Carità.

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—... Espera... Espera... Espera...— los ojos castaños de su marido no pueden permanecer en sus orbitas por lo visto.

—Es que... Llamaron del orfanato—

—¿Y que quieren? ¿¡Qué devuelva a mis bambinos?!— se cruza de brazos frunciendo el entrecejo.

—N-No precisa... ¡Gha!— el rubio tiembla con la expresión de su marido.

—¡Ya pagué por ellos casi diez años, sino es que más! ¡Tengo heridas de batalla!— se levanta la camisa mostrando una enorme mano marcada en su abdomen, un buen manotazo propiciado por sus hijos. —¡Son MI problema aho...! Pensándolo bien...— sostiene su mentón —¡MOCOSO DE SATANAS, PARIDOS POR LOS MISMISIMOS SIETE PECADOS Y EDUCADOS POR TRUMP HAGAN SUS MALETAS!— McQueen suspira mientras se posa sobre la cama separando sus muslos, luciendo los bóxers "prestados" de su pareja y una camiseta enorme igualmente, "prestada".

—¡Mh... Mhg... Nha... Ah... AHHH F-Fran... Francesco!— el italiano parece quedar en blanco, mirando a su pareja con hambre.

—Sono eccitato ora, piccola (Ahora estoy exitado, pequeño depravado)— apoyando sus manos a los costados del pequeño cuerpo de su pareja sonríe pasando la punta de su nariz por su desnudo cuello.

—Bien, por lo tanto y si quieres caricias me vas a dejar terminar— el rubio lo empuja con uno de sus píes. —La señorita Constancia dice que tiene a una pequeña que busca un hogar... Y visto que resultamos ser buenos padres...—

—¿¡Qué!? ¿Y ahora nos quieren meter a una mocosa por la fuerza? ¿Luego que? ¿¡Tener sexo conmigo?!—

—¿Porque tiene que ser contigo? Yo también soy atractivo— McQueen se cruzó de brazos mirando a otro lado.

—¡Ja pero yo soy caramelo tentación, no blanco pasiva!—.

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—Supongo que te lo ganaste— Jill sonrió rascando su mejilla sosteniendo una bolsa con hielo sobre la mejilla de su padre.

—Eso no es verdad, mocoso hiperactivo... ¿qué tienes ahí?— el "caramelo pasión" parpadeó un par de veces mirando un par de hileras de afilados dientes marcando el cuello y parte del hombro de su hijo. Jill reacciono dando un respingo y apartándose.

—Es alergia—

—¡En mis tiempos le llamaban calentura!— soltó sosteniendo a su joven hijo de la oreja.

—¡Mierda, viejo, me duele!—

—¡Ah pero no te dolió mientras consentono di contrassegnato come una mucca (consentias que te marcaran como a una vaca)!—.

—¡Viejo! ¡Yo no te doy tirones en las orejas cuando te follas sin pudor alguno a papá! —  chilló tironeando para que su padre lo soltara.

—¡Francesco!— la voz de su pareja suena en la cocina. El rubio está frente a el cruzado de brazos y claramente molesto, aunque su puchero solo cause una punzada de ternura en su hijo y marido.

Ambos miran al rubio en silencio y terminan por soltar una exclamación de ternura desconcertando a McQueen.

—... Awww papá, luces adorable...— suelta Jill sonriendo le a este que frunce el ceño nuevamente golpeando la cabeza de su hijo y abofeteando a su marido.

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—Hoy traerán a Sakura... La señorita dijo que era una chica muy linda y me gustaría tener una hija, así que ya saben como comportarse...— McQueen sonrió dejando el último y delicioso platillo sobre la mesa.

—... ¿Porque tanto alboroto?— Alister sale de su habitación rascando su abdomen por debajo de la camiseta con las palabras "Sugar Daddy" en esta, se estiró mostrando los apretados bóxers. —¿Donde está el enano?— miró a todos lados en busca de Max. En ese instante todos se percataron de su falta.

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—... Gracias por acompañarme a casa, Luzbel— el bajito chico sonrió con las mejillas sonrosadas.

—No hay de que... Tal vez pueda darte esas lecciones de anatomía que necesitabas— guiñó hacía el más joven que lo miró respingando en sorpresa abrazándose a el.

—... N... No es necesario...— murmuró presionando su mejilla contra el abdomen de Luzbel.

Non si allontanano(No me des la espalda)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora