Parte 14(editado)

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CAPITULO 14

No suelo ser madrugador en fin de semana pero ese día lo hago sin problemas. Me levanto nada mas oír la puerta de casa cerrarse, eso significa que mi madre ya se ha ido. Me meto en la ducha, me visto y me peino. Hago mi cama, aunque debo admitir que nunca acostumbro a hacerla y recojo toda la ropa que tengo esparcida por mi habitación. Más que recogerla la echo toda a lavar por eso de que voy mal de tiempo y no me puedo entretener. Pero algo es algo. Me doy cuenta de que mi habitación es un fiasco en comparación con la suya, la tengo que reestructurar. ¿Qué podría hacer para que pareciera más de moda? Bajo corriendo las escaleras hacia la entrada de casa y busco entre esas cajas olvidadas que nunca llegaron a vaciarse. Saco mi colección de maquetas, porque tengo que hacer ver que yo también puedo ser interesante, hay que resaltar los puntos fuertes de uno mismo. Relleno con las maquetas una estantería que tenía olvidada sobre el escritorio y me dispongo a sacar más cosas. Rebusco un poco porque la verdad es que no tengo ninguna otra idea en mente y estoy improvisando. Encuentro mi colección de postales, ninguna está escrita y ninguna tiene remitente, simplemente me gusta coleccionar postales vacías que nadie envía. Las cuelgo en la pared de la estantería y estoy satisfecho con el resultado. Me acuerdo entonces de mi colección de libros, mi pequeño tesoro, los saco de su caja y los subo todos a la habitación para apilarlos en un rincón, es bastante retro.

El siguiente punto del día es esconder el resto de cajas que se apilan en la entrada, así que las meto todas en un armario vacío bajo la escalera. Me preparo un desayuno rápido, zumo de bote y una barrita de muesli, y después recojo todos los platos que se quedaron apilados en el fregadero tras la cena. No sé qué más puedo hacer, todo parece en orden, todo lo en orden que pudiera estar un hogar tan...vacío. Subo a revisar mi habitación , por si acaso, descubro unos tenis olvidados en un rincón y los guardo. A mi paso veo un bote de perfume que no recuerdo haber usado nunca, lo huelo y no está mal así que me lo echo, la ocasión lo merece. A las diez en punto de la mañana estoy sentado en el salón esperando a Melissa que llama a la puerta pocos segundos después, como un reloj.

-      Hola. – le sonrío.

Melissa viene con el pelo recogido en dos trenzas largas y onduladas, le quedan genial. Trae un vestido celeste y una chaqueta gris, acostumbrado a verla siempre en clase con sus tejanos y sus deportivas me quedo un poco asombrado, lo que decía, está realmente guapa.

-      Buenos días Nil. ¿Estás mejor?

-      ¿Mejor?

-      De tu golpe, ¿recuerdas? Anoche...

-      Ah claro, si gracias, como nuevo.- la noche anterior ya me parece un sueño.

-      ¿Subimos al desván?

-      Claro, estás en tu casa, nunca mejor dicho.- ella ríe, menos mal que ha dicho de subir al desván, si hubiera sido por mi aún seguiría mirándola embobado. Y además soy muy mal anfitrión.

Subimos a la segunda planta, entre la habitación de mi madre y el baño de arriba está la entrada hacía el desván. Lo cierto es que apenas he pasado por allí. El segundo día que estuve en esa casa me pase a mirar por encima lo que había, pero no presté mucha atención. Lo cierto es que salí corriendo después de escuchar un ruido bastante extraño. Nunca supe de dónde provenía. Invito a Melissa a subir primero, no porque me diera miedo ni mucho menos, sino porque soy un caballero de la cabeza a los pies que se perfuma y todo para recibir a su amada.

¿ Y Si Es Ella? #wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora