cap. 15 Pesando en la balanza del amor ....

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HERMIONE P.V.O

        Cuando Draco me dejó sola en el patio de armas, me tuve que sentar en el suelo hasta que el mundo dejó de girar a mi alrededor. ¿Qué demonios había sido eso? Por unos minutos, mientras me perdía en su boca, sentí que él era el centro de mi universo. Y aunque después, allí, en soledad, me di de patadas mentales por hacerle eso a Theo, no pude evitar una sonrisa un tanto boba. Mi estómago gruñó, protestando por el hambre. Me levanté y entré al castillo. Del gran comedor salían risas, conversaciones y música. El regreso de Harry nos había animado a todos. Incluso Draco parecía de mejor humor. Cuando entré, vi que Theo me había guardado mi sitio, a su derecha. Troté hasta él y me senté.

-¿Te encuentras mejor? -sus ojos brillaron con picardía.

-No sé a que te refieres... -intenté parecer inocente mientras atacaba un muslo de pavo bien gordito.

-Venga, Herms, que nos conocemos. Hace unos diez minutos Draco ha entrado aquí con unsa sonrisa de oreja a oreja tan brillante, que casi nos deja ciegos. Y luego apareces tú, despeinada, más roja que un tomate y con un chupetón en el cuello del tamaño de una mandarina -Theo rió por lo bajo- No hay que ser muy listo para sumar dos más dos.

-¿Estás enfadado?

-Herms, a estas alturas, deberías conocernos un poquito más. ¿Te parecemos las  serpientes personas de recta moral? -su sonrisa no tenía nada que envidiar a la de un basilisco- Los Slytherin nunca hemos sido mucho de convencionalismos.... no en lo referente al sexo.

-¡THEO!

-¡HERMIONE! -soltó una carcajada- De verdad, que los leones no podeis ser más mojigatos.

-No hables por mí -Seamus, que estaba a mi izquierda, sonreía malevolamente- No todos los leones tenemos espíritu monacal.

-Es de mala educación espiar conversaciones ajenas, Finnigan -me sentí avergonzada. Tenía los carrillos ardiendo. De reojo miré  a Draco, que me miraba fíjamente. Su sonrisa lo decía todo. Y lo peor fue que Harry también se había dado cuenta. No sé que le dijo a Draco, pero éste rompió a reir a carcajadas, acompañado por mi supuesto mejor amigo.

-No espio. Hablabais tan alto que os ha oído toda la mesa -Seamus puso cara inocente y siguió con la cena. Avergonzada, miré a todos los allí reunidos. Y mi compañero de casa tenía razón. Las sonrisas leoninas lo decían todo.

-¡Joder que mala suerte!

-Tranquila, Herms -Theo me palmeó la mano- Sabes que no soy celoso. Si de vez en cuando te apetece darte una alegría.... no voy a ser yo el que te frene.

         Las carcajadas no se hicieron esperar. Me sentía avergonzada, tonta, mojigata, infantil.... ¡Tengo casi veinticuatro años y aún me avergüenzan esos temas!

-Por lo menos le queda el consuelo de que todos sabemos que no es una casta y pura virgen... -Blaise estaba disfrutando de lo lindo. Por suerte, allí estaba Luna para mandarlo de vuelta al redil

-Blaise, cielo ...-aquel tono engañosamente dulce hizo que el chico se tensara- Deberías mantener la boquita cerrada. Porque si sigues así... puede que algunos secretitos de alcoba tuyos sean aireados....No sé, por mantener la velada amena....

-Vale, me callo -nos reímos todos ante la cara de él. Por suerte para mí, las bromitas pesadas y jocosas pasaron al moreno. Theo me agarró la mano, besó mis dedos y se levantó.

-No me esperes despierta, preciosa. Esta noche tengo que fortalecer el escudo del medallón. Me llevará hasta el amanecer.

-Ten cuidado.

LA ORDEN DE NATHAIR (La Órden de la Serpiente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora