Capitulo Dieciséis.

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Christian.

He sabido durante vario tiempo que la pelirroja, Sophie Fisher, está enamorada de mí. Ella sí, es muy bonita. Por eso debería aclarar las cosas, no quiero ser un idiota más, se merece a alguien que la quiera, verdaderamente.

—Sophie, ya no quiero este juego— ella estaba parada al lado mío.

—P-pero Chris, yo te amo— sus ojos ya se estaban humedeciendo, toque su brazo.

—En serio que lo siento...— se fue sin poder dejar las cosas claras como quería.

Me rasque la nuca incomodo por aquella situación. Mis ojos se clavaron en aquella perfecta chica castaña que me encanta, pero se dio vuelta para hablar con sus amigos.

—Wow amigo, la dejaste mal a Fisher— Marcus se sienta a mi lado, pero no despego la mirada de mi castaña.

Cuando el estúpido chico que estaba sentado al lado de ella no me dio más que remedio de reclamar lo que es mío. Sin más preámbulos, me dirigí a su mesa. Ellos se dieron vuelta, todos sorprendidos, yo solo clavaba la mirada al estúpido que sostenía su brazo en el hombro de mi chica. Los celos eran incontrolables. Él fue dejando su brazo fuera de ella poco a poco.

Samantha se levantó y me agarro del brazo, nos fuimos de la cafetería.

— ¿Puedes dejar de molestarme de una vez? — suspiro pesadamente, cruzo los brazos.

—Me importas Samantha.

—Aja, te importo y por eso jugaste conmigo, como una de tus muñequitas, ¿no?

—Ya te dije y te lo vuelvo a repetir, lo siento, siento haber jugado una maldita apuesta, siento haberte roto el corazón— me acerque a ella— solo quiero dejar de comportarme como un idiota.

— ¿Y qué te hizo cambiar de un día para otro, Weigel? — su expresión seria hasta dolía, trague saliva y apoye mis manos sobre sus hombros, su cara cambio a nerviosismo.

Pensé que se iba a alejar de mi, como hizo en nuestro ultimo encuentro a solas. Pero no lo hizo.

—Tu— ella miro mis ojos, como si buscara alguna pista si estaba mintiendo o que.

Pero no, no estaba mintiendo. Honestamente ella solo me hace sentir así, como mejor chico, mejor persona. Mordió su labio inferior, ellos los que me tentaban, aunque no era el momento.

— ¿Debería de creerte? — alzo sus cejas, me acerco a ella y le doy un beso en su mejilla, sintiendo su perfume.

Contrólate, boy.

—Eso está en ti, bonita.

Le sonreí y me fui a clases.

Solo de a poco podía conquistarla de nuevo, o al menos solo ganarme su respeto.


Sam.

Me quede perpleja mirando la silueta de Christian irse por el pasillo, luego doblando hacia la derecha. Mire al piso. ¿Qué debería hacer? Dios, una parte de mi quiere mandarlo a la mierda por todo lo que me hizo. Y otra, solo quiere perdonarlo, porque al fin y al cabo él se preocupó por mí, me salvo la vida y me consoló.

Termine las clases y me fui al trabajo. No había mucha gente ya que era día de semana. Cuando el reloj dio hora de mi partida, salí. El viento choco contra mi cara.

Un chico con un pelo revoltoso por el viento, pero bien vestido, estaba apoyado en su auto, con los brazos cruzados.

—Hola— sonrió.

Sam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora