J

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La J es de Jamona

como ciertas señoras de mi barrio.

No me gustaría que mi chica, tan mona,

llegara a tener la cintura de ese radio.

Le dije estos versos al Pote y al él le parecieron divertidos. ¡No me atrevería a decírselos a Lucy! No creo que a las chicas les parezca gracioso.

Le pregunté al Pote si alguna vez había tenido pensamientos impuros.

—¿Qué clase de pensamientos impuros? —Preguntó.

—Sobre las chicas —Contesté.

Él lo pensó un momento y dijo:

—¿Cuáles considerarías impuros?

—Sobre senos, por ejemplo.

Entonces el Pote reconoció que pensaba mucho sobre senos.

—¿Tú crees que las chicas piensen en nosotros como nosotros pensamos en ellas? —Le pregunté.

Me contestó que no tenía la menor idea. Yo tampoco. ¡Me encantaría saber!

Le escribí a Lucy un poema para el día de San Valentín.

Poema para Lucy en el día de San Valentín

El amor es ciego

y debes serlo tú también

si no hasta dónde llego

para que me quieras bien.

Te pido, por favor,

que no te vayas a negar

si te digo que tu amor

es lo mejor que puedo desear.

Tengo que escribí mi teléfono en la parte de abajo de la tarjeta. No va a saber quién se la envió, pero a lo mejor le dan ganas de llamar para averiguar. Voy a mandarla por entrega inmediata, para que la reciba a tiempo.

En el sobre escribí: ¡URGENTE! ¡ENTREGAR SIN DEMORA! Lo hice para evitar que el cartero vea el sobre y diga: "Ah, otra tarjeta de San Valentín. Esta la reparto más tarde". Aveces hacen eso. Bueno, eso es lo que dice papá, pero mamá opina que él es paranoico, o sea que se cree que la gente está en contra de él. Yo me siento paranoico cuando Harmony Hynde me acosa.

Estamos en semana de vacaciones. Estos días parecen interminables y vacíos, sin Lucy. Ni siquiera puedo alzar pesas. Ayer por la noche, cuando estaba haciendo mis ejercicios, ocurrió un desastre. Una de las bolsas de ladrillos se zafó y cayó en el borde del guarda-escobas y se llevó un buen pedazo. 

Mamá llegó corriendo a ver qué había pasado.

—¿Qué paso? ¿Qué hiciste?

Luego apareció mi hermana y soltó una risita antipática.

—Uy, uy uy. Miren a quién tenemos aquí. Charles Atlas en persona.

No me parece justo que entre así no más en mi habitación cuando estoy en calzoncillos. No tienen ninguna decencia.

—¿Y tu qué haces tirando ladrillos por la habitación?

—Estoy practicando —Dije.

— ¿Practicando para qué? —Preguntó mi mamá.

—Para la semana deportiva. Un concurso de lanzamiento de ladrillos.

— ¿También tienes un concurso de lanzamientos de varillas de cortina?

—Ah —Dije con una risita forzada—. Es que ponemos los ladrillos en el extremo y luego los arrojamos.

—Pero no tienes que lanzarlos en la habitación. Tu padre se va a disgustar mucho contigo.

En conclusión, ya no tengo mis pesas. ¡Lástima, porque ya estaba sacando músculo! Dos músculos: uno en cada brazo.

He tomado una decisión. Voy a dedicarme esta semana de vacaciones a sacar músculo. El hecho de que ya no pueda alzar pesas no quiere decir que tenga que quedarme sin hacer nada. Voy a hacer veinte flexiones de pecho y nadar veinte piscinas.

También voy a seguir escribiendo Soy Una Cucaracha. Siento una extraña simpatía hacía las cucarachas. Son unas criaturas inofensivas, incluso agradables si uno las conoce bien, y sin embargo la gente las trata con el odio y el desprecio profundo. Así me trata mi hermana. Se la pasa diciendo que soy un pervertido y luego entra como una tromba a mi habitación cuando estoy en calzoncillos. Eso no está bien: deberían prohibírselo. Si hay algún pervertido en esta casa, es precisamente ella.

Encontré otro dicho: Tiene los ojos en la nuca.

Debo decírselo a Harmony cuando la vea, para que mire a ver si aparece en el diccionario.

~~~~Fin~~~~

@No me pertenece el libro. Todos Los Derechos Reservados A Su Respectivo Autor.

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Me Dicen Sara Tomate - Jean UreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora