O viene de Osadía,
como decir cosas atrevidas.
Son palabra y versos que me gusta componer.
Si mis coplillas picarescas pudiera leer,
un día que viniera a espiar
"¡Qué osadía la tuya!" diría mi mamá.
Mis poemas le parecían una barbaridad.
Mamá no me espía, y nunca va a leer mis coplillas picarescas. Creo que se desmayaría si viera alguna de las cosas que he escrito. Por eso guardo este libro bajo llave. Me pregunto dónde guardará Harmony el de ella. Cuando lo publique las cosas van a ser diferentes, porque yo seré un escritor. A nadie le preocupa si los escritores usan un lenguaje atrevido o si tienen pensamientos extraños.
Esta mañana fue Jason Trees a hablarnos al colegio. Cuando entré al salón, me sorprendió verlo subido en un banquito. Es bastante viejo y achacoso. Tenía puesto una chaqueta araída y unos jeans desteñidos, con las rodillas sopladas y las botas todas deshilachadas.
Yo me imaginaba que un escritor debía ser rico y elegante, pero no me parece que Jason Trees sea muy rico, pues dijo que había tenido que venirse en tren porque se le había averiado el auto. Con una voz triste y sepulcral, dijo:
—No es un medio de transporte muy confiable... es una antigüedad, como yo.
Jason Trees es una persona bastante lúgubre. Comenzó preguntándonos, en un tono de voz no muy entusiasta, a cuántos de nosotros nos gustaba la lectura. Yo levanté la mano de inmediato, y Harmony también. El Pote levantó la mano como a media asta. Otras tres chicas también alzaron la mano, pero creo que lo hicieron para ganar puntos con los profesores, porque yo nunca las he visto en la biblioteca.
Luego, Jason Trees preguntó que a quién no le gustaba leer. No me pareció muy astuto de su parte. Se produjo un largo silencio y hubo muchas miradas de soslayo hacia el lugar donde estaban sentados los profesores.
—No tengan miedo de decir la verdad —Dijo el señor Trees—. Me parecen que ya están abolidos los castigos físicos.
Harmony y yo nos reímos. Los profesores también. Unas dos o tres personas soltaron unas risitas nerviosas, pero creo que la mayoría no entendió el chiste.
—Sean honestos —Dijo este pobre escritor imprudente. ¡Que loco! Realmente se estaba metiendo en la boca del lobo— ¿A cuántos de ustedes sencillamente no les gusta leer?
¡Caray! No se podían contar las manos. Kelvin Clegg las levanto ambas, y Stuart Sprague gritó que odiaba leer.
—¡Odio la lectura! —Dijo— ¡Odio la lectura!
El pobre Jason Trees se veía bastante sorprendido.
—¡Bueno! —Dijo. Se quitó los anteojos y se agarró con dos dedos el puente de la nariz.
Todos los profesores miraban con cara de circunstancia. Sus ojos parecían rayos láser, listos para identificar a los chicos que forman alboroto.
—¡Bueno, quién me manda! —Dijo Jason Trees.
Kelvin Clegg dijo con su voz ronca de neandertal que estaba de acuerdo. El profesor Mounsey lo señaló con un dedo amenazador.
El señor Trees nos dijo que afortunadamente él era una persona que esperaba poco de la vida.
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Me Dicen Sara Tomate - Jean Ure
Humor【Portada Reservada A Su Respectivo Creador】 --------------------------------------------------- Tengo una lista de cosas anormales sobre mí: 1. Mi Nombre: Salvatore d'Amato. Puede que sea muy apropiado en Italia, pero yo no vivo en Italia sino en In...