Capítulo 10: Imprudencia

79 7 0
                                    

Los días de frustración y de desconsuelo pasaban factura. Michael ya no quería salir de la casa, tan solo se encerraba a meditar quizá en el gran remordimiento que le invadía. El alcohol y ocasionalmente las drogas parecían ser su único alivio.

Julie se sentía mal por su hermano. Trataba en repetidas ocasiones de consolarlo pero sus palabras se topaban con una muralla de indiferencia. Sin embargo ella seguía insistiendo.

—Nada ganas con ponerte así Michael, habla con ella y soluciona las cosas.

—¿Qué quieres que haga Julie? No contesta mis llamadas, no responde mis mensajes.

—¡Entonces ve y habla directamente con ella!

—¿Para que cierre la puerta en mis narices?

—¡Es tu deber solucionar las cosas! ¡Sé persistente para que ella sepa que quieres arreglar todo!

Las palabras de Julie finalmente causaron efecto. Michael se dispuso a ir en busca de Emily para tratar de hablar con ella cara a cara. Emily no quería saber nada de él al parecer, con todo el dolor de su corazón ignoraba las llamadas constantes y asimismo los mensajes; al ir Michael en su búsqueda, ella lo veía por la rejilla de la puerta y al verlo, no le quería atender para nada.

Hasta que un día, Michael salió en su búsqueda, llegó a casa de Emily y tocó la puerta esperando que fuera su mamá la que abriera, ya que de otro modo sería inútil su esfuerzo.

El timbre sonó y Margareth estaba en la limpieza correspondiente. Abre la puerta y lo ve ahí parado tan reluciente como sólo él suele serlo.

—¡Michael, qué sorpresa! Hace tiempo que no te veía.

—¡Hola señora McFarlane! ¿De casualidad se encuentra Emily?

—¡Claro que si hijo, enseguida la llamo... pero pasa no te quedes ahí!

Michael entró a la sala y sintió nervios.

—¡Emily! ¡Hija! ¡Tienes visita! ¡Baja ahora!

—¡Enseguida voy madre! — Sin tener el menor presentimiento de quién la buscaba, Emily bajó de su cuarto tan campante y jovial como siempre.

Se sorprendió al ver a Michael frente a la chimenea acomodando la leña para que se avivara la hoguera.

—¡Ah eres tú...!

— ¡Hola Emily! ¿Podemos hablar?

—Creo que será mejor a la distancia — Dijo eso y sujetó su brazo derecho, con el motivo de hacerle recordar el altercado de aquella noche.

Michael vio la actitud de Emily e inmediatamente se sintió mal e hizo un gesto de ironía interna.

Emily le pidió que salieran a caminar afuera para que su madre no se enterara de lo que podía pasar en ese instante.

—En verdad lo siento... soy un completo idiota.

—¿A qué viniste Michael? ¿A reclamarme?

—¡Claro que no! Estos últimos días han sido un completo calvario para mí. En verdad estoy mal, estoy arrepentido por mi actitud de aquella noche, estoy arrepentido por lo que dije y por lo que te hice. Quiero que sepas que... simplemente ya no puedo estar sin ti. Te amo y tu indiferencia me está matando.

—¿Te imaginas lo mal que me sentí yo, Michael? No sabes cuánto me dolió que dudaras de mí. No me dolió mi brazo, me dolió el corazón verte así esa noche — Las lágrimas interrumpieron sus palabras de inmediato... — ¡Michael yo te amo! Estos días han sido difíciles para mí también! — agregó.

Imposible OlvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora