Capítulo XXXIX Cenit

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Capítulo XXXIX
Cenit

-   ¿Qué… qué has dicho?

-   ¡Qué me ames!... Ámame Kaname y demuéstrame cuanto lo haces… Por favor tómame y destruye por completo esa resistencia que quiere surgir dentro de mí y apartarte…

    >… Ámame Kaname y permanece a mi lado porque… a pesar de todo, a pesar incluso de mí mismo creo que… yo también te amo.

Un brillo de emoción se instaló en los ojos de Kaname y un profundo y entrecortado suspiro brotó de sus labios. Las palabras de Zero habían  golpeado de lleno contra él haciéndolo estremecer, que antes de un parpadeo en un rápido y casi brusco movimiento, lo tomó por la cintura y cuello; y aprisionándolo con su cuerpo contra la puerta, lo besó.

Era un beso urgente, hambriento; cargado de una intensa necesidad y deseo que le hacía sentir como su cuerpo vibraba tan solo por tener a Zero así, entre sus brazos. Y mientras el beso se hacía más y más apasionado, Kaname intentaba respirar pero el deseo le dificultaba esa acción tan básica, y tampoco era como que quisiera detenerse; así que sujetó al cazador con mayor fuerza, deslizó una mano por su espalda e hizo rozar su pelvis contra la de él. Ese movimiento arrojó un latigazo de placer por el cuerpo de Zero arrancándole varios suspiros que él aprovechó para introducir su lengua entre sus labios y tocar la suya iniciando una deliciosa danza.

Un ligero gemido surgió de la garganta del cazador ante la descarga de emociones que estaba experimentando; sutiles lágrimas amenazaron con brotar de sus ojos cerrados y tuvo que aferrarse con más fuerza a la camisa del vampiro para sostenerse y no caer de rodillas ante él. Sus piernas parecían incapaces de mantenerlo en pie, su corazón latía fuerte y cada vez más rápido y la temperatura de su cuerpo aumentaba tanto, que parecía estar a punto de sofocarse.

Para Kaname la boca de Zero era deliciosa. Quería explorar cada rincón de ella y cada centímetro de ese cuerpo ya;  pero la falta de aire se hizo presente en ambos y se separaron, aun así él no alejó su rostro de joven. Su respiración al igual que la de Zero estaba notablemente agitada.

-   Yo…  

Zero, incapaz de pensar y hablar con coherencia, abrió los ojos e intentó alejarse pero el vampiro lo sujetó con firmeza mientras que con su mano libre acariciaba su mejilla y acercaba sus labios a su oído.

-   No… Zero no… tú me lo pediste… - le susurró con la voz ronca y claramente remarcada por la urgencia.

-   Pero…

-   Zero, ya no puedo detenerme… ya no… por favor no me alejes – Dicho esto mordisqueó  el lóbulo de su oreja jugando con el piercing; luego depositó un fugaz y suave beso en sus labios y se alejó un poco para verlo a los ojos;  éstos, como los propios, tenían un intenso brillo.

Por su parte, Zero al mirarlo sintió una sensación de creciente energía en todo su cuerpo y no dijo nada más. Se sentía nervioso, pero en realidad no quería alejarse ya. Kaname al darse cuenta de eso, le sonrió con ternura y se acercó nuevamente a él. Esta vez besó la comisura de sus labios obteniendo un nuevo suspiro, luego besó su barbilla y fue descendiendo lentamente hacia su cuello en tanto sus manos se posaban en su cintura y comenzaban a acariciarlo por encima de la tela. Zero cerró los ojos disfrutando de las atenciones del vampiro.

Kaname hacía un enorme esfuerzo por controlarse y no asustarlo. Sabía que debía ir lento y por eso depositaba besos suaves y pausados. Sin embargo, al acercar una pierna y colocarla entre las de Zero, una nueva descarga de placer invadió al joven y sin poder resistirlo fue esta vez éste quien buscó con ansiedad sus labios. Eso hizo que la poca cordura que quedaba en Kaname desapareciera por completo. Dejó de abrazar a Zero y comenzó a desabotonar con desesperación su camisa. Algunos botones incluso saltaron por la fuerza del intento pero Zero ni se inmutó, al contrario, llevó ambos brazos al cuello del sangre pura y se abrazó a él.

AL FINAL DE LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora