Capítulo trece.

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13

Adelaide.

Miré hacia la casa que tenía enfrente. Blanca, con luces rojas y verdes por todos lados, muchas personas hablando en el jardín que tenía que atravesar para entrar por la puerta. Fumé de mi cigarrillo e inmediatamente me propuse dejarlo en esta semana o crearía un vicio en mí. Me crucé de brazos debido al frío que hacía a las 9 p.m. de la noche y comencé a caminar a la puerta. En el jardín muchos me veían, seguro que preguntaban qué hacía yo aquí. Y yo también lo hacía.

 Después del rechazo de Zayn tenía planeado no poner ni un pelo en este lugar. Pero la chica que me invitó me hizo cambiar de opinión. Fue tan amable. No me miró raro, me sonreía con amabilidad. Era algo que extrañaba. Que en lugar de que todos me miraran extrañados, me miraran con certeza. Enfrente ya de la puerta toqué el timbre. Abrió la misma chica que me invitó.

-¡Adelaide!- dijo con una sonrisa. -Pensé que no vendrías- le sonreí de vuelta con agradecimiento.

-Tenía que hacer unas cosas antes de llegar- apenas si se escuchó mi voz.

-Pasa- dijo haciendo un ademán con la mano. Eso hice y ella cerró la puerta, comenzamos a caminar juntas entre el gentío.

-Así que... ¿cómo va la cosa?

-Bien, algunos ya están más que borrachos pero... tengo todo bajo control- dijo con una sonrisa de autosuficiencia.

-Disculpa yo no... no sé tu nombre y nunca te pregunté- dije apenada.

-Belén.

-Gracias por invitarme- dije sincera.

-No hay que agradecer, diviértete y yo tengo que ir por allá- señaló a la cocina. -Tengo que vigilar todo. Adiós.

Comencé a caminar por toda la casa mientras más personas me miraban extrañados, otros simplemente me ignoraban.

Su casa era realmente linda, estaba espaciada y se veía bien cuidada. El diseño era algo rústico decorado con toques modernos.Pero ésta era una de esas típicas fiestas que ves en las películas americanas. Las paredes blancas ahora estaban sucias con líquidos de distintos colores, los sillones llenos de parejitas besuqueándose, la música estaba fuerte y todos hablaban mientras otros bailaban en las esquinas. Caminé un poco más y encontré la sala de juegos donde algunos jugaban billar y otros jugaban videojuegos.

-Mira quien está aquí- di media vuelta para ver a la rubia teñida parada enfrente de mí. –Hola, monstruito.

-No estoy de humor para tus jueguitos- dije con los ojos entrecerrados.

-Pues yo sí- repuso con voz dura. -Creí haberte dejado claro el otro día que no tienes por qué contestarme.

-Y yo creí haberte dejado claro el otro día que tú no me mandas- dije alzando las cejas.

-Escúchame bien, estúpida- dijo tomándome de la muñeca. Inmediatamente sentí molestia en la piel por lo que quité su mano rápidamente.

-No me toques- dije con miedo y coraje. Me bajé más la manga que ella había subido un poco.

-¿Por qué? ¡Oh! No me digas que…- negué con la cabeza-. ¡ESCUCHEN TODOS! La loca se está volviendo a cortar como si fuera una hoja de papel- gritó y deseé matarla por un momento. Todos me miraron.

-Me llamo Adelaide. A-de-lai-de. Y déjame en paz- le grité y me di la vuelta. Pero sentí que me tomó fuerte del brazo lo cual me ardió. Me giró de nuevo y tomó mi manga bajándola, dejando al descubierto mi antebrazo.

-¿Y qué es esto, loquita?- dijo señalando las 5 cortadas en mi brazo.

-¡Suéltame!- le grité porque ahora todos estaban en círculo alrededor de nosotras, mirándome a mí, mirando mi brazo.

-¡NO QUIERO!- gritó más fuerte.

Elevé mi mano izquierda tomando entre mis dedos los 3 centímetros de cigarro que me quedaban y lo apoyé contra su mano- ¡AH!- gritó y de inmediato soltó el agarre. -¡Estás loca!- gritó llorando- ¡Me quiso matar! ¡Me quemó!- hizo más escándalo mientras se sostenía la mano. Abrí los ojos exageradamente. ¿Qué demonios acababa de hacer? Di media vuelta y salí a toda prisa de ese salón. Necesitaba irme de aquí.

-¡Adelaide!- escuché cuando estaba a un segundo de girar la perilla de la puerta. Giré y vi a Harry.

-¿Qué?- pregunté malhumorada.

-Oye quiero hablar contigo, yo...

-Lo siento, es que estaba por irme- dije señalando la puerta.

-¡No! Espera- suplicó. -Enserio es urgente, solo unos segundos ¿sí?- miré hacia la sala de juegos y luego a él.

-Ok pero, ven- tomé su mano y comencé a caminar escaleras arriba.

¿De qué quería hablarme ahora? Algo era seguro, si quería decirme algunas de sus bromas definitivamente tendría que buscar otra forma a la que usé con Natalia. Por un momento odié ser tan impulsiva. ¿Qué pasaría si Natalia corría con su papi y me demandaban? Mi madre de seguro me volvería a enviar a Estados Unidos.

Y es que es algo típico de mi madre resolver los problemas evitándolos. Doy gracias  por no haber nacido con ése defecto. A veces odio su forma de ignorarme, de castigarme injustamente.

Harry permanecía en silencio a mi lado, parecía nervioso. Encontré una habitación vacía y entramos- ¿Qué pasa?

-Bueno yo... -se podía ver claramente como no sabía lo que quería decir-, quiero decirte que lo… siento.

-¿Qué?- pregunté sorprendida.

-Sí- musitó. -Por lo del miércoles. No debí llamarte rara- alcé las cejas.

-Está bien, Harry.

-No, no lo está. Lo siento- lo miré y sonreí un poco.

-Disculpa aceptada- lo tranquilicé un poco.

-Bueno yo...- se rascó la nuca- vi lo que acaba de pasar en la sala de juegos y…

-Espera- dije alzando una mano. -¿Qué?

-Sí, digo, no estoy seguro... pero, espero que lo que tienes... ahí- dijo mirando mi brazo ahora cubierto- no haya sido por lo que dije porque si así fuera nunca me lo perdonaría es que...

-Alto- dije enfadada, el me miró sorprendido por mi cambio de humor. -No me corté por lo que me dijiste- le dije con los ojos entrecerrados- y si fuera por eso, aun así tu disculpa no es sincera, me has pedido perdón solo por lo que viste- el trató de comprender lo que le decía.

-Bueno, es que yo...

-Nada- musité enfadada. -No necesito tu lástima- dije caminando hacia la puerta, la abrí y me giré- ni la tuya ni la de nadie, Harry- di la vuelta y salí con un portazo.

Maldije a Natalia. Por su culpa ahora todos me tendrían lastima.

 En las escaleras todos me miraban pero ahora no extrañados, si no como con miedo. Seguí bajando pero me detuve a la mitad por que al pie de la escalera vi algo que destrozó mi autoestima por completo. Zayn, estaba recargado en el barandal, con una chica más o menos de su estatura y de cabello negro, abrazándolo... Y claramente no era un abrazo de amigos por cómo ella acariciaba su espalda. Me quedé sin respiración. Con que no quiero ir con nadie ¿eh? 

-¿Y qué esperabas? Es obvio que te rechazó por fea y gorda- mi pulso comenzó a acelerarse. -Mírala a ella, alta, cabello largo, delgadísima, hermosa, perfecta. ¿Y tú? ¿Sinceramente creíste que el pudo haberte dicho que sí?- Una lagrima de coraje se deslizó por mi mejilla derecha. La limpié con fuerza y seguí bajando las escaleras. Al llegar al final choqué con el hombro de Zayn y cuando ya estaba adelante volteé a verlo con una mirada de odio. Él no tardó ni medio segundo en entender que era lo que había visto. Pero ya era tarde, ya había salido por la puerta y estaba caminando hacia la calle.

Save me from myself. | Zayn Malik. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora