Capitulo 14: Exposición de arte

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Champagne, esculturas, cuadros, arte moderno, abstracto y minimalista. Gente por todos lados, bien vestidos. Música suave de fondo. Estábamos en una exposición de arte en una casa antigua en Puerto Madero.  Ahora, si, no tenía idea que hacia acá.

-¿Que hacemos acá? - le pregunté a Teo que miraba una pintura.

-En este tiempo no solo estuve ahogando mis penas en alcohol.

-Si me imagino - lo interrumpí riendo.

-Shh. Como te decía no solo ahogué mis penas en alcohol, también me anoté en un concurso que buscaba artistas nuevos.

-¿Ganaste?

-Salí segundo - lo abracé y le susurré un "te felicito" en el oído.

-Bueno, dale vamos, quiero ver que dibujaste.

Pasamos por dos o tres pasillos, hasta que llegamos al cuarto de los dibujos de Teo. No los veía, hasta que los encontré, o más bien, me encontré. La de sus dibujos era yo.

-Eso fue cuando nos escapamos a México el año pasado - el había copiado una foto en la que estaba sonriendo, más bien riéndome a carcajadas. Nos habíamos conocido hacia un mes y nos fuimos de vacaciones solos - ¿Copiaste la foto, la tenes vos? Pensé que la había perdido - el asintió y con la cabeza señaló el otro dibujo.

Era más actual, no me daba cuenta cuan actual era hasta que vi la alitas tatuadas del pie. Estaba durmiendo, era de tarde, se veía el sol.

-¿Vos me espiaste mientras dormía?

-Nuestras habitaciones están conectadas por un balcón, cuando salí te vi dormida y no me resistí.

-Psicópata, no voy a poder dormir ahora - se rió y me dio un beso - ¿Tenés que quedarte mucho tiempo? - pregunté cuando nos separamos del beso.

-No, nos podemos ir ahora.

Salimos y nos subimos a la moto. Mientras estábamos yendo al departamento divisé unas luces de colores. Grite histérica cuando vi lo que era, una feria. Teo se asustó y paró la moto.

-¿Que pasó?

-Hay una feria ahí, vamos, vamos - tiré de su brazo como una nena de cinco años. Me miró como diciendo ¿En serio? Y yo sonreí grande. Asintió y caminamos hacia la feria. Era un camino cortito. Todo era luces de colores, pochoclos, copos de azúcar, peluches gigantes y juegos ruidosos.

Compré un balde de pochoclos grande y mis ojos se iluminaron cuando vi una tortuga de peluche gigante. Había que tirar todas las latas y la ganaba. Yo no podía tirar ni una lata pero Teo sí.

-Tei se bueno y gana esa tortuga - señalé el puesto de juegos.

-Vamos a ser tres en la moto, yo no voy a llevar la tortuga.

-Se llama Tomi, no, la tortuga - defendí.

-¿Le pusiste nombre a una tortuga que todavía no ganaste? - no respondí y me fui caminando.

No me siguió, camine hasta la rueda de la fortuna con mis pochoclos y me senté en un banco. Estaba mirando como daba vueltas la rueda de la fortuna cuando una tortuga tapó mi visión.

-Tomi te extrañaba - agarré la tortuga y me paré. Teo no decía nada, lo miraba desconcertada. De repente me agarró de las piernas y me subió a su hombro.

-¿Qué haces nene? Bajame ya – grité y la gente nos miraba.

Me bajó pero no del todo, agarró mis piernas y las enredó en su cintura, me abrazó por la espalda.

-No te enojes más conmigo. Dame un beso - me corrí pero me agarró la cara y me dio un beso que no pude resistir. 

-¿Volvemos? - preguntó Teo acariciando mi cara.

-Sí, pero llevame así - me llevó hasta la moto en brazos.

Llegamos al departamento y todo era un desastre, todo tirado y roto. Clara lloraba. ¿Que había pasado? Gregorio, estaba segura. 

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