CAPÍTULO 12

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Mi cuerpo y mi mente dejaron de funcionar, esto no podía ser cierto, esto no podía estar pasando.

-No es lo que estamos pensando ¿Verdad?, ¡dígame doctor!; rogo mi madre llorando.

-Lo siento, ella acaba de fallecer; dijo y se retiró.

Ella acaba de fallecer, no podía ser cierto, mi pequeña seguí aquí, ella tenía que seguir viva, Jessica no, ella no. Me levante de mi asiento y corrí hacia el cuerdo donde minutos antes me encontraba hablando con ella, entre y la vi, no pude más y me tire al piso a llorar, ¿Por qué? ¿Por qué ella?

-Dulce: Despierta bebe, estoy aquí contigo, no me puedes dejar, ¡Despierta!; grite llorando, ella estaba pálida muy pálida; ¡Jessica, despierta! Por favor; lloraba fuertemente.

Mi mente no lo creía, mi pequeña, mi pequeña nos había dejado y yo, yo no me había podido despedir de ella.

Unos brazos me levantaron del piso, era mi padre, que al igual que a mi madre lloraba a mares mientras veían por última vez a Jessica.

Las enfermeras entraron y la taparon con una sabanas, y en ese momento mi vida acabo, mi vida se derrumbó, mi vida se fue junto con la de ella.

(*)

Miraba a un punto fijo, no podía pensar en nada, en nada que no fuera Jessica, por mi cabeza pasaban los momentos que pase con ella, los momentos felices que viví a su lado, ahora ella ya no está conmigo, ahora mi vida ya no tiene sentido.

Todo lo que hacía, lo hacía por ella, todos mis esfuerzos, mi trabajo, la universidad, eran por ella, pero ahora, esto ya no tiene sentido, ya no.

"Mi pequeña se fue May, lo siento si no te contesto los mensajes, no tengo cabeza para nada" le escribí a May.

Eran las cuatro de la tarde, mi familia y amigos estaban reunidos despidiendo a Jessica, muchos me daban el pésame, yo solo asiento, ni siquiera sé quiénes son, todos me miran con pena, claro, mi familia sabe que yo amaba con todo mi ser a Jessica, era como mi otra mida, y ahora que se fue no sé qué haría con mi vida.

Mis padres estaban alado de Jessica, ellos estaban igual de devastados que yo, yo por otra parte, estaba en una esquina, no quería ni podía acercarme al cuerpo de ella, no quería creer que ella estaba ahí.

No quería creerlo, pero era la triste y dura realidad.

NARRA CHISTOPHER UCKERMANN

Las clases habían terminado, he de admitir que después de lo que me dijo la tal May, la amiga de mi Pequeña, no tenía ganas de venir a clases, pero tenía que hacerlo.

¿Por qué se iría? ¿Tan grande seria su problema?

Me quede con los chicos acompañándolos a sus prácticas de futbol americano, hace poco tiempo me había lesionado por lo tanto, me habían suspendido cuatro malditos meses.

A lo lejos vi a May que platicaba con Christian, mi amigo. Camine hacia las gradas y me senté, poco después May se sentó cerca de mí y Christian la saludo desde abajo. Estos se traían algo.

Pasaron unos minutos de práctica y escuche un celular, era el de May, ella lo saco y a los segundo su cara cambio por completo, ella negó con la cabeza y escribió un buen rato. Se le notaba desesperada.

-Ucker: ¿Te pasa algo?; pregunte, ya que ella empezó a llorar.

-Mayte: No; negó con la cabeza, rodee los ojos, era obvio que le pasaba algo.

-Ucker: Oh vamos, ¿Entonces lloras por nada?; dije y ella me miro seria.

-Mayte: No, solo que, yo... Dul; empezó a llorar, diablos, ¿Dul?

-Ucker: ¿Le paso algo? ¿Ella está bien?; pregunte desesperado, ella negó con la cabeza; ¿Qué? Dime que paso, por favor; dije casi gritando ¿Y si la había pasado algo? Mi Pequeña

-Mayte: Creo que ella nunca regresara; dijo sollozando ¿Qué?

-Ucker: ¿Qué? ¿Cómo que nunca regresara? ¿Por qué?

-Mayte: Su hermana, ella se fue por su hermana, su hermana estaba en el hospital muy grave, y me acaba de avisar que falleció; diablos, mi pequeña, mi pequeña Dul ahora estaba sufriendo, no sé qué me sucedía, algo dentro de mí se rompió. De tan solo pensar en ella llorando y sufriendo mi cuerpo temblaba. Necesitaba estar con ella.; Ella era su adoración; siguió hablando May; Dul la amaba y ahora ella debe de estar muy mal; era obvio ¿Quién no lo estaría?

-Ucker: ¿Sabes a donde se fue?; pregunte, necesitaba estar con ella.

-Mayte: Ella está en San Diego, California; respondió mirándome con una pequeña sonrisa.

Me despedí de ella y corrí hacia mi auto. Sé que esto era una locura, pero una locura que iba a hacer solo por ella.

El OdiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora