y no podía evitar mover mis pies nerviosamente.

R- Señor, están en la puerta.

S- Bien, no te muevas de aquí.

Dijo tocándome la cabeza.

Asentí con la cabeza y después la puerta volvió a cerrarse. Dios...tomé aire varias veces y me mordí el labio. Joder...joder joder joder...

Levanté la cabeza y me pegué más al sofá cuando oí muchas pisadas avanzando en mi dirección. Tragué saliva, y mordí mi labio con fuerza cuando se abrió la puerta.

W-...

S- En perfectas condiciones.

x-Uhm, quiero verle los ojos.

Escalofríos recorrían mi cuerpo...distinguía el olor de Samuel, pero había por lo menos otros siete olores. Todos de alfa.

Una persona me quitó el antifaz y como dijo Samuel no levanté la vista.

x- Levanta la mirada.

Abrí los ojos y fue como si un rayo impactase contra mi cuerpo.

Levanté la mirada poco a poco y me encontré con unos ojos preciosos, y a la vez fríos como el hielo.

Apreté los dientes cuando el hombre portador de esos ojos avanzó. Era alto, de ojos bicolor y pelo rubio. 

x-...¿Y?

Dijo a la vez que cogía mi mentón y elevaba más mi cabeza. Estaba claro que era ruso, su acento era fuerte.

x-...¿Cuánto costaba?

W-...

Fruncí el ceño pero mordí mi labio para evitar soltar algo que seguramente me costaría un puñetazo como mínimo.

S- Te lo dejaré en 100 millones.

x- ...Aposté 120, ¿por qué la rebaja?

S- En todo este tiempo no he podido doblegarle. Está claro que ahora es más dócil, pero aún intenta escapar y se niega a cooperar en algunas situaciones.

Un omega diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora