Capitulo 21: Salir a comprar.

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Los días pasaban lentos y tediosos, pràcticamente estaba sola todo el día. Era tan aburrido, que no sabía que hacer conmigo, un dñia me pintaba las uñas, otro día leía un libro. Por suerte había conseguido el número de Clara de nuevo, así que por lo menos, podía hablar con mi mejor amiga. Ella me contó como iban todas las cosas por allá. Oli estaba yendo a un nuevo jardín y ella y Feli habían conseguido un trabajo en el cual les pagaban bien y podía ayudar a su mamá a pagar algunas cosas de la casa. 

Me puse unas ballerinas plateadas que hacían juego con mi vestido rosa pálido corto. Me puse un poco de gloss en los labios y reforcé el rimmel de mis pestañas. Necesitaba un vestido para la fiesta del sábado a la cuál Gregorio me había obligado a ir. Bajé a la cocina, en busca de Brian que ya se había recuperado de su varicela. Pero desafortunadamente el no estaba, sino Teo en su hermoso traje. 

-Teo - lo llamé, el miró en mi derección - necesito que me lleves a comprar un vestido para el sábado. 

-Está bien, vamos - dijo frío y salió de la cocina directo al garage dónde estaban todos los autos. Milo no estaba, por lo cual era un problema menos para resolver. El seguro preguntaría a dónde iría, por qué con Teo y una serie de más preguntas innecesarias y molestas. Eso era una de las cosas que más extrañaba, la libertad. Poder salir y entrar cuando yo quería, en vez de estar pretendiendo de otros para ir a cualquier lugar y dando explicaciones de cómo y por qué. 

Cuando subimos al auto, el aire se cortaba con una tijera. Nunca me sentí tan lejos de Teo como ahora. Él solo miraba hacia adelante, las manos fuertes en el volante. Prendí el stereo, puse la radio que me gusta: RPQ y estaban pasando Creep de Radiohead. Amaba esa canción. Empecé a cantar bajito, pero de a poco iba subiendo el tono y lo peor fue en el estribillo cuando sin pensarlo le cante a Teo : "You're so fucking special". Me di cuenta de lo que había hecho y miré para el otro lado. Empecé a escuchar su risa ¿Se estaba riendo de mí? 

-Cantás tan mal - se reía a carcajadas. 

-Encima que te canto - dije como en tono de reproche. Yo sabía que cantaba horrible. 

Nos estacionamos en Paseo Alcorta y recorrimos casi todos los locales en busca de un vestido para mí. Después de una hora y media más o menos encontré un vestido que me gustaba. 

***

Vestido azul y stilletos negros. Veintidós centímetros. Me miré en el espejo del probador, realmente me gustaba como me quedaba. Contenta con mi elección, me traté de cambiar para ir a pagar y poder irnos, estaba segura que Teo estaba aburridísimo ahí afuera. Cuando digo que traté de cambiarme es porque no pidía bajar el cierre del vestido. Estuve como diez minutos tratando de bajarlo. 

-¿Todo bien? - preguntó Teo desde afuera. 

-Sí, solo no puedo bajar el cierre del vestido - me asomé por la cortina roja de terciopelo del probador. No terimé de hablar que él ya estaba dentro del probador. Un espacio muy chiquito para dos personas. 

-Date vuelta - dijo susurrando. Me di vuelta.

Con total tranquilidad movió el pelo hacia delante para que no lo molestara en su tarea. Con más lentitud todavía bajó el cierre del vestido, con la otra mano acarició todo el recorrido de mi columna vertebral, haciéndome tener escalofríos. Terminó el recorrido de sus manos justo antes de mi ropa interior negra de encaje, subió su mano hacia el Ying&Yang que tenía tatuado entre los omóplatos. No tenía muchos tatuajes, solo cuatro: el dije antes, el atrapasueños en las costillas, el nombre de mi abuela en el talón y las alitas en el tobillo. Me faltaba uno para la suerte. Los tatuajes tienen que ser impares. 

-Este es mi favorito - dijo Teo trazando el Ying&Yang con un dedo. Suspiré fuerte. El sabía lo que provocaba. 

Me di vuelta para quedar en frente suyo. Nos separaban centímetros, un solo movimiento y nos besaríamos. Un movimiento de cabeza e iba a conseguir lo que más quería y necesitaba en este momento. Una de sus manos en mi cintura la otra en mi nuca. Mis dos manos en su cintura. Estaba a punto de hacer realidad mi necesidad, todo era perfecto. 

-¿Necesitás ayuda? - se escuchó la voz de la vendedora rompiendo toda nuestra aura. Casi como un rayo, nos separamos. Terminé de sacar el vestido por mis piernas y se lo entregué junto con los zapatos, solo asomándome por la cortina. 

Miré a Teo casi con desilución, no podía creer como todo se había roto. Tuve mi oportunidad y la desaproveché. Porque como algunos dicen. El que tiene suerte en el juego, no la tiene en el amor. 

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