Cap. 20 Excursión al desastre

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P.V.O. HERMIONE

El tiempo pasa demasiado deprisa cuando tú, justamente, deseas todo lo contrario. Sin darnos cuenta, estábamos a mitad del plazo para el enfrentamiento final con Morgana. Nuestro entrenamiento había sido muy, muy duro, pero mereció la pena. Tardamos muchísimo menos de lo que Draco y Theo pensaban en aprender todas las técnicas de lucha y defensa. En mes y medio nos habíamos convertido en auténticas máquinas de guerra, en seres capaces de matar si nuestra vida se encontraba en peligro. Agradecí inmensamente la dureza de los entrenamientos, pues me impedían pensar en el poco tiempo que le quedaba a Él. Cada vez que veía su rostro, me entraban unas ganas enormes de llorar. Pero, por no oír sus sarcasmos y burlas, me tragaba las lágrimas y continuaba para adelante. A Theo eso le hacía muchísima gracia, pues lo consideraba de lo más pueril.

Uno de esos días, a falta de una semana para acabar el segundo mes, decidí tomarme tiempo para mí, para relajarme y desconectar de toda aquella locura. Antes de que amaneciera, cogí dos libros, un poco de comida, una manta, mis armas y me abrigué bien. Bajé lo más silenciosamente que pude hasta las cuadras y ensillé mi caballo, un precioso alazán negro bastante tranquilo, pero que en combate era una auténtica fiera. Lo acaricié para calmarlo y caminé lo más sigilosamente posible hasta el portón lateral del castillo.

-¿Intentando huir?

Dí un grito por el susto. Me giré, espada en mano, para encontrarme con la sonrisa socarrona de  Michael Corner, que iba acompañado por Oliver, Demelza y Anthony. Todos llevaban sus caballos preparados.

-Veo que no he sido la única que pensaba fugarse de las clases.

-Dennys se ha convertido en un auténtico negrero –rezongó Demelza.- Ayer me castigó con dos horas de práctica en lanzamiento de dagas. He soñado toda la noche con cuchillos voladores.

-No te quejes. A mi me pilló el Príncipe por banda vagueando en los jardines interiores y me hizo dar doce vueltas al castillo. ¡Vestido únicamente con un pantalón! –Oliver se puso colorado ante el recuerdo de su castigo.

-Tenéis que tener en cuenta que la batalla final está muy cerca –Me sentí en la necesidad de defender a mis compañeros- Creo que aún no nos hemos hecho a la idea del peligro que corremos en este mundo alternativo.

-¡Pero derrotamos a los mortífagos de Voldemort! –Gruñó Anthony

-Porque luchábamos en igualdad de condiciones – adquirí el mismo tono condescendiente con el que explicaba a Harry y Ronald algún tema difícil de alguna asignatura.- Ahora, nuestros enemigos no sólo usan magia, sino que son expertos en las armas mortales.

-Tienes razón, pero se están pasando un poquito con esto de enseñarnos –Oliver seguía de morros, lo que me pareció verdaderamente adorable.

-¿A dónde ibas, Herms?

-Tenía pensado seguir la orilla del lago hasta alejarme lo suficiente del castillo como para no ser vista, pero manteniéndolo siempre en mi campo de visión, Anthony.

-Llámame Tony. Creo que nos conocemos lo suficiente como para no andar con tanto formalismo.

-Bien, Tony pues. ¿Queréis venir conmigo?

-Sí.

Salimos lo más rápido posible del castillo y montamos cuando nos encontrábamos a unos trescientos metros del mismo. Llevamos los caballos al paso, mientras recordábamos nuestros tiempos en Howgarts. En menos de una hora llegamos al sitio perfecto, un pequeño prado junto al lago, a la sombra de varios sauces. Atamos a los caballos cerca del agua y nos tumbamos sobre la fresca hierba.

-¡Esto es vida! –Gritó Demelza- Por Merlín. Cinco minutos más con esos negreros y me lanzo un avada.

-Mira que te gusta ser exagerada, Demel –Tony daba vueltas sobre la hierba, como un crío pequeño. Sonriendo, saqué mi manta, mi libro y me tumbé para disfrutar de unas buenas horas de lectura. Los demás decidieron bañarse en el lago.

LA ORDEN DE NATHAIR (La Órden de la Serpiente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora