La debilidad

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-Hermano, el desayuno está listo… -entró Ritsu a la habitación. Como la mañana anterior su hermano había tenido problemas para despertarse, pensó en ir y llamarlo un poco más temprano para ahorrarle un regaño. Sin embargo, su hermano ya estaba arriba y fue él quien se desayunó el regaño.

- Ritsuuu… ¿Podrías por favor golpear antes de entrar a mi habitación? -siseó el mayor subiéndose rápidamente el pijama otra vez a los hombros.

La formulación de la frase había sido sumamente cortés, pero el tono gélido de su voz y el ardor en su mirada componían un cóctel pasivo-agresivo que se insinuaba peligroso.

-¡Lo siento! -retrocedió Ritsu, cerrando un poco más la puerta y desviando la mirada a la pared opuesta.

- No, no… Yo lo siento… -se retractó Shigeo.

- ¡No, tienes razón! -habló el menor desde la puerta- Tendré más cuidado. El… el desayuno está listo.

Ritsu salió y se quedó simplemente parado al otro lado de la puerta. Sentía que respiraba pesado. Nunca antes había tenido que preocuparse o tener tanto cuidado al entrar a la habitación de su hermano. Pero tenía que aceptar que eso ahora había cambiado. Él (¿ella?) había cambiado. Ese pequeño episodio y la visión de su espalda desnuda le hicieron recapacitar y pensar que debería pensar en él como una chica de ahora en más.

Aquella tarde, después de la escuela, Ritsu esperó cerca de ese edificio al que no había vuelto, el Laboratorio Despertar.

-¡Kageyama! -lo saludó alegremente Rei Kurosaki al verlo. - Tiempo sin vernos, hace mucho que no vienes por aquí.

- Sí, lo sé -le sonrió tibiamente.

- ¿Piensas volver?

- No, no… En realidad, te estaba esperando.

- ¿A mí? - se sorprendió la chica.

- Sí. De hecho, hay algo en lo que me gustaría pedir tu ayuda -solicitó humildemente.

- ¿Necesitas una clarividente?

- No, no. No se trata de eso. En todo caso, eres la única amiga con la que puedo contar…

Llegaron al distrito comercial antes de que Rei se atreviera a preguntar una vez más por qué estaban allí. No creía que fuera una cita.

-Kurosaki… -se detuvo el chico y volteó hacia ella- Esto te lo digo solamente a tí.

Había escogido bien sus palabras para despertar el interés y la simpatía de chica. Y estaba funcionando.

Su nerviosismo era real. Pensó que eso ayudaría a su bien ensayada historia, y también, que podría agregar uno o dos detalles para hacerla más creíble.

-Fui a una fiesta de cumpleaños en la casa de uno de mis compañeros de clase. Estábamos jugando en el balcón, y creí que podía impresionarlos con mis poderes.

Rei escuchaba con atención.

-Pensé que sería interesante si les mostraba un truco con fuego. No soy piroquinético, pero creí que podía controlarlo con telequinesis -hizo una pequeña pausa dramática y continuó. -Me equivoqué. No pude controlarlo y hubo un accidente. Accidentalmente quemé la ropa de mi compañera que estaba secándose afuera.

Rei emitió un pequeño “oh” comprendiendo la gravedad de la situación.

-La ropa que estaba secándose en el balcón… era su ropa interior -admitió tímidamente. Rei comprendía un poco más por qué se veía tan apenado. -La cuestión es que me gustaría reponérsela, pero nunca compré ropa interior de mujer. Por eso, ¿podrías ayudarme por favor? -susurró casi suplicante.

Full MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora