Capítulo XVI Súplica

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Capítulo XVI
Súplica

Se detuvo y levantó la vista hacia lo alto del edificio mientras sentía como el frio viento golpeaba contra él. Había llegado hasta allí sin ser realmente consciente y ahora dudaba que hacer. Todas esas preguntas que habían estado rondando su cabeza durante todo el día, ahora parecían irrelevantes. ¿Qué caso tenia cuestionar algo tan antiguo?. Quizá todo eso que lo desconcertaba no era más que resultado de esos extraños sueños o tal vez había sido producto de su imaginación de nuevo.

Harto de toda esa basura que lo aquejaba, le dio la espalda al edificio dispuesto a marcharse; sin embargo, una extraña sensación lo invadió y volvió a mirarlo.

Entonces se decidió y entró al lugar. Éste se encontraba completamente abandonado y carente de iluminación. En esas condiciones ni siquiera sabía por qué lo había mandado a reconstruir.

En ese entonces, los días que siguieron al ataque de la academia realmente fueron terribles para él.  Primero había que eliminar a los nivel E rezagados que pululaban en la zona y luego, borrar los recuerdos de ese día de todos los humanos que se hubiesen percatado del ataque o hubiesen tenido algún tipo de encuentro con vampiros; tanto estudiantes como habitantes del pueblo cercano. Todos los cazadores, incluido él, estuvieron tan ocupados con ello que no tuvo tiempo de pensar siquiera en su propio dolor.

Después, cuando todo parecía haber sido controlado, el director organizó una ceremonia para despedir a Yuuki. Los únicos asistentes fueron el mismo director, Kaito, Yagari-sensei, Wakaba Sayori y él; nadie más puesto que Kuran y el resto de los vampiros abandonaron la academia al día siguiente del ataque. Y como no sabía de las costumbres de los vampiros, tampoco le vio el caso de avisarles. Si el director no lo había hecho, no tendría porque hacerlo él.

La ceremonia se realizó en el cementerio de la ciudad y aunque no estaba de ánimos, asistió por consideración al director. Al final, comprendió que eso también le sirvió para poder desahogar un poco sus sentimientos. Aunque incluso, aún ahora cuando lo pensaba; era irónico y a la vez deprimente que siendo un vampiro los que te despidieran sólo fueran cazadores y un humano.

Como fuera, ahí no terminó todo, aún había muchas cosas que resolver. Una de ellas era el traslado del nuevo metal madre a la sede de la asociación y otra, la reconstrucción de la Academia. Sin embargo el ánimo del director menguó de sobremanera después del día de la ceremonia, tal que se dedapegó de cualquier responsabilidad, así que fue él quien terminó por ponerse al frente de todo y dirigir esos trabajos.

Y sinceramente no sabía por qué había autorizado la reconstrucción del edificio del antiguo horno cuando el metal madre ya ni siquiera se encontraba allí. Era extraño y no terminaba por comprenderlo. Si bien sabía que debió de terminar por demolerlo y bloquear las entradas subterráneas, no lo hizo y aún hoy aunque lo odiaba, al tocar esos muros experimentaba una sensación de extraña y desagradable nostalgia, tal como si estuviera ligado a este lugar.

En aquel entonces, una vez que terminaron los trabajos de reconstrucción, vinieron las pesadillas de esa terrible noche donde volvía a ver a Yuuki parada frente al horno bañada en sangre y que lo persiguieron por varios años; pero después de eso, no había vuelto a soñar con el horno, no hasta anoche. Sin embargo fue diferente; este sueño no fue una pesadilla, o al menos eso se sentía. Pero igual, fue bastante perturbador.

En ese sueño se encontraba en medio de la noche en un lugar desolado. Se sentía débil y caminaba lentamente hasta detenerse frente al horno. El fuego que ardía dentro de éste era cegador y su calor abrazaba su piel con fuerza y aún así él sólo estaba concentrado en la gran tristeza que lo embargaba por alguien que era importante para él, pero también sentía que estaba cumpliendo con su deber. Después de eso no hubo nada más, y al final, antes de despertar, lo último que recordaba era como daba un paso al frente y se llevaba una mano al pecho.

AL FINAL DE LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora