Capítulo 12: Intriga

46 8 0
                                    

Yo perdí la noción de todo lo que me rodeaba. En mi cabeza no cabía nada más que buscar la manera de regresar a Allentown para ver cómo estaba marchando todo. Por la noche, al cerrar mis ojos no veía nada más que recuerdos en mi mente, recuerdos de Michael y de Emily. Me mataba la incertidumbre de saber cómo estaban.

Al día siguiente me topé con Rachel en la universidad. Ella me vio muy pensativo sentado bajo un árbol.

Al siguiente día, se topó con Rachel en el campus de la universidad. Ella lo vio muy pensativo sentado bajo un árbol.

—¿Sucede algo Zack?— Preguntó.

—Una terrible noticia...

—¿Qué pasó?

¾ Julie me llamó anoche. Michael y Emily tuvieron un accidente y están muy graves en el hospital.

Inmediatamente Rachel cambió de color tras la noticia.

—¡¿Qué?! ¿Pero cómo? ¿Emily?

—Ella está muy mal según lo que Julie me dijo y yo aquí, tan lejos— Mis ojos se humedecieron y estuve a punto de soltar en llanto pero quise ser fuerte.

—¡Eso no puede ser! ¡Por Dios! ¿Y qué harás tu?

—Tengo que encontrar la manera de ir allá, no puedo más con esta incertidumbre

Quedando pensativa durante unos segundos, Rachel contestó:

—Iremos los dos a Allentown, le diré a mi padre lo ocurrido, él nos ayudará.

— Pero... ¿y la universidad, Rachel? Falta poco para entrar.

— Nos ausentaremos un par de días nada más. Debemos ir, Zack.

Definitivamente Rachel era lo mejor que me pasó cuando llegué aquí. Al día siguiente ya todo estaba decidido. Ambos iríamos a Allentown. Un largo camino nos esperaba desde costa a costa del país.

********

En el hospital, Vincent, Debora, Margareth y Julie eran inamovibles. Ya había transcurrido un día entero. Michael estaba en recuperación aún, nada más esperando el día en que su libertad quedara en la historia. Él sabía lo que le esperaba, Vincent ya lo había advertido. A Julie eso le partía el alma, pero no tanto como a su madre. En su mente solo se cuestionaba el cómo en un instante la vida de un ser querido cambiaba en forma trágica.

Por su parte, Blake se sentía mal. Él no tenía ni idea de lo acontecido y en su labor en la biblioteca solo veía aquella mesa donde Emily solía pasar horas leyendo. Al verla vacía y solitaria sentía intriga al no saber ya nada de ella y sobre todo, después del nuevo altercado en el restaurante. Al terminar sus labores, se decidía ir a casa de Emily para de alguna manera pedirle disculpas por su inoportuna presencia esa noche. Pero al llegar cerca de la misma, la veía sin luz, por lo que hacía que no había nadie en ese momento. En ningún momento se imaginó lo que realmente estaba ocurriendo con ella.

Un día, al no encontrar otra manera de saber algo, se dispuso ir a casa de Anabelle a ver si ella sabía algo acerca de Emily. Llegó y tocó la puerta.

—¿Quién es?

—¡Soy yo, Blake!

—¿Blake? ¿Qué haces aquí? ¿A caso vienes a disculparte por dejarme abandonada el otro día?

—¡No, no vengo a eso! Bueno... pero en parte sí, perdón por irme solo así.

Anabelle abrió la puerta... — ¡Pues fíjate que no te perdono! ¡Tuve que esperar a que la lluvia se calmara y tomar un taxi a esa hora yo sola. ¿Qué hace una chica como yo sola subiendo a un taxi?— Ella definitivamente quería hacerlo sentir culpable de alguna manera.

—¡En verdad lo siento! Es que... ese día... ocurrió algo en ese lugar. Emily estaba ahí y su novio también, entonces pasó algo similar que el otro día en la biblioteca. Él salió enojado casi corriendo con ella de la mano, iba furioso. He visitado su casa pero nunca hay nadie cuando he ido, así que pensé que tú sabías algo sobre ella.

— Pues no... no sé— Anabelle quiso ser cortante.

— Pero ella y tú son muy amigas ¿No?

— Pues sí, pero no vivo con ella para saber cómo está a toda hora.

— ¡Por favor Anabelle! Tú sabes, ¿Ella está bien?

— ¡Adiós, bibliotecario!— Ya no quiso hablar más y cerró la puerta de un empujón. Él se sintió rechazado e insultado de alguna manera.

Pero por dentro, Anabelle empezaba a sentir culpa y remordimiento. Así que quiso comunicarse con Julie para saber cómo se encontraba Michael haciendo por un lado a Emily.

Entonces ese mismo día en la tarde llegó Anabelle al hospital.

—¡Julie! ¿Cómo siguió Michael?

— ¡Vaya! ¡Hasta que te apareces Anabelle! ¡Pues mi hermano sigue mejor, pero Emily sigue en coma!

— ¿Dónde puedo ver a tu hermano? — Siguió ignorando a Emily.

A Julie le extrañó esa actitud de Anabelle.

—¡Ven sígueme!— Le mostró la sala donde Michael se encontraba.

—¡Michael! ¿Cómo te sientes? — Dijo al entrar y verlo en la cama.

— ¿Anabelle? ¿Qué haces aquí?

— Preocupándome por ti Michael, ¿Y así me recibes?

— Lo siento... Pero no tengo ánimos de ver a nadie.

—Pronto te recuperarás y estarás en casa.

—¿En casa? ¿No sabes? ¡Iré a la cárcel Anabelle!

— ¿Qué? ¿Pero, por qué?

— Todo fue mi culpa, en el accidente causé la muerte de dos personas. ¡Fue mi culpa! ¡Soy un idiota!

—¡Pero tu padre tiene contactos! Él es nada más y nada menos que el Señor Vincent Burgesandler.

— No quiero que mi padre haga nada. Tengo que pagar. Preferiría estar en coma y morir yo, en lugar de Emily. Por mi culpa su vida está en riesgo.

Anabelle quedó sorprendida al escuchar todo. Jamás pensó que su maquiavélico plan resultara en una tragedia. Acompañó a Michael durante unos minutos y luego decidió marcharse del lugar.

Imposible OlvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora