Capitulo 6: Retiro espiritual

12 0 0
                                    

-Pero si estamos todos...- hablo Gregorio casi gritando.

-Sí, pero ya nos íbamos- trate de sonreír lo más amable posible y al mismo tiempo escaparme de ahí.

-Quédense, podemos divertirnos mucho- mostro sus dientes amarillos.

-No en serio, estamos cansados- respondí con un pie casi afuera del bar.

-Otro día será- hablo Teo antes de salir del lugar completamente.

En cuanto estuvimos fuera del local sentí que alguien además de nosotros salió.

-Empeza el camino para tu casa, desviate en la primera que puedas- le dije cas susurrando.

-Está bien, pero subí adelante. Si nos tiran algo, que lo tiren a mi- lo dijo tan seguro que ni seme ocurrió retrucarle. Me subí a la moto y él se puso detrás de mí. Sabía que no iba a pasarme nada, Teo era como un escudo, el me mantenía como en una burbuja de protección.

 Cuando ya habíamos viajado y desviado bastante, empezamos a buscar un lugar donde dormir. Hasta que lo vimos: un monasterio. Teo estaciono la moto y caminamos hasta la gran puerta de madera.

-¿En qué puedo ayudarles? - pregunto una monjita vieja, cuando tocamos las puerta.

-Nosotros no tenemos donde dormir, estamos un poco perdidos- explico Teo.

-Bueno por hoy pueden quedarse acá, solo no hagan mucho ruido que las hermanas duermen.

Nos adentramos al lugar y la monjita nos llevo a un cuarto aparte. Era grande y tenía dos camas con sabanas blancas. Una estufa, cortinas igual de blanca que las sabanas y un gran espejo de cuerpo entero.

-Si necesitan algo llámenme. Por favor no hagan mucho ruido- dicho esto, dio las buenas noches, nos bendijo y se fue.

No podía dormir, me entretenía mirando el pelo negro de Teo, su espalda bronceada subía y bajaba.

-Teo- lo llame, pero no respondió- Tei- grite un poco más fuerte.

-¿Que paso? - se despertó de repente.

-Nada, no puedo dormir. Veni conmigo, si queres juntamos las dos camas- me senté en la mía, mirando cómo se levantaba y movía la cama y la ponía justo al lado de la mía.

-Estoy aburrida, no puedo dormir.

-Veni yo tengo un par de ideas- me agarro por la cintura.

-Teo estamos en un monasterio- me reí, quería reírme fuerte pero no podía.

-Pero ya me despertaste asique... Tomalo como un retiro espiritual diferente-empezó con besitos en el cuello.

Besos traviesos, pasionales, juguetones, ropa tirada por todos lados y una de las mejores noches de mi vida.

Cuando me desperté, busque mi ropa y la de Teo, lo desperté lo más rápido que pude, pero no se quería cambiar. Yo ya estaba lista.

-¿Podes colaborar un poco? - la remera había sido fácil, pero el pantalón era complicado ponérselo.

Después de una lucha porque se cambie, logre que salgamos de la habitación. Le agradecimos a la monjita y ella nos acompaño a la puerta. Saludamos amables y subimos a la moto camino a casa.

El juego ya había empezada, esta había sido una de las tantas noches en las que íbamos a tener que escapar y por suerte anoche no hubo tormenta. 

RunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora