Cap. 22 Cantando verdades

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DRACO P.V.O

En cuanto llegamos al castillo fui directo a mi habitación. Sentía cómo la magia fluía por mis venas de manera salvaje, casi descontrolada. Me dolían todas y cada una de las células de mi cuerpo, lo que convertía cada segundo en una agonía que no le desearía ni a mi peor enemigo (bueno, a la Comadreja sí). Una vez a salvo entre aquellas cuatro paredes que constituían mi santuario personal, pude dar rienda suelta a todo lo que bullía en mi interior: rabia, ira, pena, angustia, dolor… No era la primera vez que mataba, pero sí la primera vez que aplicaba la maldición asesina en un conocido, en un amigo. En nuestro mundo era muy común decir que, cada vez que se lanza un Avada, una parte de tu alma muere. Debe ser cuando se trata de gente muy cercana a ti, pues hasta esta misma mañana, nunca me había sentido así.

Me despojé del traje de mortífago. Arrojé la máscara lo más lejos de mí y me arrodillé en medio de la estancia. Los libros, las lámparas y velas, incluso la cama, comenzaron a temblar. Estaba perdiendo el control sobre mi magia y aquello no era bueno. Era peor. Por suerte para mí y para el resto de personas, Theo entró en mi habitación, seguido por Blaise y Luna.

-Yo tenía razón –Theo se arrodilló a mi lado y me quitó la camisa.- Lanzar el Avada a Wood lo ha desestabilizado. ¿Traes la poción, Luna?

-Aquí la tengo.

Theo le arrebató el vial con la poción y me la hizo beber a la fuerza. A los pocos minutos, comencé a perder el mundo de vista.

-¿Hemos llegado a tiempo? –la voz distorsionada de Blaise fue lo último que pude percibir antes de caer en la inconsciencia.

THEO P.V.O

Cuando llegaron  al castillo pude comprobar que la cosa había ido mal. Blaise traía de las riendas un caballo cuyo jinete venía envuelto en una capa y tumbado al través. Alguien había muerto. Hice un repaso de todos e identifiqué al finado. Olliver Wood. Me acerqué al caballo de Hermione y la ayudé a bajar. Estaba llorando a lágrima viva.

-Olly ha muerto… ha sido horrible… y encima, ese estúpido peliteñido del hurón dice que es culpa mía –ahí detuvo su perorata para sorber los mocos por la nariz. La abracé y dejé que llorara unos segundos. Por el rabillo del ojo pude ver cómo Draco desmontaba y se metía dentro del castillo. Parecía que le perseguían cientos de dementores.- ¿Verdad que no es mi culpa que ese estúpido haya tenido que lanzar un Avada para acabar con el sufrimiento de Olly?

Me separé de ella mientras la sangre se helaba en mi cuerpo.

-¿Has dicho que ha lanzado a Wood un Avada?

-Si –sus hermosos ojos castaños estaban llenos de lágrimas.

-Mierda, mierda, mierda –me llevé las manos a la cabeza y tironeé del pelo. Busqué a Blaise- ¡Zabinni!

-No grites, Theo. –Blaise se situó a mi lado- Veo que la sabelotodo ya te ha informado de nuestra maravillosa mañanita.

-Dime que Draco no ha lanzado la maldición asesina. Que es una broma de muy mal gusto.

-Ya quisiera yo, tío. Pero es cierto. Esos hijos de puta habían hechizado las flechas para que no pudiesen ser arrancadas. El chico estaba sufriendo horrores. Al final, Draco se armó de valor y lo hizo.

-Estamos jodidos. Y mucho –agarré a Blaise del brazo y lo arrastré hacia el interior del castillo. Luna nos siguió.- Lovegood, trae el vial.

La chica no preguntó nada y cambió de dirección. Nos alcanzaría rápido. Blaise me miraba ahora serio.

-¿Vas a tener la deferencia de contarme a que se debe esta paranoia tuya?

-¿Soy el único con dos dedos de frente es este maldito lugar? –Le solté del brazo y me encaré con él- Joder, Blaise, que pareces nuevo. El tatuaje que le hice a Draco contiene su lado oscuro, ¿recuerdas?

LA ORDEN DE NATHAIR (La Órden de la Serpiente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora