CAPÍTULO 14

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NARRA CHRISTOPHER UCKERMANN

Me partía el corazón verla llorar y más aún verla sufrir.

Se veía tan frágil.

-Ucker: Tranquila pequeña, todo pasara; susurre en su oído. Ella sollozaba en mi pecho y se aferraba a mí, eso de algún modo me hacía bien.

Estuvimos un largo rato abrazados. Mientras ella descargaba su tristeza en mis brazos, yo acariciaba su suave cabello y le decía palabras reconfortantes.

-Dulce: Ucker, gracias; dijo cuándo se separó de mí, yo sonreí; Gracias por estar aquí... conmigo; me miro a los ojos, esos ojos que un día brillaban y ahora están apagados y tristes, pero aun así eran los más hermosos que había visto.

-Ucker: No tienes nada de que agradecer pequeña, nada; le dije tiernamente, ella acerco su mano a mi rostro y lo acarició, seguido me dio un pequeño y casto beso en los labios que me dejo sorprendido pero a la vez feliz, me gusto; Respecto a lo de tú hermana, no sabes cuánto lo siento, lo siento mucho pequeña, sé que eras muy unida a ella, pero ahora ella está en un lugar mejor, en donde ella ser feliz y cuidara de ti y de tus padres; dije tomando su mano.

-Dulce: Gracias; dijo con los ojos llenos de lágrimas y me abrazo con fuerza.

-Ucker: De nada; sonreí; ¿Sabes pequeña? Hay alguien que vino conmigo y te quiere ver; dije con una pequeña sonrisa.

May se había quedado en la funeraria, ya que cuando llegamos todos estaban preocupados por Dul, porque se había ido sin avisar, así que yo me ofrecí a buscarla, su padre me dio la dirección de su casa por si acaso y aquí estamos.

Salimos de su casa y nos encaminamos hacia el auto, le abrí la puerta y ella subió, después lo hice yo y partimos hacia la funeraria.

Ella empezó a llorar a mitad de camino, me dolía verla así, sé que ella está muy triste, pero no me gustaba verla así.

Haría lo que fuera para verla sonreír de nuevo, pero verla alegre de nuevo, lo haría.

NARRA DULCE MARIA ESPINOZA

Christopher, Christopher estaba aquí, al principio me sorprendí, pero luego me deje llevar y descargue mi tristeza en él, dándome cuenta que lo necesitaba.

Llegamos de nuevo a la funeraria, entramos y había más gente que cuando me fui, aunque hubo alguien que me llamo la atención, esa cabellera que tanto conocía, estaba aquí.

Ella noto mi presencia y corrió hacía mí, me abrazo con fuerza y yo hice lo mismo, no lo pude evitar y me solté a llorar como una magdalena.

-Mayte: Dul, lo siento mucho; susurro en mi oído, yo asentí; Ella ahora está en el cielo, en un lugar mejor; dijo tiernamente.

-Dulce: Gracias por estar aquí; dije llorando; No saben cuánto aprecio que estén aquí; mire a Christopher, que estaba a mi lado y tome su mano; Me hace bien su compañía, gracias; los abrace.

-Mayte: No tienes nada de que agradecer Dul, eres nuestra amiga y no te podíamos dejar sola; dijo Mayte.

Nos sentamos en un lugar alejado de las personas, ellos me hablaban y contaban cosas sin sentido para distraerme, me hacía tan bien su compañía. En unos momentos alejaba de mi mente lo que estaba pasando y hablaba con ellos, ellos me animaban, aunque después recordaba la realidad y me ponía a llorar.

Christopher estuvo todo el tiempo abrazándome, sus abrazos me hacían sentir protegida y me reconfortaban, mucho.

Eran casi las 4:00 de la madrugada, la gente se iba y otra llegaba, muchos se quedaban acompañándonos y velando a mí bebe, otros se disculpaban por irse.

-Dulce: Tal vez deban ir a descansar, me imagino que el viaje los canso mucho; dije mirando a Christopher y a May.

-Mayte: No, claro que no, no te dejaremos sola Dul; dijo May; No te preocupes, dormimos en el viaje; sonrió.

-Ucker: Pequeña, no me iré de tu lado; se acercó a mí y me dio un pequeño beso en la frente.

-Dulce: Gracias; les dije, ellos asintieron.

Estuvimos toda la madrugada velando a Jessica, entre llantos y alguna que otra sonrisa amaneció. Y era la hora.

La hora de despedirme para siempre de Jessica, mi princesa.

El OdiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora