Sorpresas.

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Adelaide.

-Regresaré en la madrugada, lo siento.

-Da igual- dije colgando y aventando el teléfono a la cama.

Estaba enojada. Más que enojada. Me metí al baño de la habitación y tome uno de esos jabones que ponen en el hotel para lavar las manos.

Llevaba 29 días en Canadá y en ningún instante había abandonado este hotel. Mi madre salía a sus conferencias de trabajo y regresaba hasta en la noche. Según ella, éste viaje tenía el propósito de hacerme sentir menos abandonada. Pero terminó siendo peor. Me miré en el espejo mientras lloraba. Por lo menos todo este tiempo pude evitar las comidas sin mentir. Además, mañana por la mañana partiríamos de regreso y en la tarde podría ver a Zayn.

Mi corazón se encogió cuando pensé en él. Lo extrañaba a montones.

No poder hablar con él ni por llamada ni por mensaje de texto me hacía sentir realmente melancólica. Sabía lo malo que era encariñarse con las personas, porque te pueden hacer sentir mal cuando estás lejos de ellos.

Pero aquí el problema era que yo estaba enamorada de Zayn. Y eso me hacía que extrañarle fuera un dolor inmenso con el peso de un millón de rinocerontes sobre mi frágil corazón.

Me había repetido a mi misma durante mes y medio todos los días que Zayn jamás se daría cuenta de lo que sentía y mucho menos me correspondería. Pero al final del día, cuando estaba sola con mis mil y un voces gritando a las 4 a.m., me imaginaba en sus brazos... Me lo imaginaba mientras hacía mi cabello a un lado y me susurraba al oído lo importante que era para él. Y eso me daba una buena porción de falsa felicidad. Que claro, se convertía en dolor emocional cuando la realidad me golpeaba al día siguiente.

Mientras que mi mente vagaba y vagaba salí a dar una caminata por el hotel. Era realmente muy lujoso, a mi madre le daban cortesías de hoteles por viajar tanto en su empresa. Realmente dudaba el porqué mamá estaba con un estúpido vividor como Rodrigo. Ella podría ser una de las más importantes empresarias de Londres, pero no quería ser ascendida por miedo a que la trasladaran. Rodrigo no quería irse.

En algún lugar del hotel estaba la alberca y es ahí donde fui a dar. Había unas cuatro familias con sus hijos y una que otra pareja feliz disfrutando del sol. Agradecí haberme puesto los shorts más cortos que tenía ya que el calor era insoportable. Me acerqué algo más a los camastros y me quedé parada mientras veía a una niña pequeña jugando con su padre. La envidiaba.

Giré mi cabeza hacia la derecha y observé a un muchacho, algo más grande que yo, estaba sentado a un lado de donde yo estaba parada. Veía algo con mucha concentración. Seguí su mirada y entendí porque sus ojos se entornaban de esa manera.

-¿Te dan asco?- pregunté en voz alta con tono sutil.

-¿E-eh?- levantó la mirada algo apenado, sonreí sin mostrar mis dientes.

-Estabas viendo mis cicatrices... En mis piernas- mi tono se suavizó un poco.

-Ah sí, lo-lo siento- dijo sacudiendo la cabeza.

-Está bien- suspiré. -No suelo usar shorts por eso- miré hacia otro lado y crucé mis brazos.

-¿D-de que... son?- preguntó nervioso después de un minuto. Claro. El sospechaba pero no estaba seguro.

-¿Cuál es tu nombre?- dije con una sonrisa ladeando la cabeza.

-Martin- dijo aun nervioso. Me senté a su lado.

-Martin, ¿alguna vez has odiado tanto a alguien que lo único que quieres hacer es apuñalarlo y golpearlo?- su rostro mostró confusión.

-Si...

-¿Y lo has hecho?- lo miré aun con mi petulante sonrisa.

-No- admitió.

-¿Por qué no?- dije ahora sin sonreír.

-Por que... podría hacerle daño, y no creo que tenga derecho a eso- dijo con voz calmada.

-Así que, ¿cómo te quitas las ganas de hacerlo?- pregunté fingiendo interés.

-Solo... no le vuelvo a hablar, me alejo de esa persona- sonreí y asentí.

-Qué pasa si...- me callé por lo que parecieron 10 segundos- ¿qué pasa si esa persona eres tú mismo?- recorrí mis dedos lentamente hasta la tercera parte de mi muslo, donde acababan mis cicatrices. -No puedes huir de ti mismo ¿no es así?- el asintió y tragó saliva. Creo que lo había asustado. -Bien, debo irme- me levanté y caminé en dirección opuesta.

-Espera- tomó mi brazo y giré para verlo sonreír tímido. -Quisiera ayudarte a no hacerlo...- miró hacia mis piernas- a no odiarte a ti misma.

-Já- me limité a decir con una sonrisa de incredulidad y me fui de ahí.

-Mañana es martes así que a primera hora a la escuela, y te pones al corriente con tus materias ¿sí?- asentí mientras mi madre y yo caminábamos hacia la puerta de salida del aeropuerto. -Espero que este viaje te haya ayudado un poco a que te des cuenta de que no necesitas llamar tanto la atención, tienes la mía todo el tiempo.

-Claro-. "Por eso no te vi más que en las noches en todo el mes, ¿no?" pensé en mi interior.

-Y espero que por fin dejes esas historias sobre mi Rodri, no quiero más problemas por él. Solo lograrás que se harte de mí y me deje, y no quieres eso ¿o sí? ¿Adelaide? ¿Me estás escuchando?- pero no podía contestarle. Estaba paralizada mientras veía una figura masculina muy familiar de perfil a unos 5 metros de mí.

-¿Zayn?- susurré. Él se giró hacia la derecha visualizándome. Una enorme sonrisa cruzó su rostro. Inmediatamente la mía se formó también.

-¿Quién es él? ¿Por qué nos sonríe?- preguntó mi madre.

-¡Zayn!- exclamé de pura felicidad.

Solté mis maletas y caminé lo más rápido que pude hasta él. Estaba a punto de lanzarme a sus brazos pero me detuve enfrente de él con inseguridad. Parecía que él esperaba también que lo hiciera porque al ver que no lo hice, me tomó con ambos brazos por la cintura abrazándome de una manera algo eufórica. Separándome un poco del suelo.

-Adelaide, adelaide, adelaide- dijo riendo- estás aquí- me bajó y pude ver su sonrisa. Estaba algo confundida, ¿por qué estaba tan feliz de verme? ¿Por qué estaba él aquí?- No tienes idea de cómo te extrañé, mierda... No te vayas nunca más- se pasó una mano por el cabello mientras decía eso y me volvió a abrazar. Yo lo abracé aun confundida.

-¿Zayn, qué haces aquí?- el me soltó y estudió mi expresión.

-Dijiste que volverías en un mes, y quería venir a recibirte- dijo como si fuera la cosa más normal del mundo.

-Así es pero... nunca te dije a qué hora llegaría, ¿cómo supiste cuando llegaría?- su semblante se hizo serio y parecía nervioso.

-Yo... no sabía. Llevo aquí desde las 10 a.m.- mi mandíbula casi toca el inframundo.

-Zayn, son las cinco p.m.- alcé la voz- ¿Porque viniste a esperar?

-Yo te extrañaba... mucho.

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OMG, este capítulo me hace morir de ternura cada vez que lo leo y eso que yo lo escribí y lo eh releído unas 50 veces, JAJAJAJA. Comenten muy bonito hermosas, y les contestaré porque dkjnfcsjkncdd las amo dsjnfcskdjnfcskndc. Beshos.

Save me from myself. | Zayn Malik. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora