Tormenta -16

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-¡Por fin has venido! -Jenie se lanzó a sus brazos mientras Meri canturreaba una bienvenida, las gemelas corrían de un lado a otro mientras Cameron mecía a Hyorim con cautela, Sarah bajaba las escaleras con pereza mientras Victoria tropezaba con uno de los escalones al final de estas, Celine buscaba el mejor ángulo con la cámara de su celular recientemente comprado, Anastacia mascaba chicle atendiendo algunas cosas de la cocina, Luciana metía los dedos en salsas y picoteaba de extremo a extremo, Leslie hablaba por teléfono y Jimin seguía siendo sofocado por los brazos de Jenie, hasta que su madre interpuso su brazo quejándose de que ella era la progenitora y por tanto le correspondía pasar más tiempo con su pequeño.

Definitivamente extrañaba sentirse sofocado, ser mimado, ser el centro de atención, extrañaba a sus hermanas y a su madre. Además, los pasteles de Victoria eran los mejores y Anastacia sabía el punto exacto en que debían mezclarse los sabores en una salsa para nachos. Suspiró mientras masticaba todas esas comidas caseras y sin gluten para evitar el cáncer -cosas de Meri, la verdad no sabía nada de eso- y sonrió achinando sus pequeños ojos hasta el punto de ser casi inexistentes cuando, entre tropiezos y risitas traviesas, Camila y Catalina aparecieron frente a él con una torta de un tono rosa, muchas fresas encima y dieciocho velas encendidas.

-¡Pide un deseo, Jiminie! -gritaron al unísono entregando la torta a Celine.

Obedeció sin más, cerrando sus ojos frente a las velas y cediendo su oxigeno para apagar el fuego, escuchó los aplausos y la melodía de la conocida canción del feliz cumpleaños en conjunto a las voces no tan melodiosas de sus hermanas y su madre.

-Las he extrañado mucho -dijo en cuanto su pequeño festejo dio fin, bastante tarde era ya, pero poco importaba si se estaba rodeado de familia, de afecto, de comida y de pasteles rosados.

-Evitemos el momento sentimental -rodó los ojos y tomó un puñado de nachos, untándolos en salsa antes de echárselos a la boca.

-Anastacia, mantente en silencio -ordenó Meri frunciendo el entrecejo.

-Bah, da igual -bufó.

-No nos extrañes demasiado, después de todo somos tus hermanas y siempre podrás contar con nosotras, además, puedes venir a vernos siempre que quieras y puedes llamarnos si necesitas que alguna vaya a verte -intervino Leslie en aquella discusión y Jimin le sonrió complacido y asombrado-, y... Lo más importante ahora, lo que nos tiene a todas intrigadas es...

-Jimin, sólo dinos si ya tienes novio -sonrió Victoria, observándolo con complicidad.

-¡Jimin tiene novio! -gritaron las gemelas alzando los brazos logrando  así que las mangas de su suéter se encogiesen.

-Yo no... -sintió sus mejillas calientes y mantuvo la mirada baja jugando con sus dedos.

-¿Con quién has celebrado tu cumpleaños y cómo lo han celebrado? -cuestionó su madre antes de probar un poco más de pastel.

-Mamá... -tembló ante la cantidad de ideas que cruzaron su mente acerca de lo que podría estar imaginando su madre.

-¿Qué? -alzó una ceja mientras masticaba.

-Ayer yo... Tuve una cita -murmuró apretando con fuerza la tela de su pantalón y observando detenidamente como sus nudillos se volvían blancos ante el exceso de fuerza. Eran los nervios intactos del recuerdo de su mejor cumpleaños; "Me gustas" y sus mejillas se calentaron dejando frente a sus hermanas una declaración discreta por lo que muchas sonrieron con complicidad.

-Jiminie está enamorado -susurró Sarah con un peluche de Winnie the pooh que presionaba contra su pecho entre sus brazos, su voz rasposa y sus ojos somnolientos.

-¡No! -se puso de pie con el color rojo brillando por todo su rostro e hizo un gran puchero al momento en que todas comenzaron a reir- No es así... -murmuró volviendo a su asiento.

-Bueno, bueno, como digas -Cameron habló mientras le daba el biberón a Hyorim, su mamá la observaba enternecida.

-¿Cómo es? -los ojos de Leslie brillaron de emoción, a pesar de que sentía un poco de envidia de aún no encontrar al chico perfecto.

-¿Cómo se llama? -preguntó Celine apartando su mirada del celular interesada en su único hermano.

-Pues... -su pierna se movía inquieta debajo de la mesa, sus dedos se pellizcaban entre sí y mordía su labio con ferocidad, pensar en Taehyung y estar con sus hermanas no eran una buena combinación, Dios, es que Jimin podría morir en ese momento sólo de la vergüenza y de los nervios.

-¿No es ese chico... Nuestro vecino nuevo? -consultó Luciana, con bastante más interés en comer que en conversar, mantenía su vista en la comida y masticaba los picoteos como si lo que acabase de decir no hubiese provocado un silencio en la mesa, como si no hubiese logrado un impacto en la familia, como si Jimin no se hubiese puesto más nervioso y colorado de lo que ya estaba. No, para Luciana definitivamente todo eso había pasado desapercibido, excepto el hecho de que se habían acabado los nachos ¿Qué haría ahora sin nachos?

Llegó a la universidad y entró por la puerta celeste dejándose caer exhausto sobre la cama apenas cerró su puerta y soltó el bolso. Cerró los ojos y soltó un suspiro agotador, pensar en aquella cena de cumpleaños con la familia le hacían querer llorar, que todas supiesen ahora acerca de Taehyung lo inquietaba y lo avergonzaba de cierta manera.

Unos  nudillos chocaron contra la puerta indicándole a Jimin que alguien lo buscaba y se levantó con pereza caminando hasta el rectángulo de madera antes de abrir y encontrarse con el presidente del centro de alumnos.

-Oh, Yonghwa hyung... Hola, ¿Qué...?

-Jimin, me ha llegado un rumor acerca de que te robaste las respuestas del examen que hubo antes de finalizar las clases...

-¿Q-qué? -frunció el ceño y retrocedió un paso sintiendo su corazón acelerarse, ¿Quién había dicho eso? Jamás sería capaz.

Masculino {BTS-Vmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora