Capitulo Ocho.

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Era viernes, el ultimo día de "la semana de la limpieza", por suerte se había pasado volando la semana.

—Espero que no te desmayes hoy.

—No, hoy comí bien— dije borrando el pizarrón.

—Espero que sea verdad— sentí su voz muy cerca de mí, toco mi mano, la que estaba borrando el pizarrón— así no tendría que ser tu respaldo de nuevo— su voz susurro en mi oído, cerca.

—Eh... seguiré limpiando esas cajas— lo separe de mí y el agarró mi muñeca e hizo que girara.

—Di que estas muerta conmigo— sonrió, se acercó a mí, los dos estábamos muy cerca.

—Ya quisieras— lo mire sonriendo también, sínicamente— ¿por qué estaría muerta con alguien que ya está en una relación?

—Pues es solo que no lo quieres admitir— se estaba acercando a mí, yo solo retrocedía y lo miraba, alguien interrumpió con una tos fingida, el cerro los ojos con fuerza.

—Alex— fui hacia él.

—Tenemos que ir con Mia— miraba a Christian fulminantemente— ¿te acuerdas?

—Ah si— agarré mi mochila— bueno, menos mal que terminamos la bendita semana— él se cruzó de brazos y me fui con Alex al hospital.

Fuimos en su moto por lo que me beneficiaba así evadía sus preguntas sin sentido. En veinte minutos llegamos, le di mi casco y fui al ascensor.

—Te dije que te alejaras de Christian Weigel, ¿no es así? — suspiré.

—Alex, para, para de decirme que hacer soy bastante mayor como para tomar las decisiones que yo quiera—  cuando se abrieron las puertas me fui rápido con mi hermana, habitación 34.

Mia estaba mirando la Tv, "Los Simpsons", nuestra caricatura favorita, la abracé.
Pasamos el resto de la tarde ahí en el hospital, hablamos un montón, más que nunca. Se ve que nos extrañábamos un montón.

—Gracias por traerme— le dije a Alex dándole el casco— y sobre lo de...

—Sam, no te preocupes, tienes razón, solo no quiero que salgas herida— fui a abrazarlo.

—No voy a salir herida— lo mire— te lo juro— el acaricio mi mejilla, le sonreí.

Dormir era lo único que más quería, mañana trabajaba casi todo el día, así que tenía que recargar energías, aguantarme a la odiosa de mi jefa no era nada fácil.

—Sam trae la orden de la mesa tres.

Llevé unos jugos y sándwiches a la mesa 2 y fui a la mesa 3 a escribir la orden.
Un chico estaba sentado llevaba unos jeans algo rotos y tenía una gorra, su cara no era visible pues lo tapaba un cuaderno.

—Buenas tardes, ¿Qué es lo que quiere pedir?

—Solo un batido de frutilla y unas donas— bajo el cuaderno y me sonrió.

— ¿Tengo que verte los fines de semana también? — me crucé de brazos y asintió, trate de no sonreír.

—Igual te salve— arquee una ceja—   te ibas a morir sin verme— negué con la cabeza y me fui a la cocina.

—Ese chico, wow— Cory, una chica nueva.

—Es un idiota— sonreí.

—Es hermoso— la mire seria— chica no lo voy a tocar tranquila, ¿son novios?

—No y puedes acercarte a él, no me interesa— rió— ve a llevarle esto a el— le di su comida.

Vi como atentamente ella iba y le dejaba la comida en la mesa, el hablo un poco con ella y la miro mal, después me miró a mí, le sonreí pero el miró para otro lado, tomó un sorbo de su bebida.

— ¿De que hablaron?

—Lo primero que el hizo fue preguntarme por "su mesera", le dije solo que intercambiamos mesas y me miro mal, ese chico vino acá para verte— reí.

Si supiera que solo está molestándome no más.

Fui a pedir la orden a una mesa, vi que Christian seguía en la mesa, estaba con su teléfono.
Iba a hacia una mesa que habían muchos chicos, alrededor de unos veinte años, seguro recién graduados.

