cap. 4 El dolor detrás de tu sonrisa

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HERMIONE P.V.O

      Me tiré dos días intentando descifrar las palabras de Luna. ¿Desde cuándo yo, Hermione Jane Granger, la bruja más inteligente del mundo mágico, no soy capáz de comprender a Luna, la persona más simple a nivel intelectual? 

-Baja esos aires, Granger. Lovewood no es simple, sólo piensa a otro nivel.

    Di un salto de casi un metro. ¡Cielos! ¿Cómo podían ser tan silenciosos llevando la cota de malla a cuestas? Me le quedé mirando fijamente. A pesar de los años transcurridos, aún me veo incapaz de inmunizarme a esa mirada tan especial que tiene.

-Maldito hurón, casi me muero del susto -se limitó a mirarme con indiferencia. Decidí pincharle un ratito.- ¿No se pondrá celoso Blaise cuando sepa que te interesas tanto por su novia?

-Déjate de jueguecitos, Granger. Para ser "la bruja más inteligente del mundo mágico" -imitó casi a la perfección mi voz, mientras hacía el gesto de comillas con los dedos al hablar- tienes memoria de pez.

-¿SE PUEDE SABER POR QUÉ ME INSULTAS? -ya está. En vez de enfadarlo, me he cabreado yo.

-Legeremancia, Granger, Legeremancia. -Me sonrió con suficiencia y se marchó. Por unos instantes sus ojos perdieron el brillo frío que últimamente cargaban y dejaron ver..... nostalgia, pena.... ¿Qué es lo que te sucede, Draco Malfoy?

DRACO P.V.O

    De verdad, no es más tonta y engreida porque no es más grande. ¡Y luego dicen que mi ego no cabe en el castillo!.

    No quería leerle la mente, pero sus pensamientos retumbaban en la habitación.  Habría pasado de largo de no ser porque pensó eso de Luna. No es que sea muy amigo de la novia de Zabini (lo reconozco. Esas teorías descabelladas, esos seres de nombres impronunciables y de dudosa existencia y esa manera suya de ir por la vida como si estuviese en un picnic eterno, me pone bastante nervioso) pero su caracter y el mío son completamente opuestos y a veces me deja completamente descolocado. Pero ese comentario no verbalizado sobre su inteligencia me sacó de mis casillas. Antes de decirle nada conté hasta diez, para tranquilizarme. No quería montar el numerito allí. Sólo llevan dos días aquí y ya ha agotado mi paciencia. 

      Después de meterme con ella, me marché cabreado. Pero la niña debía tener ganas de pelea porque me siguió por uno de los corredores berreando como una banshee cabreada.

-¡DETENTE, MALFOY!

-Piérdete, Granger. -Intenté por todos los medios no levantar la voz. ¡Coño! Soy, por decirlo de alguna manera, el jefe de la Órden. Tengo que dar ejemplo. 

-¡HE DICHO QUE TE DETENGAS, MALDITO HURON DESTEÑIDO!

    Aceleré un poco el paso, a ver si se cansaba y me dejaba en paz. Pero la condenada es persistente (y está en muy buena forma, porque de tratarse de otra persona, ya habría vomitado hasta el hígado).

-¿AHORA TAMBIÉN ERES UN COBARDE, MALFOY?

      Me paré en seco. No debía esperárselo, porque chocó contra mi espalda. Me giré lentamente.

HERMIONE P.V.O

    Después de hacerme correr por medio castillo, por fín conseguí que se parara. Iba tan rápido que no pude frenar a tiempo y choqué contra él. Se dió la vuelta muy despacio y me taladró con la mirada. Sentí verdadero miedo (más bien pánico). Sus ojos (mis adorados, amados y añorados ojos plateados) eran dos témpanos de hielo. En la vida había visto una mirada así. (Bueno, sólo en él, para ser sincera. Pero en muy contadas ocasiones). Levantó los brazos y colocó sus manos sobre mis sienes y apretó hasta hacerme daño.

-Escúchame bien, Granger, porque sólo te lo voy a decir una vez. En la vida, métete esto en la cabeza, vuelvas a llamarme cobarde. Puedo ser ególatra, creído, cínico, mujeriego, déspota, antisocial y todo lo que tú quieras, pero nunca, escuchame bien, seré un cobarde. He hecho cosas que harían que tu amado San Potter se meara encima del miedo. Me he enfrentado a cosas que jamás pensé ver en mi vida. Pero nunca he huído. Nunca

-Eso dices tú, pero ¿tengo que recordarte tus años en Hogwarts? Porque allí bien que te escondías detrás de Snape cuando algo te salia mal o cuando tenías miedo.

-Era un criajo gilipollas que no tenía claro su sitio -su voz se enronqueció más- Pero sólo eso, un crío. 

-¿Ves como me demuestras que eres un cobarde? Sigues escudándote en excusas baratas y ya trilladas.

      No sé por qué me estaba comportando así con él. Quizá porque desde nuestra llegada me había ignorado. Quizá porque no había tenido en cuenta ninguna de mis ideas a la hora de planificar ataques y emboscadas. Quizá porque no había dado señales de sentir celos cuando me reencontré con Theo. Quizá esa indiferencia hacia mi persona era lo que me estaba empujando a ser mezquina con él. Y por eso solté aquellas palabras que me estarían pesando el resto de mi vida.

-Porque en el fondo, Draco Malfoy, eres igual que tu padre. Una serpiente que sólo vive para arrastrarse en las sombras a la espera de ver cuál es el mejor bando.

         Retrocedió unos pasos, pero sin soltar mi cara. Se quedó blanco (todo un logro, dada su palidez natural). Su rostro permaneció sin expresión alguna durante unos segundos y luego sonrió. Pero esa sonrisa no llegó a sus ojos. Allí solo había dolor. Un dolor profundo al que yo contribuí un poquito más. Permaneció allí parado, sonriendo de esa manera, por lo menos diez minutos. Luego susurró un hechizo.

      En mi mente empezaron a aparecer imágenes que se sucedían a toda velocidad, mareándome. La primera fue la de un niño de no más de cinco años, de pelo platinado, parado junto a una fuente enorme. Delante suyo la figura paterna, sujetando un hermoso gato negro. "Un Malfoy no puede permitirse el lujo de encariñarse con un animal sarnoso como éste." Y el pobre animal era sumergido en el agua ante los horrorizados ojos del pequeño que, pese al dolor que sentía, no derramó una sola lágrima. La imagen desapareció para dar paso a otra. El mismo niño, pero con ocho años. Paseaba junto a su padre por una calle. Se paró frente al escaparate de una juguetería. Una bofetada tan fuerte que le empotró contra el cristal le hizo caer al suelo. "Los Malfoy no pierden el tiempo con estúpidos juguetes. Esas tonterías hablandan el caracter." La imagen cambió. El niño con once años, con doce, trece, catorce.... imágenes de palizas, castigos con magia, maldiciones imperdonables, lecciones monstruosas... Y en todas ellas una cosa común: el niño, luego muchacho y después hombre, no derramaba ni una sóla lágrima. Sólo sonreía. Pero nunca con los ojos. Y de repente todo paró. Draco me había soltado. Le miré fijamente a los ojos. Lo veía un poco borroso (tenía los ojos llenos de lágrimas). Sin dejar de sonreir, me dijo:

-Si esto te parece de cobardes, Granger, entonces soy el mayor cobarde de la historia del mundo mágico. -Se dió la vuelta y reanudó su camino. Antes de desaparecer por una esquina, añadió unas palabras que terminaron de rematarme- Yo no soy mi padre. Si me lo propusiera, sería mil veces peor que él, Granger. Da gracias a mi madre de que soy como soy.

         Y allí me dejó, llorando como una cosa boba. Y después de meditar entre lágrimas lo que había visto y lo que me había dicho, comprendí la primera frase de Luna: había descubierto el dolor detrás de la sonrisa de Draco. 

LA ORDEN DE NATHAIR (La Órden de la Serpiente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora