LA ORDEN DE NATHAIR (La Órden de la Serpiente)

Cap. 21 Excurisón al desastre II

DRACO P.V.O

Los caballos estaban a punto de reventar. El dichoso claro donde los memos de nuestros compañeros se estaban jugando la vida de la manera más tonta y absurda estaba a una maldita hora del castillo, pero a mí me parecía que estaba a todo un mundo. Cabalgábamos en el silencio más absoluto, pendientes de todo lo que nos rodeaba. Un dolor sordo había anidado en mi pecho desde el mismo instante en el que Theo nos comunicó que estaban siendo atacados por la maldita Comadreja. Para despejar un poco mi mente y serenarme, me dediqué a insultar al gilipollas de Weasley en todos los idiomas que conocía. Diez minutos más tarde estaba otra vez tranquilo. Potter acercó su caballo a mi lado y sin perder ritmo, agitó su varita, creando un vínculo mentar conmigo (invento de Theo) y habló.

-¿Crees que llegaremos a tiempo?

-Eso espero. Lo que menos me apetece ahora es celebrar un funeral o tener que ver cómo esa loca de Morgana le drena la magia a alguno de los estúpidos que se hacen llamar nuestros compañeros.

-Estás siendo un pelín paranoico, huron. –No podía verle el rostro, pero por la tensión de su voz, sabía que estaba molesto con mi aparente frialdad.

-Nada de paranoia, Potter. ¿Has visto alguna de las ceremonias de Morgana? –Negó con la cabeza- Pues yo sí. Muchas. Demasiadas para mi gusto. Y créeme cuando te digo que no son para nada agradables.

-¿Intentas asustarme?

-Para que te entre en esa cabezota dura que tienes: cuando la escoria que sigue a esa demente atrapa a un mago, lo llevan ante ella. Morgana evalúa la capacidad mágica del prisionero. Si los niveles de magia en la sangre son lo suficientemente altos, rompe su varita y luego lleva a su víctima a un altar al aire libre. Lo encadena allí mediante maleficios y espera tranquilamente a la luna nueva. Mientras ésta llega, el prisionero ni come ni bebe, padece las inclemencias del tiempo. Si tienes suerte y eres atrapado en invierno, después de la primera noche al raso tu cuerpo pierde la sensibilidad y todo te da igual. Pero si eres apresado en verano… el estar horas y horas  a pleno sol, sin una gota de agua, sin sombra ni nada que alivie tu sed o calor, acabas volviéndote loco. Tu voluntad se rompe, quedas convertido en un muñeco que lo único que anhela es la muerte. Y cuando por fin llega la tan ansiada luna nueva, cuando crees que todo tu sufrimiento por fin va a acabar, te das cuenta de que el infierno se ha materializado ante ti y que el concepto que tenías de dolor se queda reducido a la más mísera mota de polvo del universo. Porque esa maníaca no se limita a drenar la magia (acto relativamente sencillo si se sabe hacer), sino que disfruta obteniendo ese poder a través del sufrimiento. Y durante toda la noche, absorbe poco a poco la esencia mágica de su víctima, mientras practica las más refinadas técnicas de tortura. Y cuando el sol posa sus primeros rayos sobre tu cuerpo, cuando la última partícula mágica abandona tu sangre, te deja allí, aún vivo, con la piel arrancada a tiras, los músculos levantados de los huesos, los dedos quebrados, el alma clamando por la muerte. Y como es una maestra del sufrimiento, la víctima tarda otros dos días en morir.

-¿Cómo sabes todo eso? –preguntó Potter con voz estrangulada. Por un momento pensé no contestarle, pero al final lo hice.

-Cuando llevábamos tres meses aquí, me adentré en su territorio hasta llegar a su ciudad. Tuve la mala suerte de presenciar todo esto que te he contado.

-Pero que conozcas las sensaciones…

-Cuando la tortura empezó, quise huir, salir de allí, pero la chica (pues se trataba de una muchacha no más mayor que Granger por aquel entonces) giró la cabeza y clavó su mirada en la mía. No me dio tiempo a cerrar mi mente y creamos un vínculo.

-Legeremancia.

-Exacto. Intenté romper el vínculo una y otra vez, pero aquella chica era fuerte. Muy fuerte. Cuando por fin murió, habían pasado tres días después del ritual. A veces me gusta pensar que mi presencia allí alivió un poco sus últimas horas y que no se le hizo tan terrible morir.