—Buenas tardes, ¿Qué querían pedir?

—Wow— un chico rubio con ojos verdes me miró de arriba hacia abajo— eres preciosa— me sonrió— íbamos a pedir tres cervezas y una pizza de tomate, linda— asentí y fui a dejar la orden, que incomodidad por dios.

—La cuenta— ellos me pagaron, iba a irme a limpiar baños pero alguien agarró mi brazo.

— ¿Quieres ir por ahí después de tu trabajo hermosa? — me di vuelta.

—No, gracias— intente soltar su mano de mi brazo pero era imposible, él puso más fuerza— ¿podrías soltarme por favor? — alguien me agarró fuerte del otro brazo y me soltó de su agarre.

—La chica quiere que la dejes en paz no entiendes idiota— Christian lo miraba realmente mal, nunca vi esa mirada en él, mucho odio había en sus ojos hacia el otro tipo.

—Si no quiero, puberto— intentó agarrarme de nuevo el brazo pero uno de sus amigos lo llevó hacia afuera antes de que se armara alguna pelea.

—Idiota— me miró— ¿eres estúpida? ¿Cómo vas a dejar que te agarre así como así? — rodee los ojos y me fui a limpiar los malditos baños.

Salí de mi trabajo, ya había anochecido, me habían dicho de tirar la basura en los contenedores, cuando los deje alguien me tapo la boca y me llevo hacía más de la oscuridad que había.

—Ahora si vas a hacer mía— alguien susurro en mi oído

Intente soltarme de su agarre pero no podía hacer nada, el obviamente tenía más fuerza que yo. Mordí su mano pero solo me agarro fuerte de la mandíbula, su miembro estaba ya erecto, se sentía, empezó a tocarme y mis lágrimas ya estaban cayendo sobre mis mejillas.
Alguien me alejo de él y empezó a golpearlo muy fuerte, tape mi boca, seguía llorando. Cuando él otro estaba sangrando, él lo dejo tirado.

—Maldito bastardo— vino hacia mí, yo me aleje de el— tranquila, soy yo Christian— lo abrace— vayamos al auto.

—Gracias— me miró y tocó mi mejilla.

—Te protegería mil veces— sonrió y puso un mechón detrás de mi oreja.

— ¿Por qué lo haces? Protegerme, siempre que estoy en problemas.

—No lo sé, pero desde que te conocí no paro de pensar... en ti, ver que otro te toque es algo insoportable, ¿será que ya me estas gustando? — me sorprendí al escuchar eso.

—No puede ser, iba todo bien, ¿Por qué tenías que decir eso?

— ¿Qué?

—No soy una de tus ligues Christian— me baje del auto, suspire y volví a la ventanilla— gracias... por lo de hoy.

Entre a mi habitación y me tire a la cama.

¿Qué mierda fue eso?

Que estúpido, me estaban por violar y el imbécil me dice eso. Igualmente, ¿si fuera verdad que está sintiendo sentimientos por mí? No, no me voy a creer algo que no es verdad.

El, tocándome, lagrimas, el sentimiento de no poder gritar, no poder hacer nada. Desperté agitada, fui al baño y estaba toda traspirada, dios.

Eran las ocho de la mañana, iba a ir al hospital. Solo me puse unos shorts cómodos negros, medias de lunares negras, un sweater color rojo, unas botas marrones oscuras.

Subí feliz al ascensor, piso 1, piso 2, 3, 4. Entré al pasillo y vi que corrían doctores, iban doblando el pasillo derecho, corrí, que no sea Mia, por favor.
Ellos entraron a su habitación, la treinta y cuatro, tape mi boca, mire por la puerta, la estaban por llevar al quirófano.

— ¡Rápido hay que llevarla ya! — ella tenía la máscara respiratoria, corrieron, los seguí.

—Por favor, sálvenla— les dije cuando ya habían entrado.

Sam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora