CAPÍTULO XLIX Contratiempo

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CAPÍTULO XLIX
Contratiempo


La fuerte ráfaga de viento golpeó contra él. A su alrededor todo había quedado en silencio y los montones de cenizas eran esparcidas por el viento ya. Pasó el dorso de su mano por sus labios y la miró, la evidencia de lo que había hecho se reducía sólo a esos restos de sangre en ella.

Frunció el ceño y miró hacia el cielo. Sus ojos poseían  iridiscencias carmesí que destacaban en medio de la oscuridad y podía sentir como su poder había aumentado un poco más. Sin embargo esto no era suficiente para borrar el hecho de sentirse asqueado por la manera de obtenerlo, pero era necesario y tenía que seguir haciéndolo para llegar hasta Zero y arrancarlo de las garras de Liam; porque era suyo, Zero era sólo suyo y debía estar con él para siempre. Era su amante, su pareja y se pertenecían. No iba a permitir que Liam lo tomara y por eso no se arrepentía de lo que estaba haciendo.

Mientras se reafirmaba en esa decisión, una sensación desagradable lo invadió. Se giró hacia donde sus sentidos le decían que un gran número de vampiros se acercaba. Por mucho eran más que los que acababa de destruir y además podía sentir la presencia de un sangre pura entre ellos; y aunque no era Liam, sin duda eso indicaba que su ejército estaba comenzando a moverse y que ese frente debía tener como objetivo la base de los cazadores que acaba de pasar y que era el obstáculo entre ellos y la sede de la asociación. Así mismo, también era evidente que se habían dado cuenta de su presencia y se dirigían justo hacia donde él se encontraba.

Volvió la vista atrás y vio las luces lejanas de la base de cazadores.

“Sólo te pido que confíes en mí y detengas a Arezu y a Abya… Esta guerra debe terminar antes de que todo se salga de control… lograr la coexistencia… yo también deseo eso…”

Apretó los puños, no podía pasar de largo y dejar a ese sangre pura acercarse, aunque lo deseaba no podía. Frunció más pronunciadamente el ceño y entonces desapareció en apenas un parpadeo, dejando tras de sí un remanente de energía que agitó las ramas del árbol donde había estado parado.

Cuando volvió a aparecer lo hizo en lo alto de una colina y lo primero que sintió fue la fuerte presencia de los vampiros a los pies de ésta. Sin inmutarse aguardó a que llegaran hasta él.

El cielo relampagueaba de vez en cuando y cada ráfaga de viento que golpeaba contra él traía consigo pequeñas gotas de lluvia.

No pasaron muchos minutos hasta que en medio de aquella oscuridad cientos de luces carmesí aparecieron en la espesura del bosque. Eran el brillo de los ojos de todos aquellos vampiros, que delataba su condición y sus ansias; y que apenas lo vieron se detuvieron, pero luego casi al instante y sin más, una primera parte de la vanguardia se abalanzó contra él. Kaname sólo los miró.

Como era de esperarse, todos ellos eran nivel E. Sin siquiera moverse del árbol, el castaño desplegó su energía haciendo que todo ese grupo se convirtiera en cenizas cuando estaban a un par de metros de tocarlo.

No le importaban estas criaturas; aunque sabía que a Zero si y que le dolería ver el gran número que de ellos había ahora, pero no tenían salvación, al menos no inmediata y en este momento eran sólo un obstáculo.

Una segunda oleada se abalanzó contra él y Kaname respondió de la misma manera. Descendió luego al suelo y comenzó a caminar hacia el frente. A su paso los vampiros de nivel más bajo iban convirtiéndose en cenizas. Sin embargo, apenas había avanzado unos metros cuando los vampiros nobles comenzaron a hacer su aparición. La mayoría portaban armas, los que no, estaba seguro que poseían algún tipo de poder.

AL FINAL DE LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora