Masculino {BTS-Vmin}

Estrellas 17-

No lograba imaginarse a nadie que pudiera haberle hecho eso, no se consideraba el tipo de persona que tuviese enemigos, de hecho, apenas y sí tenía amigos, pero también cabía la probabilidad de que alguno lo odiase por su estupidez y timidez, por todos los alborotos que comete consigo mismo, o sea... Es que Jimin también se odiaría, pero eran demasiadas emociones las que buscaban explotar en su interior. Hasta ayer no creía que alguien podría gustar de él y entonces Taehyung le confesó sus sentimientos, y hasta ahora pensaba que no tenía enemigos y alguien había confabulado en su contra.

-Yonghwa hyung... Yo no sería capaz... -susurró antes de sorber su nariz, las lágrimas caían sobre sus mejillas como si se tratase de cascadas.

-No lo sé, Jimin... Esto es algo muy serio... Yo sé que tienes estos trastornos... -Jimin lo observó y pareció haberse puesto a llorar aún mas, o eso es lo que Yonghwa creyó ver- Digo, eres demasiado sensible y tímido, hasta ahora te había considerado completamente inofensivo. Pero esta acusación es bastante fuerte y es mi deber supervisarlo y arreglar el problema, por ahora, tendrás que colaborar y acompañarme para hablar con el señor Thómas, él quiere tener una charla contigo

Asintió resignado, apenado por la situación. Emprendieron camino hacia dirección y Jimin secó su rostro con sus nudillos antes de que abriesen la puerta que Yonghwa había golpeado hace unos cuarenta segundos. La puerta se abrió, el señor Thómas se asomó y asintió con un pequeño movimiento de cabeza, Yonghwa también asintió y dio un paso atrás desviando su atención a Jimin, quien temblaba y sorbía su nariz constantemente.

-Ve, yo me quedaré aquí sentado, esperando a que salgas -el hecho de que aquella petición sonase más a una orden estricta le provocó un escalofrío y el nudo que se alojaba en su garganta acrecentó.

Arrastrando los pies y dando pasos cortos y precisos, Jimin entró a la oficina del señor Thómas, el viejo asistente escolar se acomodó las gafas sobre el puente de la nariz y suspiró.

-En realidad... -comenzó, pasando una mano por su rostro, suspiró y volvió a acomodar las gafas, observó al estudiante de rojiza cabellera y baja estatura e hizo una mueca- Yo no debería ser quien te dé esta charla, sino el director -notó al menor temblar en su lugar y sintió lástima- Pero has corrido con suerte, porque se ha enfermado y me ha dejado a cargo

-Señor Thómas, yo no... He hecho nada... Yo no sería capaz -sucumbió ante el llanto una vez más, sus dedos ya se encontraban sangrando y se retorcían nerviosos contra sus muslos en busca de algo a lo que aferrarse, lástima que se hubiese puesto aquel pantalón tan ajustado.

-Hay razón en el hecho de que te ves como alguien que no sería capaz ni de matar una mosca, pero hay un testigo que asegura haberte visto usar un examen ya resuelto para rellenar el tuyo -entrelazó sus dedos, apoyó sus codos sobre el escritorio y su mentón descansó sobre la maya formada por sus dedos unidos.

-Yo nunca hice algo así -afirmó con su voz nasal, temblorosa y llena de jadeos y sollozos.

La puerta se abrió y se escuchó un murmullo pidiendo permiso por la intromisión, entonces Jimin alzó la mirada y las lágrimas se agolparon con mayor fuerza hasta caer como si de un aluvión se tratase por sus mejillas. Seokjin se imponía con tal egocentría mientras daba pasos hacia el sensible chico que lloraba en la oficina que a Jimin se le revolvió el estómago y sintió unas enormes ganas de gritar, se saltar sobre el cuerpo de Seokjin y tirarle su perfecto cabello, nunca había sentido todas esas emociones, solía ser demasiado tímido, retraído y sensible como para llegar a molestarse con alguien y tener una necesidad insaciable de golpear a esa persona ¡Golpearlo!

-No crea en sus lloriqueos, esos lagrimones los puede hacer cualquiera. Yo sé lo que vi -hablaba con tal seguridad que Jimin empuñó las manos y tensó la mandíbula mientras las lágrimas seguían su curso sobre su rostro.

-Yo no he hecho nada malo -gruñó, y se sorprendió de sí mismo al escucharse gruñir, su corazón palpitaba con fuerza y sus uñas antes manchadas con la sangre de sus dedos pellizcados se incrustaron en sus palmas.

-¿A no? Pues tu sentido moral debe estar bastante mal si dices no haber hecho nada malo luego de hacer trampa en un examen tan importante -el cinismo de su voz casi le arrebata la cordura que aún quedaba en su pequeño cuerpo, Jimin de verdad esperaba que Seokjin se detuviese. Tenía miedo de él mismo, no sabía cómo controlar todas esas emociones que se surtían en su interior con tanta fuerza.

-Está bien, calmense los dos -habló finalmente el señor Thómas, impidiendo que los dos estudiantes de pie frente a él siguiente aquella pelea indiscreta, en donde se notaba que el joven Jimin estaba siendo bastante afectado. Lo más probable es que fuese mentira, que el chico que lloraba a mares y temblaba como si estuviese en pleno terremoto dijese la verdad cuando cuando explicó que nunca seria capaz de hacer algo así, pero darle la razón a cualquiera de los dos sin pruebas a mano no favorecería la situación en nada-, voy a dejarlo pasar, sólo cuiden ambos que no vuelva a suceder

-Gracias -susurró Jimin sorbiendo su nariz.

-No puede simplemente dejarlo pasar -demandó con firmeza, su ceño se había fruncido levemente.

-Por supuesto que puedo, estoy a cargo y he tomado esa decisión

-Es una decisión absurda -rugió.

-¿Está usted a cargo, joven Kim? -una sonrisa cosquilleó en los labios de Jimin, más suspiró y limpió su rostro con ambas manos.

Seokjin se retiró sin decir palabra alguna y Jimin esperó un poco frente a la puerta antes de abrir.

-¿Cómo te ha ido? -le preguntó Yonghwa levantándose de su asiento y dando un par de pasos para estar más cerca del de cabello rojizo- Vi a ese chico, Seokjin, salir hecho una furia