Voces 26-

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-•-•-•-•-•-Dos meses después-•-•-•-•-•-

Esa noche, después de un par de inhalaciones, cremas humectantes, cepillar sus dientes y cortar sus uñas, Jimin se quitó la ropa para poder cambiarse a un pijama y dormir comodamente.

Una mueca se instaló de forma instantanea en su rostro al notar las grandes marcas que tenía en sus piernas, era un tema delicado, algo que a Jimin no le gustaba ¿Cuántas veces se había enterrado las uñas en la misma zona? Había perdido la cuenta. Sus muslos se veían horribles, era algo que deseaba ocultar con todas sus fuerzas, por ello y un par de cosas más, seguía complicándole el hecho de dejarse llevar con Taehyung.

Sí, le encantaba el rosado y amaba estar rodeado de sus hermanas, ser consentido y actuar como un bebé. Sí, desconocía bastantes cosas y por tanto, era bastante inocente en muchos sentidos. Pero, todo aquello no quitaba un pequeño detalle: Jimin seguía siendo un chico, más que eso, un hombre. Evitó a toda costa hacer lo que los chicos hacían en su adolescencia, cuando estaba entre los trece años y los dieciséis, pero ahora, con dieciocho años y un novio, Jimin comenzaba a querer experimentar.

¿Qué pasaba si, dejándose llevar, Taehyung veía esas horribles marcas? Moriría de vergüenza, era algo que lo atormentaba, era un gran complejo, algo que ni sus hermanas sabían, a excepción de Sarah, sólo ella tenía conocimiento de ello y agradecía su silencio.

Se quedó sentado en la orilla izquierda de su cama floreada observando sus muslos, mordió su labio inferior y acarició la zona, suspiró y se apresuró en cubrirlas con un pantalón de pijama en tono celeste pastel. Se vistió además con la camisa a conjunto también celeste pastel y se metió entre las cobijas, dispuesto a dormir.

Pero los recuerdos de todo lo que últimamente pasaba entre él y Taehyung lo invadieron. Los besos eran cada vez más subidos de tono, sus manos comenzaban de a poco a buscar más contacto y, aunque era algo vergonzoso, también le había dejado una marca en el cuello al mayor, y este la mostraba con bastante orgullo.

Luego de varias vueltas enrollándose con las mantas, logró conciliar el sueño, despertando una hora más tarde que su alarma.

-Nooo -se levantó de golpe, ¿pasaría algo malo si faltaba a clases? Lo meditó un momento y, decidiendo que había una primera vez para todo, se volvió a recostar entre sus cobijas y cayó nuevamente en un profundo sueño.

Dos toques suaves en su puerta lo despertaron, hizo un puchero, suspiró, bostezó, se sentó perezoso en el acolchado y volvió a escuchar los golpecitos, por lo que terminó levantándose. Abrió la puerta y rascó su mejilla observando al chico que le devolvía la mirada con su ceño levemente fruncido.

-¿Yonghwa hyung? -murmuró antes de cubrir su boca para bostezar nuevamente.

-Hola, Jimin. Por cosas de protocolo vine a verte, ya que... faltaste a clases -el más bajo se hizo a un lado, dejando entrar al presidente de su clase, sintiéndose avergonzado de pronto.

-Ah, sí... -cerró la puerta y jugó con sus manos en silencio, esperando a que el mayor hablase.

-Bueno... ¿Por qué lo hiciste? Es todo lo que necesito -alzó su libreta a los ojos de Jimin y sonrió con amabilidad- ¿Te sentiste enfermo?

-No... es que mi alarma no sonó -murmuró con sus mejillas rojas, Yonghwa asintió lentamente y anotó en su libreta.

-Pues entonces nos vemos, por cierto, la hora del almuerzo ya pasó, creo que deberías comer algo -sonrió a modo de despedida y salió de la habitación ajena.

Jimin suspiró, nunca había conocido a un presidente de clase tan preocupado y guiado por protocolos como lo era Yonghwa. Todavía recordaba la vez que él lo encontró en su peor momento, sintió un escalofrío y arrastró los pies hacia su armario.

Recorrió con sus ojos las prendas coloridas al interior del mueble, rascó su brazo y dio un respingo cuando escuchó la puerta abrirse sin previo aviso, volteó a ver de quién se trataba y una sonrisa nerviosa se instaló en su rostro al ver al pelicastaño.

-Hyung, ¿qué hace aquí? -se sonrojó al recordar que seguía en pijama, más no tuvo oportunidad de correr a cambiarse o esconderse, pues ya se encontraba entre los brazos del mayor.

-Te extrañé, no fuiste a clases -besó su mejilla, inhaló su aroma y suspiró, como si todo aquello lo hubiese recargado.

-Hyung... -mordió su labio inferior y, con lentitud, posó sus manitos en la espalda del más alto.

-¿Por qué faltaste?

-Me dormí...

Taehyung se apartó suavemente del cuerpo más pequeño y depositó besitos en sus labios, el pelirrojo los correspondió sintiéndose desmayar, recordando todo lo que había pasado por su mente la noche anterior. Dios, no quería seguir dándole tantas vueltas al asunto, pero sus piernas eran...

-Tengo hambre, hyung -alcanzó a decir antes de ser atacado por los labios y lengua de Taehyung, había dicho eso con motivos de huir, pero era un plan fallido. Con sus puños se aferró a la camisa del más alto y le siguió el beso, dando cortos pasitos hacia atrás cuando sentía que Taehyung intentaba acercarse demás, reaccionando tarde a las intenciones de este, cuando ya lo había logrado.

Tirarlo a la cama y atraparlo entre su cuerpo y el colchón.

-Hyung, yo... -volvió a ser callado por la boca ajena, sintió sus caricias, haciéndolo suspirar. Torcía sus dedos en un intento por calmar sus nervios, Todo estará bien, se repetía en su mente cuando Taehyung metió una mano por debajo de la tela de su camisa de pijama.

-Sólo quiero sentirte un poco, Jiminie -murmuró cortando el beso-. Quiero hacerte sentir cómodo conmigo, quiero disfrutar de estos momentos, sólo... no pienses que te estoy presionando, si no quieres... -siguió acariciando el abdomen del menor, Jimin quería llorar.

Precisamente esas palabras eran las que lo presionaban, él quería hacer todo lo que Taehyung quisiese, quería que estuvieran bien, quería borrar esas cicatrices de sus muslos, quería experimentar, quería sentirse libre, quería dejar de tener esos tics nerviosos, pero eran parte de él y parecía ser que por más que trabajase en ello, no pararía.

En un intento por olvidarlo todo atrajo al mayor e inició otro fogoso beso, desesperado por dejar de sentirse inseguro, por sentir que todo estaba bien, desesperado por dejar de sentir inmensas ganas de arrancarse la piel de sus dedos como siempre. Pero el beso no estaba funcionando, no cuando Taehyung lo acercaba más a su cuerpo y paseaba sus manos por el borde del elástico de su pantalón. Creyó que iba a ser capaz de vomitar su propio corazón en cualquier momento, empujó el cuerpo del mayor y corrió fuera de su habitación dejando sus lágrimas caer, cubriendo sus oídos para no escuchar los gritos de Taehyung llamándolo.

Chocó contra un cuerpo cuando ingresó por la primera puerta conocida que visualizo y se abrazó a este sin importarle nada.

-¿Jimin? -tragó saliva al escuchar el llanto tan amargo que el pelirrojo tenía.

Desde que había regresado, y luego de esa conversación incómoda y dolorosa para Jimin, Jungkook se había convertido en un buen amigo, y por esa razón ahora recurría a él para desahogar sus penas, aunque hubiese preferido estar entre los brazos de Sarah, Anastacia o Meri.

-T-tengo miedo de... de... de q-que Taehyung me deje -fue capaz de decir una vez más calmado, Jungkook trazaba círculos en su espalda para apaciguar su tristeza y sonrió con ternura al escucharlo.

Taehyung restregó sus manos en su rostro, sin saber qué hacer, no había sido consciente de las inseguridades que rodeaban a su novio hasta ese momento, escuchando a hurtadillas la conversación que Jungkook y Jimin mantenían.

Masculino {BTS-Vmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora