U

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U viene de "¡ugh!"

sonora señal de disgusto,

como en: "Ugh, huele a podrido.

¿Hay alguien con susto,

o tiene el intestino perdido?"

Ugh, fo, qué olor asqueroso.

Agh, puaj, hedor espantoso.

Aire de caño, aroma de basura,

no lo resiste ni la persona más dura.

Huevos podridos, humor de alcantarilla,

si quieres salvarte, tápate la naricilla.

Bueno, Jason Trees no olía a huevos podridos, pero tenía un aliento algo apestoso. Olía como a animal muerto. Harmony dice que es porque fuma.

Sólo alcanzamos a llegar a la librería Waterstone a las doce y cuarto. Pensábamos que íbamos a encontrar una cola larguísima que se salía de la librería y se extendía por los corredores, pero lo único que vimos fue a Jason Trees con cara de desilusión, en una mesa, sentado detrás de una pila de libros.

Eran sus libros. Cosas escritas por él. A lo mejor esperaba venderlos. 

Levantó la cabeza y puso una expresión optimista al vernos llegar a Harmony y a mí.

— ¿Qué puedo hacer por ustedes? —Dijo, al tiempo que tomaba la pluma—. ¿Ya escogieron sus libros?

En realidad no habíamos ido a comprar libros. Sólo queríamos saludarlos y darle las gracias por las cartas. Era obvio que no nos había reconocido, pero, como dijo Harmony después, a lo mejor conocía demasiada gente como para acordarse de cada persona.

— Usted fue a nuestro colegio a darnos una charla.—Le recordé.

— Nosotros le escribimos —Le dijo Harmony—. Le enviamos por correo nuestros relatos.

— ¿Ah, sí? —Dijo, y su expresión optimista se empezó a desvanecer—. ¿Y yo les respondí?

— Sí, usted nos respondió.—Dijo Harmony.

— Ah bueno. Muy bien —Dijo él—. Entonces no vinieron a regañarme.

Nos quedamos allí un rato más, para acompañarlo, esperando a ver si empezaba a llegar la gente. Sin embargo, lo único que pasó fue que llegó una señora a preguntarle dónde estaban los libros de otro escritor más famoso que él. A ambos nos daba pesar verlo todo achacoso y mal trajeado, tratando de parecer como si no estuviera interesado en que la gente comprará sus libros. Como si estuviera allí nada más para darse un baño de popularidad, para pasar el día o algo así. Lo que decidimos hacer, entonces, fue comprarle un libro cada uno. Yo le compré uno que se llamaba La Graciosa Graciela y Harmony le compró uno titulado El Señor Comelimones.

El señor Trees nos dijo:

— Esos libros son demasiado infantiles para ustedes. Son para niños de cinco años.

Claro que lo sabíamos, pero eran los más baratos. Yo le expliqué, un poco avergonzado, que no tenía dinero para comprar los más grandes. Harmony, muy astuta, dijo que había comprado El Señor Comelimones para su hermanita menor. (Luego supe que su hermanita tiene diez años y es una especie de niña genio.)

El señor Trees no tuvo más remedio que resignarse.

— Ah, pues muy bien, entonces.

Luego escribió, con su letra delgada y torcida una dedicatoria que decía: "Afectuosamente, Jason Trees".

Cuando íbamos saliendo, un niñito se le acerco con un libro de Escalofríos en la mano para que se lo autografiara. Al señor Trees no le gustó para nada el asunto y se puso altanero.

— ¿Cómo quieres que te firme algo que no escribí yo? —Le dijo al niño.

El pobre chico quedó bastante alicaído. A lo mejor pensó que un escritor era la misma cosa que cualquier otro. Yo creo que Jason Trees no le habría costado ningún trabajo firmarle el libro de Escalofríos al niño.

— ¿Qué hacemos con estos libros? —Le dije a Harmony cuando salimos de la librería.

— Guardarlos —dijo—. Son copias firmadas... Podrían llegar a ser valiosas.

Luego me confesó que ella sí tenía dinero para haber comprado otros libros más caros, pero que en realidad Jason Trees no escribía el tipo de libros que a ella le gustaban.

Le pregunté cuál era el tipo de libros que prefería y me dijo que en ese momento estaba leyendo Orgullo y Perjuicio.

 De Jane Austen —Me dijo.

— ¡Yo sé de quién es! —Le contesté.

Sin embargo, debo ser honesto conmigo mismo. Lo digo porque uno a veces trata de pasarse de listo. Confieso que hasta el bimestre pasado jamás había oído mencionar a Jane Austen. En clase de literatura, el profesor Mounsey empezó a preguntar nombres de libros y de autores. Cuando preguntó si alguien sabía quién era Jane Austen, la gran Lucy levantó la mano y dijo: "Una tenista".

Hasta donde yo sabía, perfectamente podría ser cierto, pero no creo que el profesor Mounsey se hubiera puesto a preguntar por tenistas en clase de literatura.

Le recordé a Harmony esa historia y ella se rió de buena gana. (Harmony era la única que sabía quién era.)

— Es un objeto sexual —Dijo.

— ¿Quién? ¿Jane Austen? —Pregunté.

— No, bobo me dijo, pegándome con el libro de Jason Trees—. Lucy West.

— ¿Y es que una persona no puede ser un objeto sexual y también saber quién es Jane Austen? —Dije.

— Pues ella no sabía —Dijo Harmony.

Me sentí algo deshonesto. Con Lucy, quiero decir. (Creo que "desleal" sería una palabra más adecuada.) Además, me parecía muy fuerte decir que una chica es un objeto sexual. Le dije a Harmony.

— Creo que te estás dejando llevar por tus prejuicios.

— No. A mí no me molestaría ser un objeto sexual.

Eso me sorprendió un poco.

— ¡Pero entonces tendrías senos! —Le hice notar.

Harmony suspiró y dijo que a lo mejor yo estaba en lo cierto.

Cualquiera habría estado de acuerdo. No puedes ser un objeto sexual si no tiene senos. Es apenas lógico.

De todas maneras, quedé un poco sorprendido,

Antes de despedirnos, Harmony me volvió a preguntar por su poema.

— ¿Ya casi lo acabas? ¡Me muero de ganas por leerlo!

Le dije que lo estaba revisando. No sé, pero estoy comenzando a preocuparme ahora que sé que, allá en el fondo, a Harmony le gustaría se un objeto sexual. ¡A lo mejor debo reescribir totalmente el poema!

~~~~Fin~~~~

@No me pertenece el libro. Todos Los Derechos Reservados A Su Respectivo Autor.

Achacoso: Que sufre afecciones o indisposiciones leves y frecuentes, provocados por la edad.

Mal Trajeado: Dicho de una persona: Mal vestida.

Alicaído: Que está triste, desanimado o deprimido.

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Me Dicen Sara Tomate - Jean UreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora