X, Y, Z - Final

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  La X marca el punto.

¡La Y indica que ya!

La Z es el zenit:   

allí acabo de llegar.

¡Lo logré! ¡Lo logré! ¡Bese a una chica! ¡Soy normal! ¡Yujuu!

Ya no tengo que pensar en morirme, lo que me parece muy bueno, porque habría sido un terrible inconveniente para papá y mamá. Papá habría tenido que sacar tiempo libre de su trabajo para ir a mi entierro y mamá habría tenido que ir a comprarse un vestido negro. También supongo que me habrían extrañado un poco.Mi hermana no. Creo que ella se habría puesto contenta porque yo ya no volvería a cogerle su espuma limpiadora. Mamá habría llorado, y eso no le gusta porque se le hincha la cara. En resumen, fue mejor así.

¡Ya pasé la prueba!

No puedo dejar de pensar en la poesía. Precisamente, se me acaban de ocurrir algunos versos.

Si hubiera decidido mi vida cortar,

mamá se habría puesto a llorar.

No me preocupa el mañana.

¡Hoy me salvó la campana!

He besado hasta más no poder,

y quisiera volverlo a hacer.

Mis hormonas siguen pareciendo un volcán en plena agitación. Es como si no pudieran creer lo que ocurrió. Bueno, yo mismo casi que no lo puedo creer. Pienso en eso todo el tiempo.

Mi entrada al mundo de la normalidad fue así: el viernes se terminó el bimestre. El sábado, o sea ayer, fue la fiesta de Joella Crick.

Fui únicamente porque dije que iba a ir y, además, porque tampoco tenía otra cosa que hacer, pero la verdad es que no tenía muchas esperanzas. El miércoles le envié a Lucy su Poema a la mejilla de Lucy, versión II. Se lo envié por entrega inmediata, para estar seguro de que ya el viernes lo hubiera recibido. Yo seguía lanzándole unas miradas muy intensas, pero ella nunca me correspondía. Tampoco me atrevía a preguntarle directamente: ¡con ese carácter! Aunque es menudita, pega duro. Una vez la vi golpear a Kelvin Clegg tan fuerte que casi lo manda al suelo. No quería que a mí me pasará lo mismo.

El sábado pensé que ya era hora de ir haciendo mi testamento. Les dejé todas mis cosas a papá y a mamá, salvo los libros, que eran para Harmony. Me parecía que ella era la única persona que los apreciaría de verdad.

Mi testamento decía así:

Testamento de Salvatore d'Amato, quien, para todo afecto legar seré yo mismo, en cuanto titular del presente testamento.

Yo, en plena posesión de mis facultades, le dejo mis libros a mi buena amiga Harmony Hynde.

Firmado en la fecha de hoy por Salvatore d'Amato.

Inmediatamente después de terminarlo, pensé otra cosa y le agregué un otrosí, que es un añadido que uno les pone a los documentos cuando se acuerda de algo más:

Me Dicen Sara Tomate - Jean UreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora