Los carteles que promocionaban la agencia cuando Mob ayudaba con las reparaciones de la ciudad parecían estar resultando. Lentamente el flujo de clientes estaba aumentando, aunque se trataban de casos simples que poco tenían que ver con espíritus reales. Por supuesto esto a Reigen no le molestaba.
Esta vez se trataba de un joven asalariado que temía perder su empleo. Su productividad había bajado, tenía problemas para dormirse por las noches y le costaba despertarse a la mañana. A menudo llegaba tarde al trabajo por esto último, y creía que las marcas oscuras bajo sus ojos eran la marca de un espíritu.
Un brillante tintineo sonó en él y pareció ponerse más ansioso. Se veía disperso e incapaz de concentrarse en la conversación que estaban teniendo. Reigen reconoció ese sonido: era el medidor de vidas de un muy adictivo juego puzzle llenándose. Él mismo lo había jugado por un buen tiempo. Hizo un circo sobre sentir la presencia de un espíritu en algún objeto que el hombre llevaba consigo. Eventualmente lo localizó en su bolsillo. El joven lo vació y puso su teléfono sobre la mesa. El veredicto de Reigen fue absoluto y taxativo: efectivamente y sin ninguna duda, el aparato estaba poseído.
Mob estaba sirviéndoles el té en ese momento. Cuando se acercó al cliente para servirle el suyo, puso una cara extraña: pareció haber sentido algo. Reigen lo notó; ¿había detectado un espíritu real?
El chico dejó la taza del cliente en la mesa y se enderezó lentamente. Fue a sentarse en silencio.
-¿Qué debo hacer, Sr. Reigen? ¿Hay que destruirlo o puede salvarse? Tengo muchas fotos de mi familia y otros archivos importantes de la compañía allí…
Esta vez fue Reigen el que estaba distraído. No podía presentar atención realmente a la conversación que estaban teniendo porque Mob estaba actuando extraño. Hacía movimientos cortos y raros, y se revolvía inquieto en su asiento. Parecía estar luchando con algo que no podía ver.
-¿Sr. Reigen…? -lo llamó de vuelta el cliente.
Reigen dijo que exorcisaría el teléfono. Le echó un poco de sal y le explicó cómo el espíritu se alimentaba de su energía cada vez que pasaba demasiado tiempo frente a la pantalla. Le dijo que dejara de ver tanto el teléfono, especialmente en horas de trabajo y por las noches. A falta de alimento, el espíritu se marcharía solo. Su productividad regresaría y desaparecerían su insomnio y las bolsas bajo sus ojos. Le echó un poco más de sal y con eso el exorcismo estaba concluído.
Tras algunos consejos acompañó al joven hasta la salida. Inventó algunas promociones de descuento y le pidió que lo recomendara con sus amigos. Cerró la puerta detrás del cliente y se volvió para preguntarle a Mob qué era lo que había sentido, pero el chico no estaba más allí. Supuso que habría ido al baño.
Fue hasta la pequeña sala de masajes para ver si estaba en el baño detrás pero se detuvo en la puerta. El chico estaba allí; se había quitado la ropa y estaba contorsionándose para volver a prender el brasier que se le había desprendido.
Al oír la puerta abrirse detrás de él, Shigeo se sobresaltó un poco. Miró a su maestro por encima de su hombro y se quedó helado sin saber qué decir o qué hacer. Reigen caminó hacia su espalda y terminó de prender los ganchitos. Luego estiró y soltó una tirita, que golpeó con un suave “tic” contra su piel.
-Gra-gracias… -dijo quedamente el chico, y tomó rápidamente su ropa para volver a cubrirse. A diferencia de Teru, el maestro no había hecho el menor escándalo al ver su brasier. Esa era la diferencia entre un hombre adulto y un adolescente, pensó.
Reigen no pensó que una copa A fuera nada de qué impresionarse, pero de todos modos pensó que le debía algo de privacidad y le dió la espalda mientras volvía a vestirse.
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Full Moon
FanfictionUnos espíritus maldijeron a Mob transformándolo en una chica. Sus amigos tendrán que encontrar la forma de deshacer la maldición antes de que tenga su primera regla y las hormonas descontrolen sus emociones durante su SPM.