Parte 35(editado)

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Me tiendo en la cama totalmente aturdido. Tengo demasiado que asimilar pero en este momento me siento como un total desconocido para mi mismo. La sensación de incomodidad no desaparece y sé que me espera una noche demasiado larga. No quiero darle más vueltas a todo lo que ha sucedido, estoy demasiado cansado, pero no sé que otra cosa puedo hacer. Me levanto para buscar un libro en mi repisa, tengo cientos en mi habitación, pero no todos me valen esta noche. Necesito algo realmente atrapante y envolvente para no pensar en mi triste realidad. Me decanto por leer "El Prisionero del Cielo", buena elección. Lo dejo en la mesita para ponerme el pijama, me quito la camiseta y los pantalones, y me coloco unas bermudas, esta noche tengo demasiado calor a pesar de los 16 grados del exterior. Bebo un poco de agua de una botella que siempre dejo junto a la cama y sin darme cuenta vuelvo a perderme en los recuerdos que acabo de vivir. El recuerdo de sus labios y de su lengua me erizan la piel. Resoplo amargado y me cubro la cara con ambas manos. ¿Cómo puedo haber cometido un error tan grande?... ¿Y Lucía? No sé si podré mirarla a la cara sin recordar lo que he hecho. O más bien lo que he estado a punto de hacer. No estoy seguro de tener que darle explicaciones ni de qué relación tenemos en realidad. Aun así no puedo dejar de sentirme como una mierda rastrera. Cuando me doy cuenta han pasado más de veinte minutos y no he abierto el libro que tengo sobre las piernas. Estoy totalmente hipnotizado, la situación me supera. Recuerdo que he vuelto a dejar a Lucía esperando un mensaje mío, pobre Lucía, no se merece tanta ignorancia. Ella se merece lo mejor.

"Lucia, se me ha vuelto a hacer tarde, no quiero molestarte a estas horas. Intentaré compensarte como pueda. Ve pensando en mi castigo."

Cierro el mensaje con una carita sonriente y un beso y se lo mando, deseando que no esté despierta para contestarme, porque eso me haría sentir aun peor persona.

Me tiendo sobre la cama , boca abajo, y me cubro la cabeza con mi almohada. Ni si quiera me he fijado en si mi madre está o no en casa, pero no imagino en qué otro lugar podría estar a estas horas. No obstante todo está en completo silencio, puede que esté durmiendo.

Unos golpecitos me devuelven a la realidad, pero no estoy seguro de donde provienen. Me acerco a la puerta de la habitación y la entreabro... allí no hay nadie. Escruto el oscuro pasillo, tal y como dije no se oye el más mínimo ruido, indiscutiblemente mi madre debe de estar acostada. Entonces, vuelvo a oír el ruido de golpes llamando a una puerta ¿pero a qué puerta? Caigo en la cuenta de que llaman a la puerta que comunica mi dormitorio con el exterior.¿Enserio? Pero quién demonios es  a estas horas. Cuando entreabro para asomarme al exterior alguien pega un empujón y me lanzó hacía atrás. No me da tiempo a ver quién es hasta que siento que alguien me salta a los brazos. Sin apenas reaccionar me doy cuenta de que tengo los labios de Melissa pegados a los míos. Sus dedos se hunden entre mi pelo y su lengua busca encontrarse con la mía. He llegado a tomar por mi vida, lo juro, pero ya no puedo pensar en nada, no quiero pensar en nada, y me dejo perder en sus labios. La tumbo sobre mi cama y agarro su cara con mis manos, ella tira de mi pelo ferozmente y agarra mi cadera con sus piernas. Aun lleva aquel short tan corto y la camiseta de tirantas que , en ese momento , le cae por los hombros, dejando entrever la ropa interior de Garfield que ya conozco. Melissa acaricia mi pecho desnudo, sin camiseta, y yo no puedo evitar querer más, mucho más, de ella pero me siento cohibido. Me coge la mano y me la pasa bajo su camiseta. Puedo sentir la piel de su vientre, de su espalda... agarro sus muslos con fuerza y la aprieto aún más contra mí. Entonces, ella, con un golpe de cadera, se coloca sobre mí y yo quedo tendido en la cama. Me mira ,con sus enormes ojos azules, que me volvían loca, y se quita la camiseta, entonces yo, simplemente, creo morir.

 Me mira ,con sus enormes ojos azules, que me volvían loca, y se quita la camiseta, entonces yo, simplemente, creo morir

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