37. ¿Te acordas de mí?

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37. ¿Te acordas de mí?

Casi sin percibirlo, una lágrima empezó a correr libremente por la mejilla de Bruno y también una espontánea sonrisa se dibujó en su cara.
A pesar de todos los pronósticos, Micaela se pudo despertar del coma y solamente eso le bastaba para sentir la inmensa felicidad que estaba viviendo ahora.

Era tal la conmoción y la emoción que tenía que prácticamente ni una sola palabra lograba salir de su boca. Lo que más quería hacer era besarla y abrazarla. Pero se reprimió de hacerlo porque Micaela lo estaba observando de una forma tan extraña que ahora hasta le generaba un cierto temor que ella lo rechazara, que se sintiera invadida o en el peor de los casos que no lo reconociera...

Por eso, Bruno simplemente se quedó tildado y lo único que podía hacer era mirarla fijamente a los ojos a Micaela, que a su vez tampoco dejaba de mirarlo. Pero la mente de él pudo hacer un pequeño click cuando se dio cuenta que algunas lágrimas comenzaban a formarse en esos ojos verdes que él tanto había extrañado.

— Mica... — La llamó Bruno en voz baja y volvió a acercarse un poco más a ella.

Creía que Micaela se sentía pérdida. Y eso se podía reflejar más que nada en que de un segundo al otro dejó de mirarlo, para poder observar con mayor atención y preocupación a todo su alrededor. Principalmente a esos raros aparatos que la rodeaban, las paredes que estaban pintadas en un tono blanco y a esa camilla en la que encontraba acostada. Así como también se percató de algunas vendas que tenía en determinadas partes de su cuerpo.

— Por... — Intentó hablar Micaela con bastante dificultad, y era lógico que así fuera, ya que había permanecido varios días dormida. Bruno frunció el ceño y sentía que los latidos de su corazón empezaban a acelerarse más cuando después de tanto tiempo pudo volver a escuchar su voz.

Lo peor de todo aparentemente ya había pasado, ya que Micaela pudo salir de ese estado de coma.
Sin embargo, él era consciente de que en ese tipo de casos las secuelas eran demasiado frecuentes. En su interior, él suplicaba que Micaela no tuviera que padecer ninguna. Y que en caso de que tuviera alguna secuela, que no fuera nada demasiado grave porque no quería que ella siguiera sufriendo. Micaela se merecía estar bien y sana, no era justo que sufriera.

— Por qué... ¿Por qué... estoy acá?—Logró decir finalmente Micaela, volviendo a mirarlo directamente a los ojos. Con una expresión que reflejaba una inmensa confusión y él la pudo percibir al instante...

Bruno suspiró profundamente. Por más que quisiera, sabía que él no tenía que ser la primera persona que le mencionara a Micaela sobre su accidente. Sabía que eso le correspondía hacerlo a un médico y más que nada por la reacción que ella podría llegar a tener cuando se enterara sobre esa trágica noticia del accidente que le había tocado vivir.

Por esa gran razón, Bruno intentó alejarse con muchísimo pesar de Micaela para poder asomarse hasta la puerta de la habitación y así llamar a uno de los doctores. Pero cuando quiso hacerlo, ella se lo impidió al intentar agarrarlo debilmente por el brazo.

— No te vayas.— Le suplicó Micaela con la voz demasiado baja. Bruno apenas la alcanzó a escuchar. Giró para poder verla a la cara y se encontró con que en su mirada se reflejaba una inmensa tristeza.

— No me voy a ir.— Bruno se inclinó un poco para poder contemplarla todavía más de cerca. Esta vez, intentó tener un poco más de cercania con Micaela y acariciarle la mano, pero ella se movió. Él no pudo evitar volver a fruncir el ceño ante ese gesto.

— No me dejes sola.— Volvió a susurrar Micaela y ahora también sonaba asustada. Él suspiró. Si tan solo supiera que lo que más quería era pasar cada segundo del resto de su vida al lado de ella...

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