Capitulo Diecisiete.

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— ¿No hicieron más que eso? — negué con la cabeza, Aly me miro incredula.

—Wood— me llamo la profesora.

Fui al arco, patee la pelota pero la chica atajo. Era malísima para el futbol, por eso no me gustaba jugarlo.

Solté mi pelo desordenado y volví atarlo haciéndome una cola alta.

Christian estaba sentado en la banca con su celular. Luego de que me dejo en mi casa el sábado por la mañana no volvió a hablarme.

Sé que no era nadie para que me busque todo el tiempo, porque no éramos nada. Yo todavía no sé qué era para él, y yo no tengo mis sentimientos aclarados. No sé si perdonarlo. Si, todavía no lo sé. Y tampoco pensaba que él, el mujeriego, casanova, se iba a enamorar de mí.

Levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los míos, sonreí pero él no lo hizo y desvió la mirada.

¿Qué? ¿Estaba enojado conmigo?

—Y ahora creo que está enojado conmigo— le digo en el oído a mi amiga.

— ¿Paso algo luego de esa noche? — negué.

Logro recordar. Al despertarme el ya no estaba conmigo, si no que estaba afuera. Salí de la camioneta y vi que él estaba caminando en la orilla del agua. Cuando fui hacia él, justo fue su mejor amiga, Amy. Corrió hacia él y lo agarró del brazo, luego jugaron a tirarse agua.

Al mirar desde lejos, comprendí que yo no encajaba con él. Aunque ellos eran amigos algo me decía que algo paso entre ellos. Me fui a con los otros chicos, que estaban somnolientos.

Luego llego el, muy feliz con aquella chica. Cuando ya nos despedimos hubo una fuerte tensión entre ella y yo, como si me quisiera decir algo, seria me saludo sin más y se fue con sus otros amigos.

Christian al llevarme a casa no me dijo ni pio, no quiso hablarme, creía yo. Ni siquiera me miro, estaba muy metido en sus pensamientos. Al llegar a mi departamento, el me saludo y sonrió. Pero luego se fue rápido.

—Amiga— deja su bolso arriba de la mesa de la cafetería— ¿se podría saber en qué mundo estas, loquita?

—Te sorprendería— bromee, me senté al lado de ella— ¿Dylan y Zac?

—Comprando la comida— saco su hermoso y preciado teléfono de su bolso.

—Aquí es cuando te vas de la tierra y piensas solo en tu aparato— me miro, luego miro la pantalla y sonrió.

— ¿Podemos hablar? — me gire y un Alex serio cruzado de brazos estaba detrás de mí, asentí.

—Aly iré a... solo quédate aquí.

—Aja— respondió sin darme mucha importancia, me levante de mi asiento siguiendo a Alex.

Mire que Christian estaba sentado en su mesa, la de los populares, pero no me miro, ya que imitaba el acto de Ailey. Seguía con aquel preciado aparato inventado por el hombre, sin darles importancia a sus amigos que contaban como les fue en los partidos de fútbol del fin de semana, o a mí, que pase al lado de su mesa y no levanto la mirada.

—Bueno seré breve— el dejo de caminar, ya estábamos algo apartados del bullicio de la cafetería— sé que sabes que odio a tu Christian Weigel, y que no soporto que estés con el— mis ojos rodaron como de costumbre— pero no voy a perder a una de las personas que más quiero solo por un imbécil.

Sonreí y lo abrace, él también lo hizo abrazándome por la cintura.

—Como te extrañe pequeña.

Sam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora