Capítulo Final

14 1 0
                                    

*Tres meses después*

-¡Teo soltame! – grité sobre su hombro. Me estaba llevando por toda la casa ahí arriba, si nuestra casa. La casa del sur, esa que parece de cuentos, es nuestra. Cuando digo que parece de cuento la gente no me cree, pero el techo a dos aguas, las ventanas con cortinas con puntitos de colores y la nieve que queda en invierno la convierte en la casita del bosque de los enanitos de Blancanieves.

Sentí algo acolchonado en mi espalda y millones de almohadones alrededor mío, me había tirado sin ningún cuidado a la cama y empezó a hacerme cosquillas. Porque como dijo alguien alguna vez:” En la dieta del amor, mucha risa pa´ que no nos duela nada”. Entre carcajadas y besos pasamos la siguiente media hora.

-¡Basta! Por favor – pidió Teo entre risas ahogadas. Dejé un beso en su cuello para tirarme al lado suyo, hombro contra hombro. Mi cabeza mirando hacia el techo blanco con la frase escrita en negro (Me arrebaste el cielo y lo adornaste), esa que cada vez que la veía se me hacía una sonrisa en la cara, calor me recorría el cuerpo. La sensación de sentirte amada y cuidada, de que la soledad es solo un recuerdo triste y lejano.

Y de un momento al otro me puse a pensar cómo es que habíamos llegado hasta acá y me emocioné. Todavía, secretamente, no entendía como habíamos escapado de Gregorio, que estábamos acá, vivos, juntos. Cuando quedé internada la última creí que era el fin de todo, no tenía esperanza de seguir con esto. Estaba realmente resignada a que mi vida iba a ser así, ver a Gregorio de por vida, destruyéndome. Pero no, acá estaba siendo feliz, con Teo, podía decir que mi vida tenía colores de nuevo.

-¿Qué hubieras hecho si de verdad hubiera estado embarazada? – pregunté de repente. Sin mirarlo.

-Correr – respondió simple. Lo miré con desconcierto – Después hubiera vuelto, no te voy a mentir. Hubiera tenido miedo, demasiado. Me habría shockeado y habría necesitado un rato para pensar – me sonrió, acariciando mi mejilla – No te hubiera dejado sola.

-Yo también me hubiera asustado, imaginate que era yo la tenía al bebé adentro – me reí por lo que había dicho, el rió conmigo.

-Tengo una sorpresa para vos, pero abrigate que tenemos que ir afuera – me dice saliendo de la cama. Estábamos en Julio, por lo que hacía bastante al aire frío. Hoy era domingo por eso estábamos en la casa, sino trabajábamos todos los días en un fábrica de muebles. Yo de secretaria y Teo repartiendo.                                                                

-Hace frío, quedemos acá – rogué haciéndome un bollito arriba de acolchado. El negó con la cabeza.

-Te va a encantar confiá en mí, vamos.

***

Después de un camino largo a pie, paramos en frente de un lago chiquito que alrededor tiene todo tipo de flores y árboles. Es un paisaje impresionante, es como mi lugar en el mundo si pudiera elegir. Pero esta tarde tenía algo distinto, almohadones de blancos y pétalos de rosa rosas (las rojas no me gustan) por todos lados. Me di vuelta para mirar a Teo y el estaba mirando hacia otro lado riendo nervioso.

-¿Vos hiciste esto solo? – pregunté con una sonrisa demasiado para mi cara.

-Solo no, lo hice con la ayuda de unos amigos – dice moviendo su cabeza hacia la derecha, señalando algo, Clara y Felipe. Ellos estaban acá, lo habían ayudado.

-No lo puedo creer – dije entre lágrimas abrazándolos a los dos juntos - ¿Por qué no me avisaron que estaban acá? ¿Dónde está Oli?

-Era una sorpresa tonta, si te avisábamos no tenía emoción. Oli está en capital, vinimos a unas mini vacaciones los dos solos. Pero no es para lo que estamos acá en este momento, Teo hacé tu parte – terminó de hablar Clara, cuando miramos Felipe estaba abrazando a Teo, lo había extrañado.

-Bueno sabes que no soy bueno para hablar, pero necesito decirte esto – dijo Teo cuando estuvimos en el centro de los almohadones bastante lejos de Clara y Felipe – necesito decirte que estoy enamorado de vos y que quiero estar con vos para siempre. Quiero despertarme todas las mañanas con una pierna tuya arriba mío y tus bracitos alrededor de mi cintura o darme vuelta y que estés en la otra punta de la cama e ir y abrazarte, Quiero que me ganes en el póquer todas las veces que juguemos, que me ames como yo lo hago. Quedate conmigo para siempre – podía ver que tenía los ojos cristalinos, yo directamente ya lloraba. Lo abracé por el cuello y me quedé ahí para tranquilizarme.

-Me quedo para siempre lindo. Siempre juntos contra todo y todos – contesté dejando un beso en su boca.

-Falta lo más importante, para que nos casemos cuando vos quieras – habla para después sacar una cajita aterciopelada azul y un anillo con unos diamantitos alrededor. Nada extravagante. Como sabe que a mi me gusta.

-Es hermoso, gracias. Te amo – respondí sincera. Lo miré a los ojos.

-Te amo – respondió – Pero vayamos adentro, hace frío. ¿Vienen? – preguntó a Clara y Felipe.

-No, nosotros alquilamos un hotel cerca. Necesitamos tiempo solos – habló Feli. Teo asintió y me agarró en la posición de novia.

-Disfruten la pre- luna de miel – gritó Clara mientras nos íbamos. Y todos reímos fuerte. En ese momento lo sabía esto era eterno, todos éramos eternos, Clara, Felipe, Teo, yo. Éramos indestructibles, irrompibles.                                                                                   

***

Cuando entramos en la casa, no podía estar más feliz, el anillo, lo que había dicho Teo, Clara y Felipe estaban acá. Prendimos el hogar a leña y nos sentamos en el sillón agarré una manta y nos cubrí hasta nuestras cabezas, armando nuestra propia burbuja. Estuvimos una hora hablando de los lugares que le íbamos a hacer conocer a los chicos, cuando de repente se rompió la burbuja.

Esos ojos que me miraban con odio y rencor volvieron con armas y policías. Y de repente Teo se fue de al lado mío, unos brazos me sacaron de ahí. Pero mi mente estaba en los gritos de Gregorio . “El fue quien secuestro a mi hija” “Va tener prohibida la entrada”.

-Vamos afuera ya, vamos a encontrar la forma de arreglarlo – Felipe prácticamente me arrastró fuera de la casa. Todo se había roto, y de repente me volvió la vida al cuerpo y empecé a correr. Como siempre lo había hecho, y no me sentía culpable porque lo nuestro era terno y yo siempre lo iba a esperar. 

***

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 29, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

RunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora