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/Año ????/El sol amaneció, dando paso a un nuevo y brillante día.
Una joven niña de apenas trece años miró a la ventana, para sentir la suave brisa del mar ondear su cara y refrescarla. Sonriendo, salió al salón de su enrome castillo.- Padre, ¡ya estoy!
Mirando a su alrededor apenas pudo ver a nadie, sus padres no estaban y mucho menos la gente que vivía con ellos en el castillo. Se habrían ido de cacería. Nada fuera de la norma.
Lentamente se hizo las trenzas como mejor pudo y se sentó en el sillón del recibidor, de cómoda piedra, y abrió su ansiado libro.
El Necronomicón emanaba poder desde la plataforma en la que lo sostenía. No podía imaginar lo mucho que aprendería de él, como la cantidad de hechizos que habría o toda la información sobre lo desconocido.
Sobre el mundo dónde sus antepasados vivían, a la vez con varias criaturas sobrenaturales que sólo pensó que existían en los libros.
Fue hasta hace relativamente poco que supo que los demonios existían más allá de las religiones y que vio su mundo por accidente. Accidente que se saldó con ella teniendo el ínfimo Necronomicón, el libro de los muertos.
Nah era muy obediente, pero ante este tipo de situaciones la curiosidad la dominaba de tal manera que fue capaz de colarse en otro mundo con tal de sacar de allí las soluciones a sus preguntas.
Un crujido del suelo la distrajo y miró hacia atrás. Era su inesperado y cansado invitado, un humano de nombre Friederich.- Hola, pequeña... ¿Qué tal todo por aquí? ¿Tus padres no están?
Nah negó mientras cerró el libro con nerviosismo.
- No, no han llegado, deben de estar cazando... ¿Qué tal durmió, Sr. Friederich?
- Oh, bien. Creo que esta tarde partiré hacia mi tierra. Aunque el castillo está en el mar y eso suaviza algo el frío que hace aquí, no creo que aguante mucho en estas condiciones.
- Bueno, ya sabrá usted que los que habitan aquí somos de sangre fría. - Nah sonrió y con lentitud se acercó al perdido viajero.
- ¿Qué sucede, pequeña?
- Nada, que usted ha sido muy amable conmigo, y que me da algo de morriña de que te vayas... Nunca solemos tener visita. - la niña se abrazó a su brazo.
El castaño miró al suelo y apretó su puño.
A diferencia de la joven Nah, él sí que sabía a lo que venía en realidad. Y la culpabilidad le comía cada vez más por dentro.No podía quedarse de brazos cruzados, tenía que proteger a todos los amables seres que le habían dado cobijo. No podía dejar que ellos muriesen con el castillo.
- Nah, pequeña... Esta tarde diles a tus padres que por favor, vayáis otra vez a cazar.
- ¿A cazar? ¿Dos veces al día?
- Por favor peque, hazme caso. Y-yo...
Dos violentos golpes se oyeron en la puerta, seguidos de lo que parecía ser un disparo al aire. Friederich gritó levemente y se levantó, no sin antes acariciar a Nah.
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Abroad
General FictionHace siglos, en una tierra muy diferente a la que conocemos hoy en día, una poderosa raza de dragones vivía gracias a unas poderosas rocas que les permitían transformarse. Pero un día los despiadados humanos les dieron caza, y desesperada por sobre...