A

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A viene de Axila

que suda si hace calor.

Las que tienen muchos pelos

despiden pésimo olor.

Uno puede ver si le hueles las Axilas levantando el brazo y metiendo adentro la nariz. Yo lo he hecho. Hasta ahora no he detectado ningún olor.

Es muy importante no oler a nada si uno quiere besar a una chica. Las chica son unas terribles fanáticas de la limpieza. Al menos así es mi hermana: se pasa horas metida en el baño. Eso enfurece a papá, que aveces se sale de casillas y grita.

— ¿¡Te convertiste en lavamanos, o que!? —Le dice—. ¡En esta casa hay más gente!, ¿¡Sabes!?

Hace poco, a la hora de desayuno (Después de los gritos de papá), le pregunté qué era lo que hacía en el baño. No era por entro metido; era una investigación seria. Estoy tratando de aprender todo lo que pueda sobre las chicas y sus costumbres.

Mi hermana me miró como si yo fuera un insecto asqueroso y gruño:

— No empieces.

Yo le dije que no estaba empezando nada.

— ¡Solo quiero saber qué haces!

— La pregunta sobra —dijo papá, abanicándose con la mano—. ¡Se emperifolla como un pastel de primera comunión! Me sorprende que te dejen entrar al colegio untada de esa cosa.

— Esa cosa se llama perfume.—Dijo Isa

— ¿Donde te lo echas?.—Pregunté, porque me interesa tener total claridad al respecto—. ¿Por todas partes o sólo...?

— Mira, tu mejor cállate. ¡Me tienes hasta las teclas! —Mi hermana no tiene teclas. Es totalmente plana, así es que no entiendo cómo puedo tenerla hasta las teclas.

Naturalmente que ella es igual de rara a toda la familia. Ayer le pregunté a mamá si le parecía que mi hermana era normal.

— ¿Cómo así? —Me dijo sorprendida, comos si no entendiera por qué le preguntaba eso.

— Es que quiero saber si todas las chicas  son como ella.—Expliqué

Mamá suspiró y dijo:

— Por desgracia, sí.

— ¿Cómo, por desgracia?.—Pregunté.

— Bueno, porque pasan por esa fase...

— ¿Todas?

— La mayoría.

-¿Cómo cuantas?

— Como el 99.9% ¿Por qué? 

Le conté que estaba haciendo un estudio sobre las chicas. Por alguna razón, a mamá le pareció gracioso. Luego preguntó:

— ¿Y que has descubierto hasta ahora?

— He descubierto que les gusta estar limpias.

— ¿En serio? ¿Y qué te hizo llegar a esa conclusión?

— La observación —Dije—.Muchas horas en el baño. 

Mamá se rió. Creo que a eso le llaman reírse a mandíbula batiente.

— No se encierran en el baño para quedar limpias.

— ¿Entonces qué es lo que hacen ahí metidas tanto tiempo? —Dije—. ¿Solamente embadurnarse de perfume?

-Uf, hacen muchas más cosas. Es todo un ritual. Se miran, milímetro a milímetro, desde todos los ángulos posibles. Se angustian pensando en los granos de la cara, o si tienen la nariz demasiado grande o demasiada chica. Usan la cuchilla del papá para afeitarse las piernas para afeitarse las piernas pero no se toman la molestia de limpiarla. Dejan el suelo tapizado de talcos: los talcos de la mamá. Se cortan las puntas del pelo y tapan el caño. Se cortan las uñas de los pies en el lavamanos. Luego se las pintan, ahí mismo. Dejan caer grandes gotas de esmalte en el lavamanos y lo manchan, para gran disgusto de sus padres. Luego...

Mamá se detuvo un instante.

— ¿Qué más te puedo contar?

— Bueno, pero también se darán una ducha ¿o no? —Pregunté.

— Ducha, no sé —Respondió mamá—, pero lo que sí sé es que se bañan en la tina durante horas, y gastan una cantidad de agua que les hace poner lo pelos de punta a los padres porque las cuentas llegan por las nubes.

— Con eso deben quedar bastante limpias —dije—. ¿No crees?

— Quizás les quede limpio el cuerpo, porque el estado de su habitación, deja mucho que desear.

No sé por qué trajo a cuento lo de la habitación. Sonaba disgustada. Pero al menos aprendí otras cosas sobre las chicas.

Esa tarde, cuando llegué a casa, vi que había llegado una amiga de mi mamá de la época del colegio. Se va a quedar con nosotros esta noche. Cuando estaba en el colegio le decían Palillo, porque era muy flaca. Todavía le dicen Palillo, aunque ahora es regordeta. Eso les parece muy gracioso a las dos y se ríen como locas.

El Palillo regordete no me veía desde que yo era chiquito y le dijo a mamá:

— ¡Cómo ha crecido Salva! Va a volver locas a las chicas cuando crezca.

— ¿Tú crees? —Dijo mamá

— Uh, claro —Dijo emocionado el Palillo regordete— ¡Va a ser un encanto!

Mi hermana estaba por ahí y aprovecho la ocasión para hacer un ruido de vómito. Para ella, yo equivalgo más o menos a un gusano. Sin embargo, mi sensación de triunfo duró poco, porque la siguiente frase que dijo la amiga de mamá fue:

— Se ve que es un chico muy bien puesto.

Ante lo cual mi hermana respondió:

— ¡Ja!

Eso también me parece terrible. No quiero verme como un chico bien puesto. Quiero verme seductor y degenerado.

Todavía me preocupa pensar que sea gay y no me haya dado cuenta. Kelvin me sigue diciendo Sara Tomate. Hasta el Pote se ríe.

~~~~Fin~~~~ 

@No me pertenece el libro. Todos Los Derechos Reservados A Su Respectivo Autor

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Me Dicen Sara Tomate - Jean UreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora