Capítulo XXIV Desconcertante

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Capítulo XXIV
Desconcertante

Caminó lentamente por la vereda. Sus pasos resonaban al golpear contra los adoquines fracturados del piso. Los muros blancos a ambos lados del camino estaban derrumbados y poco a poco iban quedando atrás mientras avanzaba y se dirigía hacia la colina. De hecho todo a su alrededor estaba en ruinas.

Pronto aparecieron los árboles secos que se erguían cual figuras siniestras hacia un cielo gris y podía escuchar a la perfección el viento colarse entre sus ramas y hacer un particular murmullo.

Nuevamente se encontraba aquí. Pero a pesar del lúgubre aspecto del lugar, no tenía temor. No podía tenerlo cuando este lugar era su más persistente recuerdo.

Cada vez que acudía lucía algo diferente. En esta ocasión el número de lápidas había aumentado considerablemente, pero aquel ataúd seguía ahí, intacto, negro y con remaches en plata bajo el gran árbol.

Por primera vez se sintió realmente atraído por el y comenzó a subir por entre las lapidas, algunas de las cuales crujían ante su peso.

Con dificultad logró subir el montículo. Se inclinó y examinó atentamente el sitio.

-   ¿Zero?

 Ante el sonido de esa voz, se incorporó y giró de inmediato.

-   ¿Ichiru? -. Allí estaba su gemelo, quien portaba aquella mascara y le sonreía.

-   ¿De nuevo aquí hermano?

Zero lo miró sin decir nada. Justo en ese instante un viento ligeramente más fuerte trajo consigo una lluvia de pétalos de flor de cerezo.

-   ¡Zero, has venido! 

Ante esa otra voz sintió que su corazón le dio un vuelco y se miró hacia el extremo contrario a donde se encontraba Ichiru.

-   Yu…ki -. Dijo vacilante.

La joven estaba allí, no la Yuuki Cross escolar que recordaba de ese lugar, sino la real, la Yuuki Kuran sangrepura de pelo corto, con el mismo vestido que la vio la última vez y con alas de mariposa.

-   ¿Tu… también estas aquí? – Zero sintió como en su garganta se formó un nudo. Tenía ganas de llorar.

-   Tonto… por supuesto que también estoy aquí.

-   ¿Cómo… es posible?

Bajó trastabillando entre las lapidas y cuando estuvo frente a ella, la abrazó con fuerza.

-   ¿Qué cómo es posible?... -. A su espalda preguntó Ichiru sonriendo. Zero se separó de Yuuki y se giró hacia su hermano. - Pues es obvio. Creí que ya lo sabias. Éste es tu lugar; aquí reside la esencia de seres fundamentales para ti y también aquí se encuentran tus más profundos secretos.

Zero giró el rostro y miró el ataúd negro. Nuevamente experimentó aquella inexplicable atracción. Fue entonces que sintió algo suave rozar sus dedos. Miró hacia abajo y  sonrió. Un hermoso lobo negro estaba frotándose la cabeza contra su mano.

-   Hola –. Se sentó en cuclillas y lo abrazó por el cuello. El animal comenzó a frotar su hocico sobre su cuello, su mejilla y sus labios, y luego lo miró a los ojos. El cazador sonrió ante ese borgoña.

-   ¿Zero?… -. Fue Yuuki quien ahora lo llamó. Levantó el rostro hacia ella. La joven tenía un brillo de preocupación en los ojos. - ¿Lo sabes no es así?...

-   Sabes que está llegado el momento… -. Concluyó Ichiru, quien se retiró la máscara dejando ver, a diferencia de Yuuki, una expresión tranquila.

AL FINAL DE LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora