Eran las cinco y treinta de la tarde cuándo tocaron en la puerta, Grace se asomó por la ventana y miró al pequeño rubio, chasqueo la lengua, había olvidado por completo que iría, fue a abrir la puerta y se topo con su papá recargado en el auto y a Thomas en la puerta.
—Pasa.—abrió la puerta para que pasará y el niño sólo le dedico un gesto con la mano a su papá, Grace cerró la puerta y se dirigió a la mesa de nuevo, dónde reposaban varios libros.
—Es... una linda casa.—habló Thomas mirando todo atentamente.
—¿Haremos historia de nuevo?—ignoró por completo el comentario de Thomas.
—Si, de nada—Habló sarcasticamente.
—No te diré gracias cuándo no se si lo dices de verdad o sólo por cortesía.
—Es de verdad, tu casa es muy linda.
—Si, bueno...—se encogió de hombros,—no me importa lo que opines, seguramente estás diciendo eso sólo porque tu casa es cómo el doble más grande o más, pero a mi me gusta esta casa.
Thomas abrió los ojos sorprendido de cómo la niña se ponía a la defensiva por nada.
Y ahí era cuándo su mamá agradecía haber estudiado y acabado una carrera.
—Bien, haber...—se fue a sentar a la mesa, en la silla de alado, miró el libro y luego a Grace,—¿En qué quieres que te ayudé?.
—Bueno...—Ella miró los libros con una mueca,—no entiendo la tarea de formación cívica.
—¡Ah!, yo ya la hice.—Sonrió orgulloso.
—Pues pasámela.—dijo obvia.
—No.
—Si.
—No.
—Si.
—No.
—No.
—Si.—Thomas cerró los ojos y apretó los dientes, Grace soltó una ruidosa carcajada.
Estuvieron hablando sobre la tarea, la ayudó y la acabaron bastante rápido, ella entendió por completo el tema ahora que se lo explicaba él.
—¿Lo ves?, es demasiado simple.—Thomas le dedico una sonrisa sincera y tierna, algo qué hizo qué Grace rodará los ojos.
—Claaro...—alargó la a —. Es sumamente fácil, si lo dice un niño de siete.
—Casi ocho.
—Sigues teniendo siete.
Thomas fruncio el ceño ligeramente aunque sabía que Grace estaba en lo cierto, seguía teniendo siete, y esa era la razón por la cuál su madre seguía tratándolo cómo un bebé, y el no era un bebé. No más.
Grace alzó las cejas al ver al niño pensando algo seriamente, pensó que tal vez se había molestado debido al comentario de ella, igual ella no era de las personas que se disculpan, mucho orgullo corría por su sangre, además, ¿Porqué iba a disculparse con alguien qué no le agrada del todo?.
—Thomas...—Grace lo movió ligeramente del hombro, sacándolo de sus pensamientos, él la miró, ella se dispuso a seguir:—¿A qué horas te vas a ir?, no es como si te estuviera corriendo... bueno, si lo estoy haciendo.
Thomas miró la mesa mientras movía sus manos por ésta, jamás había sido rechazado, cómo tampoco lo había sentido, y Grace lo rechazaba siempre, era por eso que estaba ahí, Grace era un reto.
—Oh... bueno, papá dijo qué venía por mi a las 7:30, ¿Qué horas son?.—Dijo Thomas esforzándose por recordar, recordaba que su papá le había dejado dos horas debido a qué "eran amigos".
—Bueno, son las 7:10. Tardamos mucho con la tarea, pero bueno...—Grace mordió su lengua, había una pregunta que rondaba por su mente y no la dejaba en paz, quedaban veinte minutos, y no había de nada de que platicar, tampoco iba a ponerse a jugar con él, así que decidió preguntar;—¿Porqué decidiste ayudarme a mi y no a Christina?.
Estoy muy feliz porqué.... ¡el domingo cumplí años! Y este sábado es un examen sumamente importante... así qué, ¡deseenme suerte!❤
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Alphabet boy.√√
Teen FictionThomas Brodie-Sangster, "El Príncipe del patio de juegos". Grace McCain, la niña grosera y traviesa. Christina Luperman, "la princesita". ❝-Ya me sé las A B C y sigues enseñandome, ¡A la mierda!. -A la mierda es una mala palabra, Grace. -Tú también...