HERMIONE P.V.O
Despues de una semana de locura, por fín estamos preparados para volver a las Highlands. Todos estamos muy nerviosos, pues hace mucho tiempo que nadie intenta lo que nosotros. Hace tres días mandé de nuevo un mensaje a nuestros amigos, preguntando el lugar donde nos encontraríamos. La respuesta llegó aquella misma tarde. Teníamos que aparecernos en un punto cercano al lago Ness. Allí nos esperaría un pequeño grupo con caballos que nos conducirían al castillo de Eilean.
-Herms, ya estamos listos.
-Muy bien, Oliver. Paso lista y nos marchamos. -cogí un pergamino donde tenía anotados todos los nombres de aquellos que habían decidido acompañarnos. Cuando les expuse mi idea, todos se animaron a ello, pero luego les advertí que quizá nunca volveríamos. Que quizá moriríamos allí, en ese horrible mundo paralelo, o que simplemente, nos veríamos atrapados como nuestros amigos, sin poder volver. Al final sólo mantuvieron su proposito ocho personas. Bajé al salón donde me esperaban todos lo miembros de la nueva Orden. McGonagall permanecía sentada en su butaca. A la pobre mujer le pesan los años. Después de dos guerras y de la aparición de Morgana, su salud se ha ido deteriorando a pasos agigantados. Me sonrió con debilidad.- Bien, voy a pasar lista. Es muy importante que comprendais una cosa: si nos atrapan antes de llegar allí, o si nos equivocamos de lugar y nos apresan de todas formas, nadie debe decir nada. Nuestras vidas importan bien poco a estas alturas. Sólo debemos intentar preservar la de ellos, pues de ellos depende completamente que Morgana vuelva al infierno del que escapó.
-Como se nota que su noviecito está allí... -Percy Weasley no pudo mantener su bocaza cerrada. George le dió un puñetazo en el hombro que le sentó de golpe.
-Cierra el pico, imbécil. -El pelirrojo me lanzó una mirada de disculpa. Si por él fuera, nos acompañaría gustoso, pero Angelina estaba a punto de tener a su bebé y no podía dejarla sola. Además, no queríamos a gente con familia, por si las moscas.- Discúlpalo, Herms. Heredó el único gen de la estupidez de la familia.
-Te olvidas de Ronald, George -Lavender sonrió. A pesar de nuestras diferencias, a raíz de la última batalla y del ataque que había sufrido por parte de Greyback, la chica había endulzado un poco su caracter.- El muy imbécil abandonó la causa antes de que comenzaran los problemas.
-Ya, vale. El gen de la estupidez se lo repartieron entre ellos.
-Dejad de decir tonterias, niños -McGonagall me hizo un gesto para que pasara lista.
-Oliver Wood, Lee Jordan, Demelza Robins, Lavender Brown, Kattie Bell, Anthony Goldstein, Hanna Abbot y Kevin Whitby. Firmad el pergamino -le había lanzado un hechizo de confidencialidad. Todos los que estamparan su firma en él, no podrían revelar el nombre de los demás escritos en ese mismo papel. Yo fuí la última en firmar- Pues nada, visualizad el lago Ness, junto a las ruinas del castillo y desapareceros.
Uno a uno mis compañeros fueron desapareciendo. Cuando sólo quedé yo, sonreí a la profesora, que se levantó y me abrazó.
-Espero que tengais suerte, querida niña.
-No se preocupe, profesora. De eso andamos sobrados.- La devolví el abrazo y me desaparecí.
DRACO P.V.O
Habíamos llegado a las ruinas del castillo al amanecer, cuatro horas antes de la llegada de los otros. Sólo me acompañaban Dennis, Finch y Cormac. No queríamos llamar la atención a los espías de Morgana, aunque no solían pasearse por las Highlands, ese es nuestro territorio. Convocamos a nuestros patronus y les mandamos a patrullar. Después de pasar nuestro primer año allí, decidí enseñar a mis compañeros la manera de hacer de sus patronus un ser casi vivo, no la mera figurita plateada espantadementores. Me costó muchos meses y muchos dolores de cabeza, pero al final todos lo consiguieron. Ahora, allí, junto a mi leona, patrullaban el enorme oso de Cormac (como no, todo a lo grande, como a él le gusta) , el Kappa de Dennis (aún no hemos averiguado el por qué de su patronus, pero es gracioso y util, pues puede sumergirse en agua) y la banshee de Finch. Escondimos los caballos en las ruinas del castillo y esperamos en silencio. Como vestíamos de negro y gris nos camuflábamos bien entre las rocas musgosas del viejo castillo. Nos costó acostumbrarnos a la ropa, pero ahora, después de muchas escaramuzas con el enemigo, bendito sea el inventor de la cota de malla. Terence y Seamus, después de muchos intentos en la forja, habían conseguido una aleación mágica que era muy ligera e imposible de penetrar por acero u otro material. Y se convirtió en nuestra segunda piel.
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LA ORDEN DE NATHAIR (La Órden de la Serpiente)
Fanfictiondespués del regreso de la Hechicera Oscura Morgana le Fey y la pérdida de Ginny, Draco y sus compañeros son los únicos que presentan batalla ante los desmanes y abusos de Morgana. Mientras, fuera del bucle temporal que los mantiene atrapados en una...